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Salvador Camarena

22/05/2012 - 12:02 am

¿A cuál PRI le creemos?

El 22 de abril de 1992 calles del sector Reforma de Guadalajara volaron por los aires. Kilómetros de drenaje llenos de gasolina explotaron, matando a dos centenares de personas (cifra oficial de fallecidos), mutilando la vida y el patrimonio de cientos de familias. Esa noche, miles de tapatíos huyeron de la capital del estado de […]

El 22 de abril de 1992 calles del sector Reforma de Guadalajara volaron por los aires. Kilómetros de drenaje llenos de gasolina explotaron, matando a dos centenares de personas (cifra oficial de fallecidos), mutilando la vida y el patrimonio de cientos de familias. Esa noche, miles de tapatíos huyeron de la capital del estado de Jalisco, en medio de rumores de que era inminente que otras partes de la ciudad explotaran. Al día siguiente, en El Occidental, de la Organización Editorial Mexicana y entonces uno de los principales periódicos de esa ciudad, la nota principal era una entrevista de Mario Vázquez Raña con el líder de una ex república soviética. Los otros medios impresos también minimizaron el hecho, dándole incluso el trato de “nota roja”, como si hubiera estallado un tanque de gas doméstico. Eran los tiempos del PRI, y una época sin Internet.

Mayo ha traído algunas señales que servirán para quienes buscan dilucidar si el regreso del PRI a la presidencia supone el retorno de mecanismos autoritarios:

Diario El Siglo de Torreón, 12 de mayo: “Saltillo. Integrantes del movimiento social Indignados Coahuila fueron atacados por simpatizantes del PRI que se molestaron al ver que gritaban consignas en contra del gobierno coahuilense por encubrir a los implicados en el ‘moreirazo’”.

Diario Reforma, 15 de mayo: “Córdoba, Veracruz.- Presuntos simpatizantes de Enrique Peña Nieto, disolvieron ayer a golpes una manifestación pacífica de un grupo de jóvenes que protestaban contra el candidato presidencial del PRI”.

Milenio.com, 19 de mayo: “Colima. Presuntos simpatizantes del PRI y personas que protestaban contra la candidatura de Enrique Peña Nieto se enfrentaron a golpes, cuando estos últimos se acercaban al jardín Libertad de esta ciudad, donde minutos más tarde encabezaría un mitin el abanderado presidencial del tricolor. El incidente ocurrió en el cruce de las calles De la Vega y Francisco I. Madero, donde fueron agredidos también dos fotógrafos, Marcos Elizarrarás, del Diario de Colima, y Óscar Adrián Galindo Luna, reportero independiente y fundador de un blog”.

Seguidores de la campaña presidencial que ha tenido una cómoda ventaja en las encuestas protagonizan zacapelas más propias de una militancia nerviosa, que se supone no debería ser el caso. Eso no sorprende si recordamos que hay resortes del PRI que obedecen a otros impulsos.

Además de viajar en el tiempo, cualquiera que vea los videos y las fotografías sobre estos tres choques reconocerá una añeja marca de la casa tricolor: no los calma la ventaja, les prende, les altera, el disenso. Una tradición de décadas de “disciplina” hace a algunos sectores de ese partido reaccionar como vimos en Saltillo, Córdoba y Colima. El candidato no debe ser molestado por nada, la marcha triunfal no debe tener algo que no esté en el guión previsto, solo hay una fotografía válida y en ella no caben las protestas. Los gobernantes de esos estados asumen que, como dictaba la tradición priísta, una manifestación en contra podrá ser evaluada como una falla de control, como una inoperancia en el liderazgo del estilo “nada se mueve” si no lo consiente el gobierno. Hay testimonios de que policías atestiguaban la arremetida priísta (uno de los videos de Saltillo lo comprueba) sin intervenir en lo absoluto.

¿A cuál PRI le creemos: al de los mensajes en Twitter de Peña Nieto que prometen respeto a la pluralidad o al de los golpeadores de las marchas? ¿Al que se desquicia luego de los gritos a su candidato o al que corrige e incluso tiene la audacia de incluir imágenes de la protesta de la Ibero en el siguiente spot del candidato? ¿Al que logra que algunos medios minimicen o releguen información de lo que les incomoda o al candidato que al presentar un interesante manifiesto como el de ayer declara que no pretende “gobernar en la unanimidad” y que no va “a reinstaurar pasados que superamos”?

Hace 20 años, la sociedad de Jalisco rechazó la manipulación que los gobiernos priístas –federal, estatal y municipal– intentaron hacer del caso 22 abril. La cobertura de un periódico, de la radio local, de medios nacionales e internacionales, pero sobre todo la indignación de la ciudadanía provocó una sacudida que tumbó al gobernador del estado y al presidente municipal de Guadalajara. Indignación que se tradujo también en una derrota electoral en 1995, cuando los priístas perdieron la gubernatura.

A las ofertas de pluralidad del candidato Peña Nieto en spots, mítines y redes sociales deben seguir muestras y mensajes internos de que ya no se tolerarán (y menos premiarán) manifestaciones propias de un pasado que muchos creyeron que había comenzado a morir en el año 2000.

Salvador Camarena
Es periodista y conductor de radio.

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