Ciudad de México, 21 de agosto (SinEmbargo).- Si en Los morros del Narco, el periodista sinaloense Javier Valdez Cárdenas, nos abría los ojos ante la cruda realidad de los niños sicarios, piezas intercambiables y desechables en la gran maquinaria de la muerte, con Los huérfanos del Narco, editado recientemente por Aguilar, el director del semanario RíoDoce construye un espejo donde poder y deber mirarnos limpiamente, con actitud autocrítica.
Una colección de testimonios desgarradores sobre la generación perdida, una generación afectada por la violencia del crimen organizado y el narcotráfico, constituye también el mapa de nuestro fracaso como sociedad.
¿Qué harán los niños que han quedado huérfanos tras los más de 100 mil muertos que ha dejado la batalla contra el crimen organizado?, ¿Quién los cuida?, ¿Quién los ama?, ¿Dónde viven?, ¿Dónde está el futuro de México, si hay toda una generación que ha crecido al calor de la violencia?
¿Por qué son pocos los que hablan de esta problemática?, ¿Qué se está haciendo en el país para cobijar a un grupo tan vulnerable?, ¿Quién les cura las heridas llenas de sangre, rabia y amargura a los huérfanos de la guerra del narcotráfico?
Son muchas preguntas y casi todas sin respuestas, pero que bien vale el trabajo periodístico de un hombre que no ceja en su lucha por informar lo que verdaderamente pasa en México, porque esa tarea humanista y necesaria es el gran juramento Hipocrático de la profesión.
Esta vez, su objeto de estudio son niños y niñas de tres, cinco o nueve años, “muchachas descalzas, adolescentes perdidos, con casa o desplazados, con ilusiones o intensamente deprimidos, son huérfanos que perdieron a sus padres por la violencia y los levantones, por tortura o asesinato. Son hijos de narcos o policías, de trabajadores del campo o de maestros, hijos desolados de oficinistas, mecánicos, amas de casa, comerciantes… son víctimas de la violencia que carcome a nuestro país”, según dice el propio autor en entrevista con SinEmbargo.
“Escribí este libro porque me gustaría que sus historias movieran levemente una conciencia, aunque sea una sola conciencia que dijera ya basta a la impunidad, al abuso y a la violencia contra quienes no pueden defenderse, contra inocentes y desamparados; lo escribí para acercar al lector el rostro y sentimientos de estos niños con lágrimas, sonrisas, mocos, heridas, recuerdos torcidos y semblantes hermosos aun en la más jodida realidad”, afirma.
Javier Valdez Cárdenas nació en Culiacán, Sinaloa, en 1967. Desde 1998 es corresponsal del periódico nacional La Jornada y es reportero fundador del semanario Ríodoce.
Algunas de sus crónicas han sido publicadas en Proceso, Gatopardo y Emeequis. Es autor de los libros De azotea y olvidos, Malayerba, Miss Narco —finalista del premio Rodolfo Walsh en la Semana Negra de Gijón, España, 2010—, Los morros del narco, Levantones y Con una granada en la boca. En octubre de 2011, el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) le otorgó en Nueva York el Premio Internacional a la Libertad de Prensa, “por su valiente cobertura del narco y ponerle nombre y rostro a las víctimas”.
Colabora en el blog Nuestra Aparente Rendición (NAR). En 2011, él y Ríodoce recibieron el premio María Moors Cabot, que otorga la Universidad de Columbia, Nueva York, y en 2013 Valdez y todo el equipo de este semanario recibieron el premio PEN Club a la excelencia editorial.
–Últimamente en México falla todo…
–Puta madre, todo está de la chingada. Falla todo y no parece haber luz. Como que estamos en tiempos muy oscuros. De repente hay relámpagos esperanzadores, pero no ocurren muy seguido.
–Tu libro es un recuento que se presume infinito
–Sí, son historias que no terminan, no tienen un punto final, son puntos suspensivos. Las desapariciones empezaron hace poco y ahora dejaron de estar ubicadas en regiones. El tema se agrava y se extiende por todo el territorio nacional, entre otras cosas, merced a un gobierno insensible, indolente, metido en la voracidad de los negocios…lo más preocupante somos nosotros, la sociedad. No acompañamos a los padres en la búsqueda de los desaparecidos, no queremos saber, porque duele saber, duele verlos, porque oírlos, conocer esos casos, es molesto e implica una responsabilidad.
–Duele también la indolencia del Gobierno, como dices
–Y sí. Enrique Peña Nieto no se reunió con los familiares de las víctimas. Enrique Peña Nieto se cree muy chingón porque creó la CEAV [Comisión Ejecutiva de Apoyo a las Víctimas], pero la CEAV no sirve para nada, es más burocracia, es multiplicación de la indolencia, apoyo a cuentagotas, con una actitud miserable de revictimizar a los familiares y a los desaparecidos. Además es un Gobierno que tiene el dedo en el gatillo, tiene el fusil en la mano y que usa a las Fuerzas Armadas para reprimir la protesta. No es un Gobierno que te compra o que te ofrece dinero, es un Gobierno que te amenaza y actúa.
