El escritor español Rafael Marín habló con SinEmbargo sobre Mío Cid, el juglar y la magia, una novela llena de magia, juglares, ladrones, batallas y caballeros, y sobre todo que retrata a un personaje del que poco se habla en México, el Mío Cid.
Ciudad de México, 21 de (SinEmbargo).– Esteban de Sopetrán nació sin conocer a sus padres y por lo mismo pasó sus primeros años de vida en un monasterio con la añoranza de vivir andanzas en el mundo exterior, una oportunidad que le llegará gracias al conde de Huete, con quien recorrerá los reinos de España, en donde conocerá la magia, entonará cantares y se hará amigo de un tal Rodrigo Díaz de Vivar o como es mejor conocido, El Mío Cid.
Se trata de Mío Cid, el juglar y la magia del escritor español Rafael Marín, novela que llega a México editada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y que está ambientada en el siglo XI. Un relato histórico y extraordinario que invita al lector al mundo de la caballería e introduce al modus vivendi de la época: magia, juglares, ladrones, batallas y caballeros, y sobre todo que retrata a un personaje del que poco se habla en México, el Mío Cid.
“En la cultura anglosajona no han olvidado Arturo y entonces es una pena que nuestro nuestro Cid haya quedado olvidado como personaje literario, no como un personaje histórico”, expresó Rafael Marín en entrevista con SinEmbargo.
El autor lamentó que exista la idea de que la Literatura española no es fantástica sino una profundamente anclada en el realismo. “Nunca me ha hecho demasiada gracia porque a poco que escarbes Los milagros, de Gonzalo de Berceo, en el fondo son literaturas fantásticas, si no crees, en el propio Mío Cid hay elementos fantásticos y el propio Don Quijote toda la segunda parte es un es un libro fantástico”.
“En la literatura medieval hay muchos (elementos fantásticos) porque en la Edad Media se creía en las brujas, se creían el diablo, se creía en los hombres lobos, y a partir de la historia real, de Rodrigo Díaz de Vivar, de la historia inventada del Cantar del Mio Cid yo meto ahí la versión fantástica a través de la narración que se cruzan en el camino de Mío Cid, intentando que no choquen las dos versiones: la fantástica y la histórica”, comentó.
***
—¿Cómo decides tomar este personaje clave y dotarlo de toda esta aura fantástica y, sobre todo, de brindar una prosa que está muy bien ambientada en su momento sin que se vuelva indescifrable para alguien de esta época?
—Yo siempre digo en broma que el pistoletazo de salida de escribir este libro es cuando pienso la famosa leyenda del Cantar del Mio Cid, o no de Cantar sino del Mío Cid, que ganó una batalla después de muerto. Con la visión contemporánea, podríamos decir que fue un zombie, que partiendo de ahí montó la visión y si hubiera sido realmente resucitado para que fuera a ganar esa batalla después de muerto, y eso fue el pistoletazo de salida.
Y otra, contándolo en serio, no haciendo una parodia ni haciendo una historia de humor, sino que sea cierto, que tú te creas que en efecto esa visión del medievo pudiera haber existido o que por lo menos en la ficción pudiera existir.
—El personaje Esteban tiene elementos un poco picarescos, ¿tomas si tomas esos elementos a propósito de la picaresca o es más bien una percepción mía?
—El gran elemento, la gran primera gran novela de la literatura española es Lazarillo de Tormes, y la gran aportación de la literatura española antes de que Cervantes decide apostarle por fin, la verdad es la picaresca, el personaje del pícaro que yo creo que evoluciona en España a otras culturas y podríamos incluso decir que los personajes de la novela negra contemporánea en muchas ocasiones son pícaros y todo viene de ahí.
Cuando yo decido contar mi historia medieval evidentemente tengo que contar algo pícaro, que está basado, no en un personaje medieval español, sino un personaje medieval francés, y la parte final de la trayectoria de Estebanillo, el momento en que él ya cae por la pendiente absoluta de su lado oscuro refleja la vida y la biografía de François Villon, que es un poeta inconmensurable.
