Alberto Barrera Tyszka habló con SinEmbargo sobre su novela El fin de la tristeza, una historia que muestra cómo aunque uno quiera es imposible escapar del caos en el que nos toca vivir.
Ciudad de México, 20 de abril (SinEmbargo).– Gabriel Medina busca vivir su realidad lejos del bombardeo mediático, de la construcción que hacen de su país los grandes medios y las personalidades de las redes. Así sobrelleva su día a día hasta que el arresto de su psiquiatra lo sumerge en el aparato de un Estado que ha consumido los anhelos de sus habitantes.
La historia corresponde a El fin de la tristeza (Random House), la cual hace un guiño al país donde nació el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka. La historia, señala el autor en entrevista, se da “en un contexto de país muy específico que apela a una Venezuela, donde un ciudadano parece no tener ningún poder y también en ese contexto de un país que se quedó sin la posibilidad de saber la verdad”.
La novela parte de la premisa de “vivir no intoxicado por las informaciones del mundo, que en general lo que hacen es producir ansiedad, desazón y, entonces, angustia”. En esa búsqueda de salir o retirarse de ese mundo que es cada vez más caótico, donde la persona no controla nada y no sabe realmente qué es verdad y qué no lo es, Gabriel Medina apaga todas las redes sociales, todas las noticias, “pero la historia le demuestra que no es posible, que aunque uno quiera es imposible escapar de este caos en el que nos toca vivir”.
El protagonista se ve inmiscuido en el caso de su psiquiatra a quien responsabilizan de la muerte de otros de sus pacientes. Consciente de las implicaciones que puede traerle los conflictos con la Ley, sobre todo cuando él es un burócrata que labora en El Archivo de su país, Gabriel Medina se sumerge en la incertidumbre de salir avante en un país donde lo que menos hay son certezas.
Ya saliendo, en México y en España, a buscar lectores. pic.twitter.com/sQSabtDYWV
— Alberto Barrera T (@Barreratyszka) April 11, 2024
“Una de las premisas tiene que ver con las informaciones, con la duda constante sobre qué es real y que no lo es de todo lo que yo veo. En ese proceso, él empieza dudando de lo que le dice la policía, de lo que le dicen los demás y termina dudando de sí mismo. Esta premisa tiene que ver con toda la novela y con esa duda constante sobre nuestra capacidad que tenemos de percibir o no lo que está sucediendo”, señaló Barrera Tyszka.
El autor reconoció que aunque deliberadamente hay algunos guiños para un lector venezolano, con el cual puede haber más complicidades, “la idea es que pueda funcionar en cualquier sociedad, pero sí hay algunas cosas que tienen muy claramente una referencia a Venezuela, sobre la migración, que estamos hablando de 8 millones de venezolanos fuera del país en una población de 35 -36 millones”.
“Ahí hay como ese reflejo y ese intento también de hablar desde ese país, aunque pueda funcionar la realidad de las informaciones, los medios, las redes virtuales, los problemas de violencia sí son comunes a toda América Latina y en algunos casos al mundo digamos”.
En ese sentido, indicó que su novela expone el juego de los medios y de las redes sociales. “De la noche a la mañana de repente a un tiktoker es una persona con alta influencia y creador de consensos en los países, por ejemplo. Me parece súper interesante y creo que ese fenómeno de las redes es algo que define mucho lo que ocurre, no en balde las autoridades incluso se preocupan tanto por las redes sociales y yo creo que ahí hay un espejismo perfecto en las redes”.
“Las redes representan el espejismo más grande que hemos creado, el más perfecto, porque parece que son reales, dan tanta la apariencia de realidad que se puede vivir en ellas, se puede vivir de ellas, producen consecuencias en lo real, aunque efectivamente no lo son. Eso sí, digamos, creo que que hay en la novela un cuestionamiento muy fuerte al uso que puede haber o no sobre todo ligado a la información digamos, no y a la tragedia sociales”.
Alberto Barrera Tyszka confesó que al final él busca que el lector se pregunte si lo que está leyendo es real o no: “digamos qué de lo que ha visto o leído es real o no, qué es lo que está pasando con esto. El lector tiene toda la libertad de hacer con ese libro lo que quiera, puede interpretarlo como guste, pero sí, de alguna forma siguiendo ese juego de lo real y de lo irreal traté de construir toda la narración”.