SOUNDTRACK: Playlist “Apretaíto” de Catalina Ruiz Navarro

22/02/2015 - 12:03 am

Cuando me pidieron hacer un playlist para SinEmbargo, sin dudarlo pensé en hacer una lista con los éxitos de un género que para mí (y para muchos) es el aporte más revolucionario de la música colombiana al mundo en los últimos treinta años: la champeta. La champeta es un ritmo que nació en los barrios marginales y negros de Cartagena de Indias, nuestra ciudad más turística en el Caribe y antigua central de distribución de esclavos para toda Latinoamérica.

Por eso todo el escenario social, cultural y antropológico de la champeta tiene que ver con la marginación y la resistencia, con el paso del arrabal al salón (de hecho, el PNUD ya dijo que “es una práctica incluyente de las comunidades afrodescendientes en todo el mundo”, es decir, ya hay un aval institucional internacional para que la champeta suene en un salón).

Foto: Shutterstock
Foto: Shutterstock

La historia es arquetípica de muchos géneros como el tango y la cumbia, con los que la champeta también comparte las maneras posmodernas del remix y uno que otro dilema sobre la moral, el sexo, y hasta los derechos de autor. El fenómeno es fascinante y en Colombia quizás ya no es necesaria una introducción, sin embargo, para mostrar este género ante un público mexicano y latinoamericano, me gustaría tomarme el tiempo para contarles qué es lo que hace que la champeta genere tanta incomodidad y tanta devoción.

 

Continúa leyendo la columna aquí

1.- Justo Valdez, de la legendaria agrupación Son Palenque, es uno de los primeros en popularizar el “afrobeat”.

 

2.- Viviano Torres, líder de la agrupación Anne Swing, que hizo popular muchos de los sonidos africanos que se escuchaban en los picós.

 

3.- La turbina, de Elio Boom, una de las primeras en hacerse popular en el radio y con letras sexuales explícitas y transgresoras: “húndelo, húndelo tooo”.

 

4.- La champeta de El Pato Donald, de Álvaro el Bárbaro, fue tan popular que le pasó su nombre a una epidemia de gripe que hubo por todo el país en 1996, que gracias a la canción se llamó “El abrazo del Pato”.

 

5.- La champeta de Los Caballeros del Zodíaco (Elio Boom), otra muestra de cómo se mezclaban ritmos africanos, con los sonidos de las organetas, con la cultura popular y lo que veían los compositores en la televisión.

 

6.- Pablo el Bandolero, una champeta que supuestamente se refiere a Pablo Escobar.

 

7.- El Chocho de Charles King, uno de los principales y más respetados exponentes del género, cuyas letras, usualmente de doble sentido, bien podrían ser todo un género de la picaresca. No sé si haga falta la aclaración pero “chocho” en palenquero significa “hueco”, y claro, la expresión es comúnmente usada para referirse a las vaginas.

 

8.- ColombiÁfrica The Mystic Orchestra, así como lo leen, una orquesta de champeta: el género en todo su esplendor y virtuosismo. Atentos a los acordeones y al llamado que hace a los orígenes: “Senegal, ¡fiel a mí!; Nigeria, ¡fiel a mí!”.

 

9.- El Serrucho, Mister Black. Esta canción lleva más de un año pegada en Colombia y es irresistible. Antes de que salgan a señalar que la letra es sexista (muchas letras de la champeta son sexistas, están retratando el contexto en el que vive la gente, ¿cómo más iban a ser?

Para cambiar las letras sexistas hay que cambiar primero el sexismo.) les diré que no necesariamente, la figura del “serrucho” se refiere más al movimiento pélvico (hacia adelante, hacia atrás) que a un corte o herida.

En todo caso, parte de la gracia de la champeta es escandalizar y llevar el perreo explícito al centro de la actividad social, y en esa medida El serrucho es un exitazo que llena un estadio y pone a todos a gritar ¡clava!, ¡clava!, ¡clava!

También, como feminista les digo que las mujeres también podemos dar serrucho, que el perreo no es problema cuando hay respeto y consentimiento y que las figuras estéticas se pueden apropiar y re-colonizar.

 

10.- Qué bonito, de Bomba Estéreo. La vocalista, Li Saumet le compone esta canción a nuestra comparsa de Carnavales “La Puntica No Má’”, (Li fue capitana de la comparsa en el 2013 y yo en el 2014) y es un hermoso ejemplo de cómo empiezan a internacionalizarse estos ritmos.

Catalina Ruiz Navarro es columnista de El Espectador y El Heraldo en Colombia. Es coordinadora de Comunicaciones para JASS Mesoamérica (Asociadas por lo justo) y directora de Hoja Blanca revista-ONG. Además es consultora independiente en estrategias de comunicación digitales y especialista en periodismo con perspectiva de género, con perspectiva de derechos humanos y periodismo cultural. De formación filósofa y artista plástica. Tiene una columna en SinEmbargo.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video