La trasnacional Pearson PLC –propietaria por ejemplo de propietaria del 47 por ciento de la editorial Penguin Random House, el mayor editor de libros del mundo, y del 50 por ciento del Economist Group, el grupo editorial especializado en negocios internacionales– es una de las empresas que lleva a cabo este ejercicio evaluatorio.
Ciudad de México, 20 de mayo (SinEmbargo).– La Prueba PISA (Programme for International Student Assessment, Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes) se ha convertido en uno de los focos en discusión nacional en México, luego de la posibilidad de que la evaluación no se aplicara en 2025, cuando le tocará evaluar los años posteriores al encierro por la pandemia de COVID-19 y la entrada en vigor de la Nueva Escuela Mexicana, impulsada por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Pero la prueba, elogiada en distintos foros, ha sido cuestionada por no tomar en cuenta las particularidades culturales y socioeconómicas de México, lo que puede sesgar los resultados. Además, señalan que la prueba fomenta una educación orientada únicamente a los exámenes, en lugar de una formación integral.
Por otro lado, defensores de PISA sostienen que la prueba proporciona datos valiosos para identificar áreas de mejora y comparar el desempeño educativo a nivel internacional, impulsando así reformas necesarias en el sistema educativo mexicano.
¿Qué hay detrás de esta evaluación que se realiza cada tres años en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)? La prueba de 2025 –con una prueba piloto a realizarse este mismo año– se centrará en ciencias e incluirá una nueva evaluación de lenguas extranjeras. También incluirá “el dominio innovador” de aprendizaje en el mundo digital que tiene como objetivo “medir la capacidad de los estudiantes para participar en un aprendizaje autorregulado mientras utilizan herramientas digitales”.
Cuestionado hace un par de semanas sobre la posibilidad de que México no participara en este ejercicio, que se ha realizado desde el año 2000 y cada tres años (en 2021 se recorrió un año debido a la pandemia), el Presidente López Obrador sentenció: “Sí, participamos sin ningún problema. O sea, todo lo que tiene que ver con la educación se apoya. He estado viendo eso, de que hablan de que no vamos a participar, pero sí”.
Su portavoz, Jesús Ramírez Cuevas, dijo en aquel momento, durante la conferencia presidencial del 7 de mayo, que “el comité evaluador dijo que no correspondía al nuevo sistema educativo, entonces que no iban a poder evaluar, pero están en eso”. López Obrador insistió: “Pero sí la aceptamos, sí, y estamos abiertos a todas las evaluaciones”.
Un día después, el 8 de mayo, la candidata presidencial de Morena, y favorita en las encuestas, Claudia Sheinbaum, cuestionó el enfoque de la prueba y pidió que el país se centre en la educación de los jóvenes y no en precisamente obtener buenos resultados en esta medición, que se aplica a los estudiantes de 15 años sobre todo en tres áreas: matemáticas, comprensión de lectura y ciencias (física, química, biología).
“Lo que no debe ser el sistema educativo es que esté sustentada en pasar un examen, sino en enseñar, en aprender, desde la ciencia, las humanidades, la lectura y todo lo que representa el aprendizaje. Está demostrado, por ejemplo, que en Finlandia, con sistemas educativos distintos, tienen un nivel muy alto en la prueba PISA, pero no preparan a los jóvenes para la prueba PISA, que es distinto, espero que se entienda la diferencia”, dijo desde Veracruz.
LA EVALUACIÓN DE 2022 EN MÉXICO
En diciembre del año pasado, la OCDE publicó su reporte sobre PISA, en donde México se encuentra por debajo del promedio de los países del organismo en las tres materias que analiza: matemáticas, lectura y ciencias. De acuerdo con el Informe, las evaluaciones en matemáticas y en ciencias en 2022 bajaron en comparación con 2018, mientras que en lectura se mantuvo prácticamente en el mismo nivel, ya que en matemáticas se alcanzaron 395 puntos, un retroceso de 14 respecto a 2018; en lectura se obtuvieron 415 puntos, cinco puntos menos; y en ciencias 410, es decir, nueve puntos menos.
En matemáticas, la caída durante el periodo 2018-2022 revirtió la mayoría de los avances observados durante el lapso 2003-2009, y las puntuaciones promedio regresaron a las observadas en 2003 y 2006; en lectura y ciencias, sólo se percibieron fluctuaciones pequeñas y en su mayoría no significativas, en torno al promedio histórico; y casi ningún estudiante en México no destacó en la materia.
