La investigación concluye que las normas sociales no escritas, que determinan lo que es aceptable o no, así cómo la seguridad en uno mismo, juegan un papel más importante que la percepción de los riesgos medioambientales o para la salud.
Viena, 22 julio (EFE).- Saber que el exceso de carne en la dieta también afecta al cambio climático y tiene riesgos para la salud no basta para modificar los hábitos alimentarios. Mucho más peso tiene en el comportamiento la presión y las normas sociales que establecen lo que es aceptable, según un estudio publicado hoy.
La investigación, en la que participan científicos del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) de Austria, no sólo recuerda que una reducción del consumo de carne rebajaría las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que se plantea cómo lograr ese cambio social.
El estudio, publicado en la revista Nature Sustainability bajo el título "Entendiendo los factores para un cambio hacia una dieta sostenible", se centra en la dificultad de que la gente cambie de dieta, pese a disponer de información sobre cómo afecta al clima y a su propia salud.
"Por lo que sabemos, el aspecto del comportamiento humano de cambios de dieta a esa gran escala no ha sido estudiado antes en relación al sistema alimentario, aunque necesitamos esta información para comprender cómo puede lograrse ese cambio mundial", señala Sibel Eker, directora de la investigación, en un comunicado.
La investigación concluye que las normas sociales no escritas, que determinan lo que es aceptable o no, así cómo la seguridad en uno mismo, juegan un papel más importante que la percepción de los riesgos medioambientales o para la salud.
Esta conclusión ayudará, según el estudio, a desarrollar mejores políticas y campañas de información, donde tengan mayor peso las actividades de fortalecimiento de la comunidad y los mensajes de empoderamiento.
Los investigadores planean ahora recolectar datos de las redes sociales para cuantificar el modelo que han usado para llegar a esta conclusión, así cómo centrarse en el papel de los valores culturales y las tradiciones en la voluntad de la gente para cambiar su comportamiento.
La industria cárnica genera tantos gases de efecto invernadero como todos los coches, camiones y aviones en el mundo juntos, denuncian los investigadores, afirma el estudio.
Igualmente, el elevado consumo de carne, especialmente en los países industrializados, está relacionado con el desarrollo de la diabetes, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.