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María Rivera

22/06/2023 - 12:02 am

Lo nuevo

“No sabemos quiénes ocuparán qué lugares, pero sabemos que allí estarán, formando un solo equipo en 2024, en el caso de que Morena ganara las elecciones presidenciales”.

“Cuando las elecciones sucedan, el año que entra, Morena habrá definido mucho antes, no solo al candidato sino también una plataforma política nueva”. Foto: Morena.

Es muy interesante, querido lector, lo que está ocurriendo en Morena. Más allá de filias, fobias, críticas legítimas, lo que ocurre en México con la sucesión presidencial es un fenómeno nuevo. Lejos de los modos priistas del dedazo y de las tradicionales elecciones de los candidatos en los partidos políticos, lo que hoy vemos en Morena es inédito.

Creo que nadie puede negar que no ha ocurrido antes y que por ello es muy interesante. Hay quien piensa que la contienda por la candidatura presidencial no es real, y que será el presidente López Obrador quien al final decida arbitrariamente al elegido. Yo no estoy de acuerdo con ellos. Desde mi punto de vista, hay ya una contienda real llevándose a cabo, y no podemos conocer de ante mano el resultado. No parece un ejercicio de simulación priista, sino un proceso auténtico, al menos en cuanto a las campañas que los contendientes están realizando.

Más allá de ello, lo que me parece muy interesante del método que inventaron (que es, sin duda, una genialidad y también una forma de evadir las leyes electorales, pero ese es otro tema) es que parece una operación de ganar-ganar para el partido. Por una parte, el proceso se convierte en tema político y mediático, lo que le da amplia visibilidad a quien vaya a ganar la contienda, pero no solamente. En realidad, hace mucho más: da visibilidad a los políticos de la coalición partidista gobernante que, sabemos desde ahora, ocuparían posiciones claves de ganar la presidencia.

No sabemos quiénes ocuparán qué lugares, pero sabemos que allí estarán, formando un solo equipo en 2024, en el caso de que Morena ganara las elecciones presidenciales. Una especie de equipo reforzado de campaña, con sus personalidades individuales, que no deja lugar a dudas: López Obrador y Morena no se plantean las elecciones del año que entra de manera tradicional, donde un político del partido gana la presidencia y tiene la autonomía para plantear un proyecto político “personal”, sino como un equipo dedicado a la implementación de un proyecto que trasciende a los políticos. Es decir, la lucha por el poder no estará planteada de manera personalista, sino como un movimiento con diversas cabezas unidas por la misma causa: que la “cuarta transformación” permanezca y se profundice. Si antes el espacio de lealtad política lo ocupaba el presidente López Obrador, los contendientes se verán obligados a transferir o trasladar sus lealtades al proyecto de un movimiento social.

Es irónico, pero parece que Morena le ha ganado ya a la oposición la idea misma de la “coalición”. La alianza que sobrevendrá tras las campañas de los contendientes por la candidatura presidencial de Morena, ocupará muy seguramente ese espacio en el imaginario. No olvidemos que son varios partidos los que forman la coalición gobernante. De modo que la oposición retórica “alianza opositora vs partido gobernante” difícilmente se podrá sostener, cuando el candidato de Morena emerja de una contienda real y de una alianza. Es evidente que, tras la lucha por ganar la candidatura presidencial, los que hoy se diferencian y se distancian entre sí dando la impresión de ser opciones diferentes, volverán a unirse en torno a un solo objetivo: que Morena gane las elecciones presidenciales. El asunto, querido lector, es que ya para entonces, en la opinión pública se habrá creado la impresión de que todos los precandidatos, distintos, “se unirán” en una alianza para conseguir un mismo fin.

Si antes de este proceso, la impresión era que Morena era monolítica y plegada a los designios del presidente López Obrador, las campañas que los distintos contendientes están haciendo y harán, le dará una nueva vida al proyecto político que solo tenía la voz del presidente. Las ideas nuevas, distintas y hasta encontradas, de lo que debe ser “la cuarta transformación”, lo que significa y cómo debe continuarse, son la mejor campaña electoral posible, un gol en toda forma, porque, de hecho, revitalizará el concepto estos meses con los mismos políticos encargados de continuarla, con total legitimidad, no habrá incertidumbre alguna.

Cuando las elecciones sucedan, el año que entra, Morena habrá definido mucho antes, no solo al candidato sino también una plataforma política nueva y los funcionarios que la encabezarán como cabezas visibles y hasta cierto grado independientes. Dicho de otra manera: los seguidores de cualquiera de ellos, gane quien gane, quedarán contentos al saber que todos tendrán puestos de importancia en el nuevo gobierno. Así no habrá, como tal, perdedores, y los riesgos de la contienda quedan más o menos conjurados. La unidad que se les exige ha quedado muy clara y explícitamente dicha por el presidente López Obrador. Quien la rompa, no perderá solamente el aprecio del presidente, sino formar parte del proyecto mismo, lo que vuelve más cara la traición, casi incosteable. Cuantimás cuando se les ha ofrecido una competencia auténtica, anticipada y premios al final de la carrera. Una genialidad política, sin más.

Y es que es cierto, querido lector: ninguno de los candidatos por sí solos tiene el arrastre popular que el presidente tiene. Frente a él, no hay candidato opositor, pero tampoco miembro de sus propias filas, capaz de ganarle. Tal vez por eso, la idea de dividir para después sumar las personalidades más populares del partido como una coalición gobernante encargada de operar y vigilar un proyecto, desde el poder ejecutivo y el legislativo, sea lo que le dé a Morena el triunfo. Una jugada maestra de un político que sabe que no tiene rival, salvo quizás uno: su legado, impersonal y colectivo. Brillante, hay que decirlo.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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