–Ya no es más el ‘Telepresidente’. Al menos Televisa parece haberle soltado las riendas…
–Así parece. Tal vez no lo haya soltado completamente, porque hay muchos intereses que pueden confluir en cierto momento.
–Me parece muy interesante por ejemplo la cobertura del caso de los cinco asesinados de la Narvarte por parte del noticiero de Carlos Loret de Mola
–Sí, es muy interesante y refleja el hecho de que va siendo hora de que las televisoras volteen a ver a su pueblo y se enteren de lo que está pasando la gente en México. No sólo las telenovelas, sino también el reflejo de la realidad. Las televisoras, no hay que olvidarlo, fueron históricamente cómplices del poder.
¿CÓMO ENTREVISTAS A UN NIÑO?
El libro Los huérfanos del Narco tiene un gran valor testimonial, aunque no estadístico, que para eso deberían estar las oficinas técnicas del Gobierno. Por ahora se ignora cuántos chicos han quedado sin padres a raíz de la Guerra contra el Narco emprendida por el Ex Presidente Felipe Calderón en el sexenio pasado.
Mientras tanto, Javier Valdez ha asumido el desafío de hablar con muchos de esos pequeños, la mayoría de los cuales planteó una gran dificultad de entrada: ¿Cómo entrevistas a un niño? ¿Qué cosas dices sin que suenen a manipulación o a falsedad?
El retrato de los niños fue sagrado y milimétrico, según describe el propio autor del libro y la cercanía en sus lugares de vivienda la clave para escucharlos con atención sincera.
“Es la intimidad del dolor”, afirma el periodista sinaloense.
–¿Qué diferencia hay entre un morro del Narco y un huérfano del Narco?
–Bueno, el morro es irrecuperable, ya está perdido. Tiene el dedo en el gatillo, ya pronto asume una muerte cercana. Estos son hijos de policías, de periodistas, de empresarios, no pertenecen al crimen organizado, son niños huérfanos de la gente común y corriente. Estos niños en el naufragio tienen todavía opciones. Los morros, los niños sicarios, no parecen tener opciones.
–El Gobierno fue a la Guerra del Narco, pero ni este ni el pasado están dispuestos a pagar las consecuencias. Los huérfanos son las consecuencias
–No hay una sola política oficial, lo cual implica no reconocer la participación del Gobierno en la Guerra del Narco. Se multiplican la justicia y el abandono.
–¿Cómo inició el proyecto del libro?
–Por una mujer que participó en una conferencia que dimos con Javier Sicilia. María Herrera estaba entre el público y levantó la mano para reclamarnos porque no mirábamos al drama de los desaparecidos. La señora es activista, tiene ocho hijos, cuatro de los cuales están desaparecidos. Yo quería contar esa historia y por eso nació este libro. Los niños huérfanos nacen con los puños cerrados y no sonríen durante un buen tiempo. Nacen enojados. Esa es la historia de nuestro México actual.
–Esto no para, ¿verdad?
–No, esto no para. Me gustaría poder decirte que con este libro cierro un ciclo y ahora me voy a poner a escribir de las florecitas, pero sería mentirte. No puedo. El problema sigue, se ha complicado, se ha extendido y los periodistas debemos contarlo. Hay otra historia que no es de los capos de la droga ni de la policía y esa es la historia que tenemos que contar. Si la gente llora, si la gente grita, ¿por qué los periodistas nos vamos a quedar callados?
–¿Cómo ves los movimientos de las autodefensas?
–Una expresión radical de la ausencia de Gobierno. Cuando la autoridad está ausente, la violencia se hace necesaria. Me simpatiza el Doctor Mireles. Aunque tengo algunas sombras de dudas sobre su trayectoria, sus acciones me parecieron heroicas. Tal vez el Gobierno lo encarceló para demostrar que su poderío en Michoacán, pero la verdad es que en Michoacán gobiernan los narcos.
–¿Cómo están las cosas en Sinaloa?
–Muy mal, con la cuota diaria de ejecuciones. El grupo criminal de ‘El Chapo’ está silente, organizado y todo, pero con bajo perfil. Ellos tienen el monopolio del crimen en Sinaloa, si roban un automóvil ellos lo autorizan, si roban gasolina es por ellos…etc., pero ahora el Cártel del Chapo Guzmán está muy callado, está prohibido hablar de él y de su fuga, si alguien lo hace pone en riesgo su vida. Nadie pregunta y nadie comenta. Es peligroso.