“Los resultados más recientes de PISA no difieren significativamente de los observados hace diez años, en 2012”, señala el documento.
En respuesta a este reporte, López Obrador rechazó los resultados y explicó que su Gobierno no los toma en cuenta, ya que evalúa con parámetros creados en la época del neoliberalismo, y no se consideran las condiciones reales del trabajo docente.“Ya los vieron, nosotros no los tomamos en cuenta porque todos esos parámetros se crearon en la época del neoliberalismo, el predominio del periodo neoliberal, en donde lo que querían era impulsar supuestamente la calidad de la enseñanza, la excelencia y desaparecer la educación pública, degradándola”, acusó.
“No consideran las condiciones reales en las que se desarrolla el trabajo docente, así como los procesos situados de la enseñanza, y los aprendizajes en las aulas de los distintos países”, agregó.
Asimismo, López Obrador apuntó que “nunca en la historia de México se había ofendido tanto a los maestros como en el periodo neoliberal”.
LA SOMBRA DE PEARSON
La trasnacional Pearson PLC –propietaria por ejemplo de propietaria del 47 por ciento de la editorial Penguin Random House, el mayor editor de libros del mundo, y del 50 por ciento del Economist Group, el grupo editorial especializado en negocios internacionales– es una de las empresas que lleva a cabo este ejercicio evaluatorio.
En su propio sitio web, Pearson presume que llevará el estudio PISA 2025 en nombre del DfE (Departamento de Educación de Inglaterra), el DfES (Departamento de Educación y Habilidades, de Gales) y el DE (Departamento de Educación, de Irlanda del Norte)”. “El Centro de Evaluación Educativa de la Universidad de Oxford (OUCEA) liderará el análisis y la presentación de informes para Inglaterra y el University College London (UCL) liderará el análisis y la presentación de informes tanto para Irlanda del Norte como para Gales”, precisa.
La compañía presume ser la principal en “soluciones educativas más grande del mundo”, con más de 40 mil empleados en más de 80 países. “Proveemos una amplia oferta de productos y servicios educativos a instituciones, gobiernos y estudiantes, con el objetivo de ayudarlos a encontrar y alcanzar su verdadero potencial”, asegura.
La historia de Pearson y la prueba PISA es larga. En un catálogo de 2015 para México del gigante editorial, presume que comenzó a trabajar con la OCDE y los representantes de los países participantes de la Prueba PISA “desde principios de 2010”. “Nuestro primer acuerdo de colaboración comenzó a mediados de 2011, con lo que quedamos comprometidos a desarrollar y actualizar los marcos de trabajo para el ciclo 2015”, dice.
“La mayor parte de nuestra labor quedó terminada a mediados de 2013. A principios de 2014 participamos en el desarrollo y la actualización de los marcos de trabajo para el ciclo 2018. A finales de 2014 colaboramos en la ampliación de los marcos de trabajo de PISA, de manera que den soporte al piloto PISA-for-Development, un programa que pretende encontrar maneras de llevar la prueba PISA a los países en vías de desarrollo”, relata.
Junto con la OCDE, Pearson “ha conformado paneles internacionales de expertos en lectura, matemáticas y ciencias, competencia global y diseño de encuestas, con el propósito de comprender y definir cuáles son las aptitudes que los estudiantes requieren al concluir su educación obligatoria, para seguir preparándose y poder enfrentar con éxito el mundo laboral en el siglo XXI”.
Es por ello que Pearson fue elegido por la OCDE para desarrollar los marcos de trabajo para la prueba PISA que aplicó en los años 2015 y 2018. En 2015, John Fallon, entonces director general de Pearson, comentó: “La educación de alta calidad es vital para el desarrollo económico y el bienestar social, y PISA constituye la herramienta clave que los países pueden utilizar para medir su propio progreso educativo y aprender de los demás. Estamos desarrollando puntos de referencia globales que, a través de la evaluación de un más amplio rango de habilidades y del mejor uso de la tecnología, ayudarán a más jóvenes a prosperar en la economía global. Nos complace mucho respaldar a la OCDE y a nuestros colegas académicos en esta labor de vital importancia”.
