Este año cumple 33 años de existencia. Aunque poca gente sabe que es la feria del libro más antigua de este país.
Después del conflicto universitario que culminó con una escena abominable para muchos, necesaria para otros -más de dos mil elementos de la PFP entrando a Ciudad Universitaria- muchas cosas cambiaron en la UNAM. Entre ellas, la FIL de Minería.
Hasta la edición de 1999, María Teresa Martínez había sido la directora de una feria sin mucha definición, que ni siquiera los universitarios asumían como propia.
En noviembre de ese año, Fernando Macotela tomó las riendas. Tenía poco menos de tres meses para organizar la FIL del año 2000. El reto era mayúsculo, pero las cosas no salieron tan mal: 200 actividades y 68 mil visitantes. Aunque había que ir más allá: había que pasar de los números rojos a los números negros.
UN PALACIO PARA LOS LIBROS
El Palacio de Minería, impresionante construcción de estilo neoclásico, toda de piedra gris, que un día soñó Manuel Tolsá, se convierte cada año en la sede de esta feria literaria que lleva su nombre.
Pero con todo y su escalera monumental, sus patios central, de la fuente, monumental y de la autonomía, su pasillo del conocimiento y su impresionante capilla, parece que ya le quedó chico a la reunión librera.
Tatiana Nogueira, directora de marketing y comunicación de editorial Planeta lo dice así: “Yo creo que ya rebasó la cantidad de asistentes. Y llega un momento en que es hasta un poquito incómodo estar viendo los libros por la cantidad de gente que hay”.
Paola Tinoco, escritora, representante de Anagrama en México, y gerente de difusión y de prensa de la editorial española, Colofón, tampoco lo duda. “Lo cierto es que está rebasada. Mira que es un recinto muy bonito y ya tú ubicas a esa feria por el recinto, pero creo que ya tiene tanto éxito que debería cambiar de lugar para poder darle a esta ciudad, que es muy grande, la feria del libro que se merece”.
Con una risa rasposa como su voz, Paola recuerda una anécdota que ilustra mejor su dicho. “Hubo una ocasión que nunca olvidaré, que un par de personas que se llevaron, sin más, dos pilas de libros de Huesos en el desierto (de Sergio González Rodríguez) enfrente de nosotros porque pensamos que eran trabajadores de ahí y que iban a llevarlos a otro lado, y ¡no!, se llevaron los libros. Pero claro, está tan lleno que de pronto puedes aturdirte y no identificar quién está ahí dentro, y si los toman con tal naturalidad tú piensas que están trabajando contigo, no en tu contra”.
Hoy Paola se ríe al recordar el episodio. Pero sin duda en aquel momento no debió resultar nada divertido. Que te roben libros en una feria del libro no es negocio.
En su amplia oficina iluminada con esa luz mortecina con la que los focos ahorradores de energía han uniformado casi todas las atmósferas en pro del cuidado del medio ambiente, Fernando Macotela gesticula, sonríe e incluso ríe con frecuencia. Son las 6:15 de la tarde de un lunes todavía frío. Todavía de febrero.
Conversar con Macotela es toda una aventura: su entusiasmo lo hace pasar de un tema a otro sin respiro, y detenerse en detalles que aparentemente no tienen importancia pero que después uno entiende por qué los sacó a cuento.
No cabe duda de que el ex diplomático, ex director de la Cineteca Nacional y del Festival Internacional Cervantino tiene muy bien puesta la camiseta que viste desde hace 12 años: la de la Feria Internacional del Libro de Minería.
Tiene una respuesta para todo. Por ejemplo, la que se hacen editores, libreros, escritores y público en general cada año, en los meses de febrero y marzo.
-¿Es un problema el hecho de que la feria no pueda crecer más allá de los muros del Palacio?
Macotela tiene la virtud de convertir los inconvenientes en ventajas: “Nosotros somos una de las pocas ferias en el mundo que tienen un lugar muy especial. Casi todas las ferias se celebran (y tienen más espacio que nosotros, tienen esa ventaja de poder tener más stands) en lugares en donde hoy está la Feria del Libro, mañana está la Feria del Zapato y pasado mañana está la Feria del Coche. Y entonces los salones hoy se llaman Juan Rulfo, Carlos Fuentes, mañana se llaman Zapatos Canadá… Aquí La Capilla es La Capilla. El salón de Actos es el Salón de Actos, el salón Sotero Prieto es en memoria de un ilustre ingeniero”.
