María Rivera
21/12/2022 - 12:02 am
Navidad
“Una navidad más parecida a las navidades pre-pandemia, aunque sigamos inmersos en ella”.
Bueno, querido lector. Pues se acabó el año. Otro más. También, el mundial de futbol con una final bipolar y electrizante: el partido pasó del “peor partido de la historia” en los primeros 70 minutos a “la mejor final de la historia”. Ganó Argentina en tanda de penales, contra Francia, quien supo empatarlos varias veces, en un final de locura. Los argentinos en las calles desbordando su país, no es para menos.
Mientras, en México todo se enrarece, o mejor dicho continúa enrareciéndose: el periodista Ciro Gómez Leyva sufrió un atentado, como todos sabemos, y casi inmediatamente después se convirtió en arma de ataque político entre los dos bandos en que parece estar dividido el país. El presidente ayer, ya abiertamente, sugirió que el atentado pudo realizarse para perjudicar a su gobierno, mientras reiteró sus críticas al periodista. Los opositores no se tardaron en achacar el ataque a sus dichos en la mañanera, como si las críticas, en sí mismas, pudiesen causar violencia. Como siempre, todos sumidos en el delirio polarizante y terriblemente irresponsable. Ese estado tóxico en el que vivimos.
La realidad, querido lector, es que el atentado contra Gómez Leyva es realmente inusual y muy preocupante. El crimen, que mata periodistas, generalmente ataca en los estados, no en la capital, y no a periodistas de medios nacionales con gran presencia pública. No sabemos quién ni por qué intentó matarlo, y habrá que esperar a las investigaciones de la autoridad, mientras rechazamos tajantemente cualquier violencia ejercida contra la prensa, en todo el país, provenga de donde provenga. México es un país extremadamente peligroso para los periodistas que son asesinados con total impunidad sin que ningún gobierno haya logrado frenar el horror.
Esta nueva afrenta es muy grave no solo porque es un claro atentado a la libertad de prensa y expresión; también manda un mensaje inequívoco al resto de la prensa de la capital que hasta ahora se creía a salvo de la mano criminal que busca silenciarla. Las lecturas políticas del hecho, no corroboradas, de uno y otro bando serían una locura, de ser ciertas. Esperemos pues, que las autoridades de la Ciudad de México informen. Mejor no especular, de manera irresponsable, sobre el hecho.
La actitud del presidente, sin embargo, no sorprende. Es claro que por encima de cualquier cosa está la necesidad de imponer su narrativa política. No dejará de criticar a ningún ciudadano crítico, ni a quienes considera sus adversarios. Lo ha hecho desde que llegó al poder, lo seguirá haciendo. El problema, claro, es y ha sido que el presidente es representante del poder político. Cuando él habla, no habla a título personal, ya se sabe. Es el poder mismo contra ciudadanos que no tienen el poder de defenderse. Sencillamente no es correcto, es un abuso de poder. Decirlo ya hasta es cansado, llevamos años señalándolo. No le importa, claramente. Es su forma de gobernar ¿qué se puede hacer frente a su abuso? ¿qué pueden hacer los ciudadanos que son atacados desde la tribuna presidencial, señalados una y otra vez?
Habrá quien piense, crea, esté convencido que esos abusos son legítimos, que son meras opiniones y que el presidente tiene derecho a expresarlas como si fuera un ciudadano más, aunque esto no sea verdad. El daño que causa con sus diatribas es inmenso y nada bueno puede salir de allí. No necesita generar violencia, para que sus efectos sean palpables e indeseables. La sección que inventó para contrarrestar las fake news resultó ser peor y contraproducente. La desinstitucionalización ha creado monstruos, en todos los órdenes del gobierno.
Así vamos, querido lector, en el país, con estas sombras ominosas colándose en nuestra vida política mientras las luces y los árboles navideños parpadean en las noches. Una navidad más parecida a las navidades pre-pandemia, aunque sigamos inmersos en ella, y en el comienzo de una nueva ola de contagios que veremos desplegarse en las siguientes semanas, tras las fiestas. Las personas ya no se cuidan como antes, y el gobierno también juega a la ilusión de que la emergencia ha terminado, dejando a los mexicanos sin vacunas de refuerzo; sencillamente no las compró, en un acto de irresponsabilidad más. La vacuna cubana no sirve como refuerzo, pero no les importa. Confían en que el covid, que ha dejado casi un millón de muertes en el país, se convirtió en una gripe más. No les preocupa que esto sea falso, ni que algunas de las personas que se contagiarán vayan a desarrollar una enfermedad persistente, ni que la inmunidad de la mayoría se haya perdido ya.
Una navidad, pues, que es una ilusión como siempre, aunque no sea como siempre desde el año 2020: aunque no nos importe o no seamos conscientes de ello, porque no hemos salido de la pandemia.
Cuídese, querido lector, ventile los espacios donde conviva, y use cubrebocas bien ajustado al rostro. La pandemia sigue y estamos ya en la sexta ola, con nuevas variantes, mejor extremar cuidados. Le deseo que tenga una muy buena noche buena, rodeado de dicha y de los suyos.
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