En México es siete veces mayor el riesgo de que una niña sea víctima de abuso sexual que un niño; además, en 6 de cada 10 ocasiones el abuso se comente en el hogar de la víctima, reveló un estudio de la organización Early Institute a finales de 2018.
Madrid, 21 de Junio (Europa Press).– Los abusos sexuales en la infancia pueden ocurrir en cualquier sitio, desde en casa, en el colegio, en un campamento de verano, o por ejemplo en la propia calle. Suelen ser originados por personas del entorno del menor, en quienes se suele confiar y a quienes los menores suelen querer.
En México es siete veces mayor el riesgo de que una niña sea víctima de abuso sexual que un niño; además, en 6 de cada 10 ocasiones el abuso se comente en el hogar de la víctima, reveló un estudio de la organización Early Institute a finales de 2018.
La presidemta Asociación para la Sanación y Prevención de los Abusos Sexuales en el Infancia (ASPASI), Margarita García Marqués, quien recuerda que abuso sexual en la infancia se define como “contactos e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse sexualmente a él mismo, al niño o a otra persona”.
Eso sí, aquí precisa también que el abuso sexual infantil puede ser también cometido por una persona menor de 18 años, y cuando ésta es significativamente mayor que el niño (víctima), o cuando el agresor está en una posición de poder o control sobre otro.
Según subraya en una entrevista con Europa Press esta psicóloga clínica, el abuso sucede en todos los niveles sociales y culturales, y se estima que la mayoría de los casos los cometen familiares y allegados de forma repetida.
“Según estas cifras, son pocos los casos que se conocen, ya que tanto víctimas como entorno tienden a silenciarlo. Los motivos de este silencio son muchos, entre ellos la falta de información y de soluciones visibles, la vergüenza, el miedo a la estigmatización o al rechazo, o la relación de cercanía con los agresores, por ejemplo”, lamenta esta experta, que trabaja con este tipo de pacientes desde hace más de dos décadas.
García Marqués cita así que los abusadores suelen ser varones aparentemente normales, integrados socialmente, que desarrollan a menudo habilidades interpersonales importantes y mantienen una vida sexual normal. “Se estima que alrededor del 13 por ciento de los abusos son cometidos por mujeres”, puntualiza.
Esta psicóloga clínica especialista en abuso sexual de menores acaba de publicar Tu cuerpo es un tesoro (Editorial Sentir), un manual en el que se recogen varios cuentos que hacen ver a los menores la difícil situación por la que pasa un niño que ha sufrido abuso sexual y permite, sin asustarlos, explicarles que esto puede suceder.
“El 90 por ciento de los abusos empiezan de forma suave y amorosa, y el niño no es consciente de que lo que le pasa está mal. El 87 por ciento son en el entorno familiar, por lo que el niño lo normaliza, y no dará síntomas al principio del abuso. Suelen tratarse de tocamientos y suelen decirle que hay que aguantarlo porque es el abuelo y hace lo que quiere contigo”, subraya la presidenta de ASPASI (www.aspasi.org).
En este punto lamenta que muchos casos se evitarían si se trabajara más en la prevención. “Hay que enseñarles que las partes íntimas y privadas sólo pueden tocarlas el médico cuando hay pupa o herida pero no los adultos, pero sin meterles miedo sobre el tema porque los menores entonces, en caso de haber problema, lo contarán sin miedo o susto. He tenido niños muy asustados en terapias, más traumatizados por este susto que por lo que había pasado. Por eso, si se hace bien, los niños pueden dar la voz de alarma a los inicios del abuso”, advierte la psicóloga clínica.
Un niño no se puede proteger de ese 10 por ciento de adultos que son agresivos, pero del resto sí, según asegura. “Si a un niño de 4 años se le dice que el adulto no le puede tocar, si el adulto lo hace y el niño le llama la atención, éste se avergüenza y se aparta. Además para contarle a mamá y a papá, el niño lo cuenta con naturalidad, y así los adultos podrán detectarlo más fácil. Hay que trabajarlo a partir de que controlen los esfínteres porque es cuando toca limpiarles”, indica García Marqués.
En concreto, recomienda que si se quieren prevenir un alto porcentaje de abusos o frenarlos lo antes posible en caso de que sucedan, hay que superar nuestros propios miedos o bloqueos y hablar con nuestros niños sin asustarles. “Les explicamos que esto puede suceder, igual que les explicamos que les puede atropellar un coche si cruzan en rojo. Si lo hablamos con ellos, a pesar de los miedos y la vergüenza, sabrán que no es culpa suya y que les escucharemos, así que podrán contarnos inmediatamente lo que suceda y nosotros podremos protegerles”, agrega.
SIGNOS DE ABUSO
En cuanto a cómo y cuándo sospechar de que se está abusando sexualmente de un menor de nuestro entorno, la psicóloga clínica subraya que estos pequeños suelen presentar, entre los síntomas inmediatos (físicos, emocionales y conductuales): Pesadillas nocturnas, un retroceso en las habilidades conseguidas, falta en el control de esfínteres, el hecho de que de repente quiera dormir con papá, están asustados o en un estado de alerta constante, tienen miedo a cierta gente o situaciones, como personas con barba o pelo blanco, además de presentar conductas sexualizadas que no son propias de su edad.
En el largo plazo García Marqués destaca que los abusos sexuales en la infancia pueden interferir en su desarrollo personal, y menciona que algunas de las secuelas más comunes son: baja autoestima, miedos, sentimiento de suciedad, vergüenza, culpabilidad, hipersexualización o miedo al sexo, anorexia, depresión, psicosis, prostitución, dificultades para relacionarse, dependencia, drogadicción, autolesiones, tentativa de suicidio, entre otras.
“Los síntomas del niño dependen de la autoestima del niño antes de los abusos, de la educación sexual, del tipo de abuso, de la edad del niño, de quién es el abusador y de la dependencia emocional con ésta. Si el caso se coge a tiempo las secuelas son mínimas o nulas”, agrega.