La feria que tiene un salón que se llama Juan Rulfo es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
“SE LLAMA FERIA DEL LIBRO, NO FERIA DE LA NARRATIVA”
Cuando uno revisa el programa de actividades de la XXXIII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, y se encuentra con mesas redondas y conferencias sobre el genoma humano, la violencia en el noviazgo, la neurobiología del retraso mental, el bullying en el salón de clases o el impacto emocional de los familiares de pacientes con Alzheimer, es muy fácil inferir que se trata de una feria académica, claramente dirigida a la población universitaria.
“Definitivamente pienso que está mucho más cargada a lo académico, pero no deja de ser un bonito marco para la literatura. Y bueno, eso se puede notar a través de la cantidad de presentaciones de libros que no tienen nada que ver con la Academia que siguen llevándose a cabo ahí”, dice Paola Tinoco.
Para Tatiana Nogueira, “tiende más al lado del libro académico; sin embargo, es un libro que requiere de tener espacios donde exponerse. Creo que Minería es esta puerta que también la UNAM abre para que el resto del público conozca lo que se está haciendo. Finalmente ¿de qué otra manera podemos conocer los libros que se están editando en la UNAM? Es un escaparate importante, y sobre todo, yo creo que es justo la diferencia con Guadalajara: que aquí se permite darle más fuerza al libro académico por esa importancia que ya el público le dio”.
Paradójicamente, al director de la FIL de Minería le costó mucho trabajo convencer a los propios universitarios de que la feria era suya, para poblarla de libros, visitarla y apropiársela. “Yo dije: el campo de estudio de la Universidad es infinito. Se estudian prácticamente todas las áreas del conocimiento. Y entonces empezó mi peregrinación, y me fui instituto por instituto, facultad por facultad, y la respuesta siempre era la misma: “Oigan ¿Ustedes por qué no presentan algo en la feria? Porque no publicamos literatura”. Yo dije: Perdón, se llama Feria del Libro de Minería, no se llama Feria de la Narrativa.
Yo me volví al interior de mi institución y empecé a visitarlos. Y no venían porque no sabían que podían venir. Y empezaron a venir, y empezaron a traer cosas, y empezó a venir más gente, y a aumentar el número de actividades”.
Hoy, Fernando Macotela tiene números positivos con respecto a la participación de la UNAM en la feria. “Hace 12 años tuvimos 200 actividades. De esas 200 actividades, el 2 por ciento eran generadas por la UNAM. Para los matemáticas yo estoy negado pero ahí sí te puedo decir cuántas actividades fueron: cuatro. Ahora que estamos en más de mil 100 actividades, el 37.5 por ciento son generadas por la UNAM”.
¿Y LOS PREMIOS NOBEL?
Por los pasillos atiborrados del Palacio de Minería no se verá caminar a Herta Müller. Tampoco a Jean Marie Gustave Le Clezio ni a Mario Vargas Llosa.
La razón es muy simple: la feria, que depende de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, no tiene presupuesto para invitar a semejantes personajes.
Dice Paola Tinoco: “Nosotros no decimos no traer gente. El tema es que la Feria del Libro de Guadalajara gestiona también la invitación de escritores internacionales porque ellos están interesados en tener ese tipo de invitados. En cambio, la Feria de Minería no gestiona nada. Deja todo en manos de las editoriales y las editoriales también tienen que decidir si pagar los gastos de traer un escritor internacional o imprimir sus libros, porque es un gasto muy alto. Entonces, es un apoyo muy grande que nosotros recibimos de la Feria de Guadalajara. No lo tenemos de la Feria de Minería”.
Quizá por eso, todas las editoriales reservan sus novedades y lanzamientos espectaculares para Guadalajara. En la FIL de Minería vuelven a presentar a algunos de los autores que, suponen, resultarán del gusto del público de la capital. Dice Tatiana Nogueira: “El programa de autores que tenemos para Minería te da la oportunidad de tener a muchos más autores y que se acerquen también a los lectores de Ciudad de México. Finalmente, sí es diferente que en Guadalajara, porque en Guadalajara, además de todos los días que son y la cantidad de espacios que tienen reservados para presentaciones, te permite llevar una cantidad de autores inmensa. En el caso de Minería es un recinto mucho más pequeño, en cambio, en la Ciudad de México somos muchos más habitantes”.
