Carlos A. Pérez Ricart
22/02/2024 - 12:04 am
La marcha electoral
“Si bien es verdad que el domingo marchó gente genuinamente preocupada por el estado de la democracia en el país, es inevitable pensar que, en más de un sentido, se trató de una marcha partidista con clara dimensión electoral”.
https://youtu.be/zD_xh29F42U
Superó las expectativas. La manifestación del domingo superó las expectativas de los más optimistas. Miles, quizás cientos de miles, participaron en manifestaciones en plazas de todo el país, incluyendo la Ciudad de México.
No fue, por supuesto, la epopeya que esbozó Enrique Krauze en una entrevista banquetera (nunca mejor dicho) al finalizar la manifestación. Su comparación con el movimiento de 1968 es desubicada. Más bien, este evento recuerda a la “marcha blanca” de 2004, donde la clase media expresó su descontento por la situación de seguridad bajo el Gobierno de López Obrador. Muy mal debe andar la brújula del historiador.
Lo del domingo se parece más —por el sector demográfico que representa y por sus organizadores— a la “marcha blanca” del 2004, cuando cientos de miles de clase medieros salieron a protestar contra López Obrador por la situación de inseguridad en el país. En aquella ocasión, a pesar de que las mejoras en los índices de seguridad, la clase media había responsable a López Obrador de la oleada de secuestros que azotaban al país. La derecha olió sangre y convirtió aquella marcha en una guerra contra el entonces Jefe de gobierno y puntero en las encuestas.
Hoy no es la seguridad, sino la supuesta defensa de la democracia. Los asistentes y organizadores son los mismos. Si bien es verdad que el domingo marchó gente genuinamente preocupada por el estado de la democracia en el país, es inevitable pensar que, en más de un sentido, se trató de una marcha partidista con clara dimensión electoral. Tres razones me invitan a argumentarlo de esa manera.
En primer lugar, la manifestación se convocó antes de las iniciativas de reforma del Presidente presentadas el 5 de febrero. La marcha se pensó para el periodo de inter campañas, justo como una manera de romper la veda electoral. Es falso que haya sido pensada como una respuesta a las iniciativas presidenciales. En segundo lugar, la marcha fue convocada por grupos que gravitan en torno a Claudio X González y semejantes. No es la sociedad civil la que organizó la manifestación; fueron viejos lobos de mar disfrazados de cordero. Por último, aunque es verdad que Lorenzo Córdoba fungió como orador principal, tampoco es menos cierto que a su discurso antecedieron otros, como el de Fernando Belaunzarán y otros politiquillos que hasta hace poco peleaban candidaturas locales en las siglas perredistas sin demasiado éxito.
En resumen: se trató de una marcha potente, la más importante del anti lopezobradorismo en el sexenio. Respeto y aprecio a quienes, con preocupaciones reales sobre el estado de la democracia, decidieron asistir. Dicho eso, es imposible no señalar la dimensión abiertamente partidista del ejercicio y el uso que se hace de una consigna legítima para inflar a la candidata opositora. A cien días de las elecciones, el ejercicio electoral y partidista es obvio. Otra cosa es, por supuesto, que el verde, azul y amarillo avergüencen tanto que solo les quede vestirse de rosa mexicano. No seamos ingenuos.
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