La Agencia de Investigación Ambiental descubrió una fuente previamente desconocida de clorofluorocarbonos tras detectarse un aumento de la concentración de estos en la atmósfera en mayo de 2018. Resultó que las sustancias nocivas todavía se utilizan en China para la producción de materiales de aislamiento térmico.
Ciudad de México, 22de marzo (RT).– Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) han identificado fuentes de fuga de clorofluorocarbonos (CFC) que destruyen la capa de ozono, algunas de las cuales provienen de electrodomésticos antiguos que hasta ahora se consideraban seguros. Este proceso podría retrasar varios años la recuperación de la atmósfera del planeta, advierte un comunicado publicado en Phys.org.
En 2016, los científicos detectaron en varios países del mundo los primeros signos de recuperación de la capa de ozono antártico. Este hito medioambiental fue el resultado de décadas de esfuerzos concertados de casi todos los países del planeta, que en 1987 firmaron el Protocolo de Montreal, documento que selló un compromiso colectivo para la eliminación gradual de la producción de los CFC, que aparte de agotar el ozono, son también potentes gases de efecto invernadero.
Mientras la capa de ozono se encontraba por una senda de recuperación, recientemente los científicos detectaron emisiones inesperadamente altas de clorofluorocarbonos CFC-11 y CFC-12 que podrían indicar posibles violaciones del histórico tratado.
Así, las emisiones de CFC-11, un líquido actualmente prohibido que se utilizaba para formar agujeros en productos de espuma blanda, como almohadas, alfombras acolchadas, cojines y asientos en coches, mostraron un aumento que se ha rastreado principalmente en el este de China. Nuevos datos sugieren que el país asiático concentra ahora la producción ilegal de esta sustancia química, pero aun así las emisiones de CFC-11 y CFC-12 son mayores de lo esperado.
Esto puede deberse a viejas neveras, materiales aislantes y otros productos que contienen CFC que no fueron eliminados ya que se creía que su contribución al aumento de la concentración de clorofluorocarbonos en la atmósfera sería insignificante. Sin embargo, los investigadores encontraron que las fugas del CFC-11 y CFC-12 que acumulan estos viejos objetos podrían retrasar la recuperación de la capa de ozono de la Tierra en seis años.
Los científicos también descubrieron que el CFC-113 es expulsado a la atmósfera a una tasa de siete mil millones de gramos por año, cifra comparable a las emisiones máximas de CFC-11 de hace varios años. Este producto químico se usaba tradicionalmente como solvente de limpieza, y su producción está prohibida excepto para un uso particular, como materia prima para la fabricación de otras sustancias químicas.
Anteriormente, la Agencia de Investigación Ambiental descubrió una fuente previamente desconocida de clorofluorocarbonos tras detectarse un aumento de la concentración de estos en la atmósfera en mayo de 2018. Resultó que las sustancias nocivas todavía se utilizan en China para la producción de materiales de aislamiento térmico.