En plena pandemia de la COVID-19, mujeres tzeltales y tzotziles del colectivo At’el Antsetik, en Chiapas, combaten enfermedades respiratorias con técnicas ancestrales de herbolaria, lo que ha provocado que el panorama del coronavirus en la región no sea tan sombrío.
Por Mitzi Mayauel Fuentes Gómez
San Cristóbal de las Casas, 22 de julio (EFE).- Con esmero y haciendo uso de una sabiduría orgánica y milenaria, mujeres tzeltales y tzotziles del estado de Chiapas, en el sureste de México, recuperan el uso de plantas medicinales para tratar enfermedades respiratorias en plena pandemia de coronavirus.
Estas mujeres, migrantes de pueblos indígenas de la región y miembros del colectivo At’el Antsetik (Mujeres Trabajadoras), desde hace varios años se han dedicado a preservar las técnicas ancestrales de la herbolaria, a través del rescate oral de las prácticas en sus respectivas comunidades y la perfección de estas con capacitación técnica continua.
El huerto “es un espacio donde se sigue sembrando y las compañeras traen mucha experiencia del campo Son migrantes desde muy jóvenes pero también traen esa experiencia, esos conocimientos, de sus pueblos, de sus papás, de sus abuelos, es por eso que nos reunimos para seguir fortaleciendo la cultura”, expresó este miércoles a Efe Lucia Hernández Vázquez, tzotzil y coordinadora de At’el Antsetik.
SABIDURÍA ANCESTRAL
La aplicación de estos conocimientos ancestrales y el rescate de plantas han hecho que para los usuarios del huerto el panorama durante esta pandemia no sea tan sombrío, ayudándolos a prevenir y mitigar, aseguran, los devastadores efectos de la enfermedad que en México suma ya más de 40 mil muertos y más de 350 mil casos.
“La bendita madre tierra es tan bella que ni siquiera nos tenemos que esforzar para sembrar las plantas medicinales, basta donde se creció, da su flor, ahí se riega la semilla y vuelve a crecer” expresó orgullosa Antonia López Méndez, sanadora y promotora de salud, mientras cosecha la semilla de cilantro y caléndula junto al resto de mujeres.
Antonia cuenta que antes de enfocarse en la producción de plantas medicinales nativas propias de los Altos de Chiapas, rescataron su identidad cultural.
Y mediante una moderna lluvia de ideas, el colectivo logró establecer que los problemas estomacales y las vías respiratorias eran las dolencias más frecuentes en la región.
Luego se sumergieron en sus recuerdos para recordar cómo hacían sus abuelos para aliviarles el dolor cuando eran niños.
Aunque Chiapas es uno de los estados con mayor presencia indígena, muchos de sus habitantes desconfían, o desconocen, los beneficios de las plantas medicinales.
Según la sanadora, si todos creyeran en el poder curativo de las plantas “se sabría que la cura la tienen en el patio de su casa y en el campo”.
“Aún existen muchas personas que no conocen, no han experimentado y dudan de su poder”, dijo la mujer.
Antonia aseguró que durante cinco años se han enfocado en fomentar las prácticas de autocuidado para prevenir enfermedades, principalmente las relacionadas con las vías respiratorias, los problemas gastrointestinales y los dolores musculares.
A partir de la transmisión del conocimiento ancestral han recuperado más de 70 plantas para tratar problemas respiratorios, que si bien no curan la COVID-19, sí fortalecen el sistema inmunológico contra este virus y otras enfermedades, favoreciendo que esta no se manifieste en sus formas graves, dicen.
AUTOSUFICIENCIA COMUNAL
Mientras trasplanta los retoños de hinojo, María López Mesa, ama de casa e indígena tzeltal, relata a Efe que la vida en la ciudad y con seis hijos es complicada.
Pero con la asistencia y la ayuda de todas han logrado sobrellevar el cuidado de la salud con plantas y alimentos que cosechan del huerto, un predio de 400 metros cuadrados que les fue prestado y que en agosto devolverán.
“No se han enfermado de gravedad mis hijos. Tengo seis hijos y gracias a Dios hasta ahorita no se han enfermado de nada grave solamente de tos y gripa pero les damos de tomar esas hierbas y hacemos té de limón con miel, jengibre, ajo y con eso se les quita” indicó Mari, como la conocen cariñosamente sus compañeras.
LA LUCHA CONTRA EL VIRUS
El panorama que viven los indígenas en Chiapas es complejo. Los nativos están haciéndole frente a la pandemia en silencio pues el temor al contagio está generando la discriminación entre los mismos pobladores.
Ser portador de este virus puede ser causa de destierro, perdiendo sus propiedades y, lo que es peor, el sentido de pertenencia.
Además, está latente el temor y la resistencia a recibir atención médica, sobre todo en las instituciones de Gobierno, por miedo a contagiarse en estos centros hospitalarios.
Es por ello que en poblados de Chiapas muchos recurren a las plantas medicinales que conocen y han curado a sus ancestros.
Según cuenta Antonia, varios sobrevivientes del coronavirus SARS-CoV-2 le han explicado cómo han librado los primeros síntomas haciendo uso de hierbas, chiles, posh (alcohol de maíz) y los baños de temazcal.
A modo de conclusión, la mujer mezcla sus conocimientos ancestrales con las creencias populares que abundan en Chiapas.
“En el hospital te conectan o te meten suero, eso es frío y pues el virus elimina rápido al humano, es lo que entiendo. Y platicando con la gente que sale de eso, muchas veces prefiere quedarse en casa, donde sabe que lo apapacharán (mimarán) y le prepararán té caliente”, explicó.
EN TODA AMÉRICA LATINA
Recurrir a la naturaleza y a la sabiduría ancestral para protegerse de la enfermedad no es exclusivo de México, pues otros pueblos en Latinoamérica realizan estas prácticas.
En Ecuador, por ejemplo, una mezcla de corteza de challua caspi, otro de curi, llushtunda, musuwaska, ayahuasca, chuchuguaza, sacha ajo y jengibre, que se hierve durante 20 minutos o se fermenta en licor de caña de azúcar, es un remedio natural de protección para la población de Arajuno.
También hay quienes creen que el consumo de plantas ayudará a hacer frente a esta pandemia.
Sin embargo, Rodrigo Henríquez, investigador de la Universidad de las Américas (UDLA), señaló en una reciente entrevista con Efe que no hay “evidencia suficiente”, ni a favor ni en contra, sobre la utilidad de estos remedios naturales para combatir la COVID-19.