—¿Crees que en la tradición española no se le ha dado ese lugar que se merecen estas figuras como el Mío Cid?
—Es posible que El Quijote le pusiera la puntilla al ataúd de la novela de caballería, habiendo sido escrita por un auténtico friki, o sea, las novelas de caballería como era Cervantes de la parodia, pero para hacer una parodia hay que conocer muy bien, entonces tenemos perdidos esos personajes, los tenemos olvidados, sin embargo en otras culturas, en la cultura anglosajona no han olvidado Arturo y entonces es una pena que nuestro nuestro Cid haya quedado olvidado como personaje literario, no como un personaje histórico, pero se estudia con la perspectiva de que sabemos que no fue más que un señor que lo mismo luchaba contra los musulmanes, era un superviviente, un guerrero que tuvo que vivir como mercenario, cosa que se nos ha ocultado durante muchos años en España porque el Cid era la encarnación de los valores maravillosos de lo que es ser español, cosa que es una tontería porque personas desde hace mil años y evidentemente era distinto a nosotros y el concepto de España ni existía ni se le esperaban, entonces bueno es una pena muchas veces que nosotros pronunciamos a nuestros personajes históricos quizás porque proyectan una sombra muy grande y todo eso se ha olvidado en la literatura española.
—En Latinoamérica existe una tradición literaria fantástica: lo real maravilloso y realismo mágico. ¿Quienes se acercan a esta novela pueden abrazar la historia y acercarse cada vez más a ese momento histórico?
—Es posible que mucha gente se llegue a acercar al personaje, a mí me interesaría sobre todo que se acercaran a la Edad Media de la literatura medieval sin complejo, que si es cierto que es un idioma completamente diferente, leer el Mio Cid, la versión original, no hay quien lo entienda, pero tampoco se entiende El Quijote, entonces lo que tampoco podemos hacer es renunciar a nuestro pasado porque a partir de ese pasado podemos continuar adelante.
—¿Es la obra que te hubiera gustado leer sobre el Mio Cid tal vez a una edad temprana con todos estos fantásticos?
—No te sé decir porque siempre he sido un gran fan de Cantar de Mio Cid, de los cómics, a mí todos esos personajes siempre me han parecido muy atractivos. Estaba ahí casi olvidado y creo que es bueno que se rescate.
Es la Edad Media dentro de la Edad Media, creían en hombres lobo, creían en el diablo, creían en las brujas, contra como realmente ellos lo verían y yo creo que eso es el gran acierto que tiene el libro sin olvidar que el protagonista no es Rodrigo, el protagonistas es Esteban, Rodrigo es el el secundario de lujo.
—Ver al Cid a partir desde los ojos del juglar adquiere otro matiz porque ambos son totalmente opuestos.
—Sí, la idea era hacer el contraste absoluto entre el pícaro y el héroe, entre el bribón que no tiene muy claro cuáles son sus prioridades morales y Rodrigo que es un señor que es recto y firme. Hay un momento en el Cantar del Mío Cid donde engañan a los judíos de Toledo y le roban prácticamente un tesoro y aquí hacen lo mismo, pero Rodrigo cambia la historia, ese momento en que los judíos dicen ‘lo que tú digas es lo que hay porque tú eres así de tu palabra y no vamos a abrir el arcón hasta que tú vuelvas’, ese es un momento de gloria al personaje que no están en el Cantar, pero yo sí quería rescatar la visión de Rodrigo como personaje de la luz y es algo que proyecta, una sombra de Esteban, que cuando está con él se contagia de luz y cuando no está con él se contagia de sombra.
—Un arquetipo de lo correcto, el caballero correcto que sabe que tiene esa presencia, esa fuerza, y al que nadie se le impone.
—Sí, está el detalle de que Esteban encuentra un manuscrito donde está escrita la parte del Cantar de Roldán, que es anterior al Cid, y es lo que influye en la relación del Cantar del Mio Cid, se reconoce que hay otros héroes igual en otros países, pero el nuestro era así.