La relación ha continuado fructíferamente. Para la PISA25 del próximo año, la misma Pearson presume “un gran equipo multidisciplinario” que trabaja para implementar la prueba “con personal experimentado de tres organizaciones que colaboran para garantizar la mejor experiencia posible para las escuelas y los alumnos, además de apoyar la recopilación y la presentación de informes de datos rigurosos y de alta calidad”.
“Pearson liderará la recopilación de datos en las escuelas, OUCEA liderará el análisis y la presentación de informes para Inglaterra y la UCL liderará el análisis y la presentación de informes para Gales e Irlanda del Norte”, reiteró. Por ejemplo: Grace Grima, la Responsable del Programa Nacional (NPM) de PISA25, es también la directora de Investigación de la trasnacional; lo mismo ocurre con Kate Miller, quien es la Responsable principal del proyecto PISA25 y además es una gerente de proyecto en Pearson.
LOS CUESTIONAMIENTOS CONTRA LA PRUEBA
Sin embargo, algunos grupos ya han cuestionado no sólo los resultados de esta prueba, sino la aplicación misma, los métodos y los objetivos. La Asociación de Profesores de Alberta, en Canadá, publicaron un reporte relativo a la prueba de 2022, donde expone que la “ideología de PISA enfatiza los imperativos económicos (crecimiento y competitividad) como objetivos principales de la escolarización”.
Para ello, utiliza “logros en matemáticas y ciencias como indicadores clave del futuro bienestar económico de una región o sociedad”, pero, añaden, “pasa por alto el papel más amplio de la educación, incluido el fomento de la cohesión social, la preservación del patrimonio cultural diverso y la promoción del compromiso cívico y la ciudadanía en sociedades complejas y que cambian rápidamente”.
“Deberíamos estar atentos a cómo los gobiernos neoliberales de todo el mundo utilizarán los resultados como armas y, en el espíritu de nuestros tiempos populistas, demonizarán a los docentes. Un aspecto de PISA que merece atención es cómo las pruebas han coincidido con el aumento de la tutoría privada (una industria de la educación en la sombra) en todo el mundo”, aseguran.
Y, por último, señalan como “notable” el posible conflicto de interés que Pearson “obtenga la mayoría de sus ganancias globales de herramientas de aprendizaje en línea, escuelas virtuales, libros de texto digitales, pruebas digitales, programas y servicios de evaluación de estudiantes y docentes, sistemas de información estudiantil y sistemas de gestión de instrucción”, mientras por otro lado participa de forma protagónica en este tipo de ejercicios.
Pero los cuestionamientos también vienen del lado técnico. Un artículo de Svein Sjøberg y Edgar Jenkins, de la Universidad de Oslo y de la Universidad de Leeds, respectivamente, cuestiona la estandarización de la prueba, posibles problemas con las traducciones de los exámenes mismos y otros detalles.
El trabajo, titulado “PISA: un proyecto político y una agenda de investigación”, publicado en la revista Studies in Science Education, asegura que, “como proyecto de la OCDE, [la prueba] PISA refleja la voluntad de promover el desarrollo económico que le da a la organización su razón de ser”. “Esta promoción podría lograrse de diferentes maneras (…), adoptando un enfoque más instrumental para la educación que enfatiza el desarrollo de una fuerza laboral calificada para un mercado libre. En la década de 1980, la OCDE adoptó ideas esencialmente conservadoras que priorizaban esta última visión encarna la función económica de la escolarización”, agregan.
Para los autores, como encuesta cuantitativa, los datos de PISA “no pueden tener en cuenta las muchas y diferentes creencias, suposiciones, prácticas pedagógicas y factores culturales, sociales, económicos y contextos políticos dentro de los cuales se lleva a cabo la escolarización y que, entre muchas otras cosas, influyen desempeño y actitudes de los estudiantes”.
“El hecho de que las pruebas PISA no tengan en cuenta estos factores significa que su influencia globalizadora corre el riesgo de reducir los planes de estudio escolares a una norma estrecha cuyos resultados pueden medirse. Además, si, como PISA afirma, el proyecto busca evaluar qué tan bien la educación científica de los estudiantes los prepara para responder a los problemas que probablemente enfrentarán en sus vidas futuras, cualquier intento de hacerlo que ignora estas variables parece poco probable que constituya una base válida sobre la cual comparar y clasificar países, regiones y economías”.
