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¿Hay vacunados que no generen anticuerpos? Son raros, pero sí

21/06/2021 - 3:15 pm

La vacuna funciona como un generador de células memoria que son capaces de controlar algún patógeno si se produjese la infección a través de un contagio.

Ciudad de México, 21 de junio (SinEmbargo).– La periodista Apoorva Mandavilli, quien ha seguido al coronavirus desde que empezó la pandemia, pregunta en su último reportaje en The New York Times: “Ahora que decenas de millones de estadounidenses están vacunados, muchos se preguntan: ¿Tengo suficientes anticuerpos para mantenerme a salvo?”.

Para una gran mayoría de personas, dice, la respuesta es sí. “Eso no ha impedido que las multitudes acudieran en estampida por pruebas de anticuerpos. Pero para obtener una respuesta confiable de las pruebas, las personas vacunadas deben someterse a un tipo específico de prueba y en el momento adecuado”.

Explica que quien se haga una prueba demasiado pronto o busque los anticuerpos incorrectos, puede creer que aún es vulnerable cuando no lo es. “En realidad, los científicos preferirían que la persona vacunada promedio no se hiciera ninguna prueba de anticuerpos, basándose en que es innecesaria. En los ensayos clínicos, las vacunas autorizadas en Estados Unidos provocaron una fuerte respuesta de anticuerpos en prácticamente todos los participantes”.

Las vacunas autorizadas en Estados Unidos provocaron una fuerte respuesta de anticuerpos en prácticamente todos los participantes. Foto: Omar Martínez, Cuartoscuro

Apoorva Mandavilli agrega: “Pero las pruebas de anticuerpos pueden ser cruciales para las personas con un sistema inmunológico débil o para quienes toman ciertas medicinas, una categoría amplia que abarca a millones de personas que son receptoras de donaciones de órganos, tienen ciertos cánceres de la sangre o toman esteroides u otros medicamentos que inhiben el sistema inmunológico”.

Y sostiene en su reportaje en The New York Times: “La creciente evidencia sugiere que una proporción significativa de éstas personas no produce una respuesta de anticuerpos suficiente después de la vacunación”.

En un artículo reciente en The Corversation, Ignacio J. Molina Pineda de las Infantas, catedrático de Inmunología, Centro de Investigación Biomédica, Universidad de Granada, dice que conforme avanza el proceso de vacunación de la COVID-19, la pregunta se vuelve cada vez más acuciante: ¿Cuánto nos va a durar la inmunidad?

“Obviamente, aún no disponemos de una respuesta basada en la evidencia, puesto que no ha pasado el tiempo suficiente desde el inicio de la enfermedad. Pero ya tenemos algunos hallazgos alentadores. Cuando el sistema inmunitario entra en contacto con un antígeno por primera vez, los componentes de la respuesta específica tardan algunos días en activarse completamente. Además, esta respuesta primaria no alcanza toda la potencia de la que el sistema inmunitario podría ser capaz, y por eso a veces sucumbimos a las infecciones”.

No obstante, alerta Pineda de las Infantas, “como resultado de este encuentro se generan células memoria, que tienen larga vida y que guardan la información sobre cómo destruir al antígeno. Si nos lo volvemos a encontrar, la respuesta secundaria será mucho más rápida, potente y eficaz gracias a la activación de esas células memoria. Por eso vacunamos, para generar células memoria que sean capaces de controlar a ese patógeno si se produjese la infección a través de un contagio”.

Pero, como sea, hay nubarrones para todos en el horizonte. Cuando tenemos anticuerpos, la guerra contra los virus no han terminado. “¿Significa esto que no tendremos que vacunarnos nunca más? Probablemente no, aunque solo el paso del tiempo lo dirá. Es muy posible que haya que administrar dosis de recuerdo para reforzar la inmunidad en algún momento, si se observase que esta declina. Y claro, toda esta inmunidad es la generada frente al virus original, que es el contenido en las vacunas que estamos administrando”.
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La respuesta a la inmunidad tras la vacuna tarda algunos días en activarse completamente. Foto: Daniel Augusto, Cuart5oscuro

Luego sostiene: “No podemos excluir que surjan nuevas variantes, lo suficientemente diferentes de la original, como para que consigan escapar a nuestras células memoria, que solo recuerdan lo que ya han visto. Y, en este caso, habrá que administrar vacunas dirigidas frente a estas nuevas variantes. Por eso, y a pesar del clima actual de mayor optimismo de la comunidad científica, no podemos bajar la guardia. Vamos a convivir durante muchos años con el virus, por lo que tendremos que vigilarlo estrechamente.

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