Las editoriales que distribuye Colofón en México presentarán a escritores como Juan Villoro, Guadalupe Nettel, Antonio Ortuño y Bernardo Férnandez Bef.
Editorial Planeta incluye este año a un autor extranjero en su programa de actividades. “Estamos trayendo al doctor Enrique Rojas, quien es español y es uno de los autores que más libros vende en España,” dice Tatiana Nogueira.
En el caso de Francisco Martín Moreno, otros de los autores de Planeta que más libros vende, el tamaño de la feria no fue suficiente para la estrategia comercial de la editorial: “No solamente se va a presentar en el recinto de Minería, sino vamos tenerlo también una semana después, presentándose a tres cuadras del Palacio de Minería, en la Librería Porrúa, que está detrás de Catedral”.
Casi todo los autores de Planeta que forman parte de su programa para Minería ya presentaron sus respectivos libros en Guadalajara o en otros foros: Paco Taibo II, Eugenio Aguirre, Tere Vale, Benito Taibo, Martha Carrillo, Susana Moscatel, Ricardo Raphael y Magali Tercero.
Por su parte, Random House Mondadori anuncia la presentación de Juego de Tronos, del escritor estadounidense de terror y ciencia ficción George R. R. Martin, pero sólo mediante videoconferencia. Esta editorial también traerá a sus autores y presentadores más “taquilleros”. José Agustín acudirá a firmar libros, la periodista Carmen Aristegui presentará el libro Calderón de cuerpo entero, de Julio Scherer García, el joven escritor jalisciense Antonio Ortuño presentará su novela Ánima y Enrique Krauze su libro de ensayos Redentores. Estos últimos dos también ya se presentaron en Guadalajara.
La editorial independiente Tusquets concentró su programa en tres días; también con libros y autores que ya tuvieron presentaciones en Guadalajara: Álvaro Uribe, Marcelino Cereijido, Trino, y Jis y Ari Volovich.
CON LA CAPILLA CERRADA, UN DÍA MÁS DE ACTIVIDADES
La Capilla, un salón magnífico de grandes dimensiones que las editoriales suelen elegir cada año para las presentaciones y eventos en los que esperan más público, está cerrada por remodelación.
Así que Fernando Macotela se puso a pensar cómo podía compensar esta falta y la solución que se le ocurrió fue simple. “Ahora vamos a tener un lunes de clausura. Para que el público se acostumbre, para los editores… Es un día más que ellos pueden vender y no les cobramos más”.
Así, la Feria de Minería durará 13 días, y no 12 como cada año.
Y para el cierre, quien también fuera director de la Corporación Nacional Cinematográfica, Conacine, a mediados de la década de los setenta, preparó un programa especial para los cinéfilos de esta ciudad: el estreno mundial de la última película de Jaime Humberto Hermosillo, Espejo Digital.
Además, ese lunes 5 de marzo, las editoriales ofrecerán descuentos especiales en un horario de cinco de la tarde a ocho de la noche.
DEFINITIVAMENTE EN NÚMEROS NEGROS
Fernando Macotela no disimula su entusiasmo. Sabe que la Feria que dirige está acotada al espacio del Palacio de Minería. Sabe que las editoriales no suelen presentar novedades por primera vez aquí. Sin embargo, puede presumir sus logros:
“Antes cerrábamos tres días antes. Y no se llenaba. Ahora hay muchas editoriales, muchas instituciones que en junio ya compraron 30 espacios para febrero siguiente. Antes les hablábamos: “Oigan, no han inscrito nada, estamos en noviembre”; respondían: “No maestro, estamos preparando la FIL de Guadalajara”. Ahora, en junio ya saben lo que van a traer para acá. Hubo 68 mil personas en mi primera feria… Ahora estamos en más de 150 mil”.
Las cifras que proporciona a esta reportera la CANIEM, a través de su coordinadora de comunicación, Graciela Muñoz, parecen apoyar las razones del entusiasmo de Macotela: de 140 mil 597 ejemplares que se vendieron en la FIL de Minería en 2009, se alcanzó la cifra de 199 mil 516 para 2011. Asimismo, en cuanto al valor de las ventas sólo en libros (ya que en la FIL se venden otros objetos), pasó de 14 millones 929 mil pesos en 2009 a 21 millones 860 mil 809 en 2011.