Sin embargo, conceden que, a pesar de limitaciones tan severas, la iniciativa PISA “ha elevado el perfil de la ciencia y educación matemática, aunque al hacerlo también puede haber tenido el efecto de devaluar la importancia de otras materias escolares y del currículum en su conjunto”. “Estos beneficios de PISA no son despreciables pero sí deben compararse con las dificultades para medir lo que el programa de pruebas pretende. Las puntuaciones y clasificaciones de PISA no son hechos ni resultados objetivos o neutrales del proyecto. Por lo tanto, existe una tarea importante que enfrenta la comunidad de educación científica, es decir, dar al proyecto PISA la rigurosa comunidad de examinadores académicos que merece”, concluye.
EL CASO MEXICANO
El doctor Roberto Rodríguez Gómez. Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, considera que sí vale la pena aplicarlo. “México no es un país nada particular en ese sentido, si queremos aspirar para mejorar varios aspectos, primero la educación de niños y jóvenes, y sobre todo de tener mejores espacios para el desarrollo, es complicado hacer frente a los retos sin una buena educación”, dijo en entrevista con SinEmbargo.
Los resultados, explica, proporcionan básicamente información de dos tipos: primero, hasta qué punto se han adquirido esos conocimientos básicos; pero también cuales son los factores que están asociados al bajo o alto rendimientos: las condiciones socioeconómicas, el contexto escolar y lo que tiene que ver con el desempeño docente y con los tipos de instituciones que se ofrecen esos estudios: escuelas rurales, urbanas, publicas, particulares…
El experto detalla que lo importante de la prueba son sus resultados, que no son individualizados, sino solamente se presentan a nivel nacional: ni siquiera se especifican por entidad federativa, pues necesitarían una muestra más amplia que hoy sería muy costosa debido a que la prueba ya se aplica en computadoras.
Pero, a pesar de tener resultados, los gobiernos mexicanos no han podido impactar en la mejora de la educación. “A la vista de los resultados obtenidos en las distintas ediciones de la prueba, no se han alcanzado los objetivos que se esperaban. En los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón se impulsó una reforma de cierto alcance, que es la integral de la educación básica: curriculum, libros de texto, acciones para formación de docentes. Sin embargo no parece haber tenido esa política el efecto suficiente como para mover los indicadores que la prueba refleja. Es alguna mejora, pero no realmente significativa”, indicó.
PISA por orden judicial se aplica. En @EducacionRumbo no confiamos en la palabra del Presidente así que logramos este amparo a fin de que los niñ@s en México sean evaluados
PODER JUDICIAL CONCEDE SUSPENSIÓN Y ORDENA A LA @SEP_mx Y @MejorEdu_ a REALIZAR LA PRUEBA PISA EN MÉXICO pic.twitter.com/DVPQT8KHIp
— Paulina Amozurrutia (@pauamozurrutia) May 9, 2024
Con Enrique Peña Nieto, explicó, se impulso la reforma del 2016, así como una política “más agresiva de evaluación de los docentes” y “ni una ni otra medida parecen haber tenido una repercusión significativa” en la mejora educativa de la cual la prueba PISA mostraba claros retrasos.
“México es parte de la OCDE desde 1994 y ha tenido un papel relevante, protagónico”, explica Rodríguez Gómez. México incluso mantuvo la secretaría general de la organización entre 2006 y 2021, con José Ángel Gurría. “México no sólo participa en la prueba PISA, sino en la mayoría de evaluaciones de distintos aspectos: económicos, de salud, energéticos, de transporte, telefonía, etc. México participa en casi todas, sería problemático que dejara de participar en la evaluación educativa, es mala señal”, argumentó el experto.
Quizá no sea ni siquiera necesario que el Gobierno mexicano acepte participar, ya que la organización civl Educación con Rumbo informó el 9 de mayo que, derivado de un amparo presentado ante el Poder Judicial de la Federación, consiguió la resolución de Juez que ordena a la Secretaría de Educación Pública, para “garantizar el derecho humano de los niños a la educación, así como salvaguardar el interés superior de los menores en México”, que lleve a cabo “todos los trámites y gestiones a fin de garantizar que se realice la Prueba PISA en México en el 2025”, sin dar más detalles de la medida obtenida.