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Tomás Calvillo Unna

22/02/2023 - 12:05 am

El poliedro de la silla

“Desprendida de su tronco familiar de la banca, arriesga su solitaria aventura entre la multitud y su ausencia”.

“En espera”. Pintura: Tomás Calvillo Unna.

Aspiración de escalera,
trinchera de la infancia,
y destino de fogata:
la silla y su paciencia,
mirar y esperar, aquí y allá,
plegadiza salta,
y sin hacer ruido,
pasa del patio a la azotea,
de la cocina al baño,
ahora es mesa de lámpara,
improvisada exhibe su virtud,
no está fija nunca,
aunque asemeje estar sembrada,
su fortaleza es saberse quieta,
inmóvil,
y callar para siempre.

A veces, sin desearlo
es también arma,
cuando en medio de la desesperación
sale volando,
para ajustar cuentas ajenas
y propias
de quien pose su peso,
para quebrar huesos y cabezas.

Ignorada en un rincón
y desvalijada,
se prepara para partir:
humilde hasta el infinito,
no se resiste y desaparece
en la mundana basura
que olvida su ingenio y gracia;
la esencia de su presencia
que pocos, muy pocos,
reconocen, aunque
solo ella sea la dueña
de la espera.

Cuantos sueños, dramas,
quejas y esperanza
sostuvo en su imperecedera calma.
Reposo por igual de mujeres y hombres
de infantes, jóvenes, ancianos
y de los que presumen de no tener edad.
Tapizada o desnuda en su madera,
de metal y oro o de plata decorada,
ligera o pesada por igual,
sirve y seduce
a quién en el cansancio la encuentra,
o en el simple reposo
para detener,
por instantes, la rotación de la tierra
en el ímpetu sanguíneo de nuestras vivencias.

Desprendida
de su tronco familiar de la banca,
arriesga su solitaria aventura
entre la multitud y su ausencia.

Poliédrica silla, más no sillón,
primero silla,
su calidez de ser así,
sencilla,
en medio del pretencioso avispero
de los egos
en que solemos movernos.

Siempre rebelde frente al trono,
sin necesidad de gritar,
renuncia al poder de imponer;
y prefiere el ejemplo inmemorial
de saber compartir y pensar.

Al descubrir
el atributo de su ligereza,
balanceándose
en la fresca infancia de un recuerdo
en medio de los columpios,
entre la bruma de los años
es ya la mecedora
del sacrificado cedro
que juega a sobrevivir:
al nada pasa
cuando pasa.

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