El principal desafío no es que "no haya dinero para cuidar a los mayores sino tener instituciones que promuevan de forma sostenible la seguridad social y económica que requieren los mayores", señala el profesor de la Universidad de Harvard, David Bloom.
Por Carmen Rodríguez
Madrid, 22 may (EFE).- El mundo se enfrenta a un fenómeno de envejecimiento sin precedentes, que las personas deben vivir de forma activa, mejorando su calidad de vida, ampliando la vida laboral y accediendo a la jubilación de forma gradual y flexible.
Expertos mundiales, entre ellos cinco premios Nobel, reflexionaron este lunes en Madrid sobre el envejecimiento en el Diálogo de los Premios Nobel, celebrado por primera vez en Europa fuera de Estocolmo y organizado por las Fundaciones Ramón Areces y Nobel.
"No hay viejo que no pueda vivir un año, ni mozo que no pueda morir mañana", señaló -citando a Ramón Menéndez Pidal- el director de la Fundación Ramón Areces, Raimundo Pérez-Hernández, quien destacó, en el arranque, que el envejecimiento es un fenómeno "complejo y de múltiples derivadas".
Un proceso sin "precedentes" que, según el profesor de la Universidad de Harvard David Bloom, se produce con especial intensidad en países de ingresos medios.
El principal desafío no es que "no haya dinero para cuidar a los mayores sino tener instituciones que promuevan de forma sostenible la seguridad social y económica que requieren los mayores".
Una de las ideas que planeó en toda la reunión fue apuntada por Bloom: envejecer debe ser un proceso activo, "no solo sumar años a la vida", sino "sumar vida a esos años", lo que "sería bueno para los Estados en términos económicos, fiscales y de todo tipo".
Y es que es de enorme importancia que la longevidad vaya pareja a una mejor calidad de vida, pero es algo que "no se ha resuelto todavía".
Aunque el envejecimiento tiene implicaciones en todas las facetas sociales, una de las primeras en que se piensa son las económicas, en especial la viabilidad de los sistemas de pensiones.
El premio nobel de Economía Edmund Phelps fue quien mejor resumió las opiniones vertidas en el debate. "Es mejor olvidarse de la jubilación obligatoria o voluntaria, que la gente siga trabajando hasta que le parezca, pero sin dejarlo de pronto sino de manera gradual".
Su compañero de Nobel Finn Kydland señaló que debido al envejecimiento la economía a mediados de siglo no crecerá tan rápido como lo habría hecho sin este fenómeno, a lo que Phelps agregó que "aumentar la productividad no es una solución a largo plazo" pues esta crecerá lentamente.
Los 65 años como edad de jubilación "la tenemos indefinidamente desde hace cien años", pero las circunstancias han cambiado, apuntó el profesor de Fundamentos del análisis económico en la Universidad Complutense José Ignacio Conde-Ruiz.
Cuando esa edad se aprobó "solo el 45 por ciento de las personas llegaba a ella, ahora la alcanza el 90 por ciento de la personas", agregó.
Con una vida útil más larga "hay que redefinir la jubilación" y aumentar la edad para acceder a ella "de forma razonable", defendió el profesor de Economía de la Escuela de Económicas de Londres Nicholas Barr.
Todos coincidieron en que las personas deben saber con tiempo que se jubilarán más tarde para poder hacerlo "de manera programada, flexible", quizás pasando primero de la jornada completa a una parcial, agregó.
Desde el punto de vista social la vejez y la forma en que se vive depende de factores como el país o el nivel educativo y es que "existe un gran problema de desigualdad", apuntó la gerontóloga de la Universidad de Oxford Sarah Harper.
La socióloga mexicana Verónica Montes de Oca destacó que el envejecimiento en países de bajos recursos se "acumula a otras discriminaciones", como ser mujer, pobre o indígena, y pidió reforzar las políticas públicas para los mayores y sus familias.
Unas familias que podrían contar con la ayuda de robots humanoides para cuidar de sus ancianos, como en los que trabaja Nadia Thalmann de la Universidad de Ginebra, quien cree que en cinco años se podrán contar con los primeros y apuntó la novedosa idea de que deberían contar con un "software ético".
Una población que envejece y debe enfrentarse a problemas de salud como el alzhéimer y otro tipo de demencias. El 45 por cierto de los mayores de 85 sufren en mayor grado este tipo de dolencias, "todo el mundo corre el riesgo" de vivir con una patología de este tipo, señaló la científica Li-Huei Tsai del Instituto Técnico de Massachusetts (MIT).
Y aunque este tipo de enfermedades tienen un componente genético, hay otro que se puede prevenir observando un estilo de vida saludable, con actividad física y mental, recordó la investigadora del CISC María de Ceballos.
El premio nobel de Medicina Edvard Moser se mostró "optimista" sobre las investigaciones para conocer y tratar el alzhéimer, del que aún no conocen las causas pero sí que empieza preferentemente en zonas del cerebro y dijo que hay que tener paciencia para llegar a obtener resultados. EFE