Ciudad de México, 22 de febrero (SinEmbargo).– En México no se sabe a ciencia cierta cuántos productos transgénicos ingresan y cuántos se consumen, ya que no se tiene un etiquetado que especifique si han sido genéticamente modificados. Sin embargo las organizaciones civiles han han alertado a los consumidores de qué productos podrían estar utilizando organismos modificados en sus ingredientes.
Organizaciones como Greenpeace, han exigido al gobierno “que se ponga de lado de los consumidores mexicanos y que deje de defender a las grandes empresas” y que se garantice el derecho de los ciudadanos a saber lo que comen.
Aleira Lara, líder del programa Comida Sana de Greenpeace México, explicó a SinEmbargo que en México las empresas no están obligadas o poner en las etiquetas que diga si contiene o no ingredientes transgénicos, y las importaciones tampoco tienen una regulación. Al respecto criticó: “No hay una etiqueta que diga que el maíz que estamos exportando de Estados Unidos es transgénico, u otros ingredientes como la soya, la canola o el algodón”.
La especialista planteó que éstos pueden venir de Estados Unidos o Canadá, países donde los cultivos transgénicos han sido autorizados para su siembra.
En México, en el año 2011, la Cámara de Diputados aprobó una reforma constitucional que instauró el derecho de una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad y que el Estado debía garantizarla, derecho que se pone en riesgo con la autorización que hasta el momento lleva la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) de 135 líneas de transgénicos para consumo humano.
La organización internacional Greenpeace elaboró una guía de transgénicos que ha actualizado en diferentes años –la última en 2012– debido a que en México el derecho a saber lo que consumimos no está garantizado.
“Tenemos ese derecho, pero desafortunadamente el gobierno y las empresas lo han ignorado constantemente”, lamentó la activista, y acusó que aunque se han realizado múltiples iniciativas en las cámaras de diputados y senadores para que se etiqueten los alimentos y que podamos saber qué es lo que comemos. “Sin embargo ha habido un bloqueo muy fuerte, porque a las empresas no les conviene”, afirmó.
Por ello, comentó, se llevó a cabo una guía apelando al derecho ciudadano que tienen los ciudadanos a transparentar los ingredientes y el proceso de producción con el que se hacen los alimentos. Detalló que las empresas que se encuentran en la zona de alerta para los consumidores, es debido a que se resisten a transparentar su información.
Lara dijo que la guía busca desmitificar la publicidad que manejan las empresas respecto a productos verdes, o que aseguran que son empresas responsables.
“Todas las grandes marcas tienen este tipo de publicidad y los consumidores están confiados que lo que están llevando a su mesa no tendrá ninguna repercusión a largo plazo, sin embargo con la guía lo que se alerta es que el riesgo podría insistir ni la industria ni el gobierno han descartado que el consumo de transgénicos pueda general algún tipo de problema en la salud”, explicó.
La activista dijo que ha habido entre la sociedad una “indignación muy fuerte respecto a por qué se nos trata como consumidores de tercera”, ya que alertó en el país no se respeta el derecho básico de saber qué es lo que estamos comprando.
A la fecha, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha autorizado 135 líneas de transgénicos para consumo humano. pero hasta ahora no ha aplicado medidas que obliguen a las empresas a etiquetar de manera adecuada los alimentos que contengan ingredientes genéticamente modificados.
Al respecto, Lara consideró que la Cofepris “ha jugado un papel en favor de las empresas de no obstaculizar ningún permiso a esta industria [ la de transgénicos] sin tener un sistema de monitoreo de evaluación de riesgo como país, únicamente confiando en los estudios que presenta la propia industria aún cuando es cuestionable el conflicto de interés que tienen”.
“Ellos no te van a decir que el producto que te están ofreciendo tienen alertas o algún tipo de cuestionamiento científico”, criticó.
En el documento Guía de transgénicos y consumo responsable, Greenpeace detalla un listado de bebidas, aceites, botanas, chocolates, congelados, dulces y postres, enlatados y conservas, además de harinas, tortillas y granos que son elaborados con transgénicos.
La mayoría de ellos son alimentos elaborados con soya, maíz, algodón y canola.
De acuerdo con datos difundidos por la organización Semillas de Vida, algunos ingredientes con los que son elaborados los productos de consumo humanos que podrían estar hechos con organismos genéticamente modificados son: como el aceite vegetal, los ácidos ascórbico, cítrico, glutámico, grasos, láctico, oléico, caramelo (E150), celulosa, dextrina, dextrosa, diacetil, diglicéridos, emulgentes, eritritol, extracto de malta, fenilalanina, fructuosa (en cualquiera de sus formas), glicéridos, glisina, gliserol, gliserina, glucosa, leche condensada, leche de soya, leche en polvo, lecitina (E322), lecitina de soya, levadura en polvo.
Además de la lisina, maicena, malta, malitol, maltodextrina, maltosa manitol, meticelulosa, milo de almidón, margarina, proteína aislada, proteína de soya, proteína vegetal, hidrolizada, salsa de soya, tamari, teriyaki, tofu, triglicéridos, vitamina B12, vitamina E, jarabe de glucosa ,jarabe de maíz de alta fructuosa y jarabe de malta sorbitol (E420).
Con base en estos listados recomiendan revisar las etiquetas y observar qué tipo de ingredientes contienen. Sin embargo, alertan, en México pese a que la mayoría de los alimentos industrializados tienen al menos un ingrediente transgénico, no se sabe a ciencia cierta lo que se come, ya que la mayoría de las empresas no lo especifican en sus etiquetas.
A continuación, algunos de los alimentos que podrían contener transgénicos y los que están libres de estos organismos.
Greenpeace elaboró la primera versión de la guía en 2010 y fue actualizada durante la primera mitad de 2012. En ésta alerta a los consumidores de los productos y las marcas que pueden contener al menos un ingrediente o aditivo producido a partir de los cultivos transgénicos con producción comercial: soya, maíz, algodón y canola, que por lo tanto son “sospechosos” de ser transgénicos.
De acuerdo con Lara, pocas han sido las empresas que se han acercado a la organización para tratar de salir de esta lista, pero no ha sido el caso de las grandes marcas que aparecen en la guía.
La lista que elaboró la organización se determinó ya que esas empresas no brindan las garantías de que sus productos no contengan ingredientes transgénicos o sus derivados, no han expresado su compromiso claro y sin ambigüedades de no usar transgénicos, además de que no han respondido, aún a la fecha, a los llamados de la organización para constar que no usan organismos modificados en sus productos.
Finalmente, Aleira Lara destacó que “el poder que tiene la gente para decidir ha sido clave en el tema”, ya que explicó que desde hace 20 años la industria de transgénicos ha intentado que en nuestro país el maíz se produzca de esta manera, pero no se ha logrado gracias a “la gran argumentación científica, además de que hay rigor científico a la argumentación que utilizamos ONGs y que utilizan los consumidores para oponerse a este tipo de alimentos”.
Greenpeace hace un llamado a que “el gobierno se ponga de lado de los consumidores mexicanos, que deje de defender a las grandes empresas de transgénicos que han estado pugnando por un negocio jugoso en nuestro país, y el menoscabo del medio ambiente y de la gente”.