Ucrania y Rusia son responsables de un tercio de las exportaciones de trigo y cebada, de las que dependen países del Medio Oriente, Asia y África para alimentar a millones de personas que sobreviven gracias al pan subsidiado y fideos baratos.
Por Aya Batrawy, Steve Karnowski y Rob Gillies
DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos, 22 de marzo (AP).- La invasión rusa de Ucrania podría alterar la forma en que Ed Kessel maneja su granja en una apacible región del oeste de Dakota del Norte.
En todo el mundo, agricultores como Kessel deciden si cambian sus patrones de siembra para aumentar su producción de trigo ahora que la guerra suspende o deja en duda el suministro de granos de una zona llamada “el granero del mundo”.
Ucrania y Rusia son responsables de un tercio de las exportaciones de trigo y cebada, de las que dependen países del Medio Oriente, Asia y África para alimentar a millones de personas que sobreviven gracias al pan subsidiado y fideos baratos. Son asimismo fuertes exportadores de otros cereales y de aceite de semilla de girasol usado para cocinar y para procesar alimentos.
Kessel dice que podría plantar más trigo y aprovechar los precios altos -han aumentado un tercio desde la invasión– ayudando a compensar pérdidas derivadas de una sequía y del creciente costo de los combustibles. Pero sin desbocarse.
“Honestamente, tal vez nos sea útil plantar un par de hectáreas más de trigo y de girasoles”, expresó Kessel, quien es vicepresidente de la Asociación de Cultivadores de Granos de Dakota del Norte.
Hay expectativa respecto a si los grandes países cerealeros como Estados Unidos, Argentina, Canadá, Francia y Australia podrán aumentar rápidamente su producción. Los agricultores, sin embargo, enfrentan la perspectiva de otro año de sequías, el alto costo de combustibles y fertilizantes, y las alteraciones de las cadenas de suministros como consecuencia de la pandemia del COVID-19. También están maniatados por factores como limitaciones a las exportaciones y las normas que rigen la siembra.
Esto genera incertidumbre en países como Egipto, el Líbano, Pakistán, Irán, Etiopía y otros que no producen todo el trigo, la cebada, el maíz y los demás granos que necesitan. La guerra plantea la posibilidad de que haya escasez de alimentos e inestabilidad política en países que dependen de las importaciones de cereales.
Cualquier incremento en la producción de cereales de exportación “probablemente no compense la merma en los suministros del Mar Negro en la temporada en curso”, dijo el Consejo Internacional de Granos en su informe de marzo.
La mitad de los granos que compra el Programa Mundial Alimenticio para alimentar a 125 millones de personas en todo el mundo proviene de Ucrania. La combinación de un aumento en los precios y una merma en los suministros de trigo por la guerra amenaza con provocar “una catástrofe no solo en Ucrania, sino posiblemente en el mundo”, expresó el director del programa de asistencia alimenticia de la Organización de las Naciones Unidas.
“Afectará a millones y millones de personas, sobre todo en los países más pobres del mundo”, dijo David Beasley a la Associated Press en la ciudad ucraniana de Lviv la semana pasada al visitar un centro de refugiados.
No está claro el impacto de las sanciones impuestas a Rusia, el principal exportador de trigo y fertilizantes. Ucrania exporta grandes cantidades de maíz, centeno, avena y mijo. La región del Mar Negro es asimismo una importante productora de granos usados para alimentar el ganado en todo el mundo.
Australia y la India ya aumentaron sus exportaciones de granos, pero pocos podrían hacer lo mismo a corto plazo, más que nada por las sequías, de acuerdo con Arnaud Petit, director ejecutivo del Consejo Internacional de Granos.
Estados Unidos, por ejemplo, produjo unos 44 millones de toneladas de trigo en la temporada del 2021-22. Hace dos años, produjo 50 millones de toneladas.
Argentina, Canadá y Australia podrían tratar de aumentar su producción de trigo en la temporada que termina a mediados del 2023, pero es demasiado pronto como para decirles a sus agricultores que cambien sus patrones de siembra para producir más granos como el trigo.
“La mayoría de los agricultores ya planearon sus siembras y probablemente se apeguen a esos planes”, declaró Doug Martin, agricultor de Manitoba (Canadá).
Por otro lado, “hay otros granos que también van a redituar buenas ganancias”, agregó Martin, aludiendo a cultivos como la avena, la canola y la cebada
Australia tuvo una buena producción esta temporada, pero ya vendió todo su trigo hasta septiembre, según las autoridades.
Argentina enfrenta una situación similar. Un 95 por ciento de su actual cosecha ya fue vendida.
Jorge Josifovich, agricultor de Pergamino, una de las zonas agrícolas más ricas de Argentina, dice que, a pesar del aumento de precios, los agricultores tal vez no se sientan motivados a plantar más granos por el alto costo de los fertilizantes y los combustibles, combinado con “un riguroso control de precios que impone el gobierno a los productores que venden a los exportadores de los granos que cultivan“.
Tom Bernhardt, agricultor de Linton, Dakota del Norte, dijo que los agricultores de siembra directa como él no alterarán demasiado su rotación de cultivos para plantar más trigo porque eso puede generar problemas con la tierra y malezas. Además, no hay garantías de que los precios altos del trigo se mantendrán.
“Jamás planté más hectáreas solo para aprovechar precios altos”, dijo el agricultor de 61 años.