O sea que a pesar de los apretujones, a las editoriales no les va tan mal en Minería.
Pregunto a Fernando Macotela de qué vive la FIL, de qué se sostiene, pues.
“De la venta de los stands. Los ingresos por boletos son simbólicos: 15 pesos el boleto general;10, el boleto rebajado. Vendemos un 70% de boletos rebajados porque son estudiantes, profesores, personas de la tercera edad, y hay muchas instituciones que nos piden ser consideradas aunque su personal ni sea de la tercera edad, ni sea profesor, ni sea estudiante, ser consideradas para descuento. Y como la Feria no vive de eso, firmamos todos los acuerdos que nos piden”.
Insisto:
–¿Tiene presupuesto de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM y de Conaculta?
“No. El presupuesto lo genera la Feria. Es autofinanciable. Y te lo voy a decir abiertamente: es autofinanciable con trampita, entrecomillado: no pagamos renta por las oficinas y no pagamos renta por el Palacio por el momento de la Feria, que ambas cosas serían caras porque la Feria dura 13 días pero nosotros estamos aquí todo el año… Pero si necesitamos una computadora nueva sale de nuestro presupuesto. Y los teléfonos, las llamadas de larga distancia, nosotros las pagamos. Pero esa “trampita” es la ayuda que nos da la Facultad de Ingeniería, de quien dependemos. O sea, toda la cuestión logística ya más grande la da Ingeniería. O sea, nosotros tememos un contador que lleva aquí todas las cosas, pero el equipo administrativo que se encarga de vigilar todo… Porque nosotros, por ejemplo, no podemos tocar un peso”.
EL PROGRAMA
Para conmemorar el bicentenario de Charles Dickens, así como los centenarios del nacimiento de John Cheever y Lawrence Durrell, y el centenario del fallecimiento de Bram Stoker, la FIL de Minería tiene preparadas actividades que van desde proyecciones de películas, hasta lecturas de fragmentos de sus obras y conferencias.
Otros autores que serán recordados en esta fiesta literaria por el centenario de su nacimiento son: Leopoldo Zea, José Iturriaga Sauco, Fernando Benítez, Jorge Amado, Virgilio Piñera, Pablo Antonio Cuadra y Elsa Morante.
En torno a los 90 años de Juan Bañuelos, los 80 de Umberto Eco, Thelma Nava y Elena Poniatowska, y los 70 de Hugo Hiriart, también habrá actividades especiales.
Y como cada año, Minería recuerda a los personajes que fallecieron en el transcurso del año pasado: Ernesto Sábato, Adolfo Sánchez Vázquez, Gonzalo Rojas, Jorge Semprún, Norma Bazúa, Tomás Segovia, Roberto Sosa, Margarita Villaseñor, Elsa Malvido y Eliseo Alberto.
Y aunque la poeta y ensayista polaca Wislawa Szymborka, premio Nobel de Literatura 1996, murió apenas el 1 de febrero de este año, Fernando Macotela hizo un espacio en el calendario de actividades para rendirle homenaje. “Una poeta a la que yo admiro así de aullido es Wislava Szymborka. Se acaba de morir, y yo les dije: cancelamos tal actividad y vamos a poner un recital de la Szymborka”.
El estado invitado de este año, Guanajuato, trae un programa de casi 70 actividades, entre presentaciones de libros, conferencias y lecturas en voz alta.
UNA FERIA CON MUCHO ORGULLO
En su oficina del Palacio de Minería, ese lunes frío de febrero, Fernando Macotela sigue hablando después de casi dos horas, con una pasión y una energía poco comunes para un hombre de su edad.
Quiero concluir con una cuestión que quizá le incomodará (dicen que las comparaciones son odiosas), pero ni modo, tengo que preguntarle qué diferencias hay entre Minería y las demás ferias del libro de este país. ¿Qué distingue pues, a Minería de las demás?
“El dirigirnos a las comunidades estudiantiles, universitarias, creo que le ha dado su perfil a Minería. La Feria del Zócalo es básicamente de saldos… La Feria del Libro Infantil y Juvenil en el nombre lleva ya la definición… Guadalajara es un monstruo, en el buen sentido… Ese es el estilo nuestro: con una orientación académica. No percibimos fines lucrativos, eso es evidente, pero el presidente de la CANIEM lo dijo en la conferencia de prensa: Hablar de la Feria de Minería es sinónimo de éxito”.