Los expertos exponen en el documento la grave disparidad en el acceso a las vacunas entre países ricos y pobres y cómo esto afecta a poblaciones de refugiados y desplazados.
Madrid, 21 de abril (Europa Press).- Científicos de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) han reivindicado en un artículo publicado en la revista Nature Medicine que la priorización de las vacunas contra la COVID-19 se realice siempre siguiendo criterios científicos.
“Garantizar el acceso a la vacuna para las poblaciones refugiadas y desplazadas, y abordar las desigualdades sanitarias, es vital para una respuesta eficaz a la pandemia. Sin embargo, la asignación y distribución de las vacunas no ha sido ni equitativa ni inclusiva, a pesar de que los líderes mundiales han hecho hincapié en este como un aspecto crítico para superar la pandemia a nivel mundial”, señalan en su documento.
Hasta el 1 de abril, los países de renta alta y media-alta habían recibido el 86 por ciento de las dosis de vacunas suministradas en todo el mundo, mientras que en los países de renta baja sólo se había suministrado el 0.1 por ciento de las dosis. En todo el mundo, más del 80 por ciento de los refugiados y casi todos los desplazados internos son acogidos por países de ingresos bajos y medios, naciones que se encuentran al final de la cola para recibir las dosis de la vacuna contra la COVID-19.
Dr. Wu Zeng, associate professor of international health, is a co-author of the new “Nature Medicine” commentary, “Leave No One Behind: Ensuring Access to COVID-19 Vaccines for Refugee and Displaced Populations.” Read more: https://t.co/RWggPvUor7. pic.twitter.com/34VcaBftKe
— NHS (@GtownNHS) April 19, 2021
“A medida que el mundo se enfrenta a los problemas de suministro y al acceso desigual a las vacunas a escala local y mundial, los grupos marginados, en particular los refugiados, los desplazados internos y los apátridas, se enfrentan a una doble carga de acceso, incluso dentro de los países que a su vez están marginados en la escena mundial. El estatus legal no debería tener cabida en las decisiones sobre el acceso a las vacunas, y confiar en la regularización como vía para la vacunación retrasará de forma inaceptable los efectos protectores para los migrantes y refugiados, especialmente en los grupos de mayor riesgo”, explica una de las autoras del documento, Monette Zard.
Según los autores, en entornos frágiles, la competencia por las escasas vacunas COVID-19 puede aumentar las tensiones y exacerbar los conflictos, mientras que el acceso desigual plantea la posibilidad de que las poblaciones se desplacen en un esfuerzo por acceder a vacunas que no están disponibles en su país o región.
El mecanismo Covax, liderado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) asigna alrededor del cinco por ciento del total de las dosis de vacunas disponibles para uso humanitario, incluida la vacunación de los refugiados, pero los dos mil millones de dosis de vacunas previstas para finales de 2021 sólo cubrirán, como máximo, el 20 por ciento de la población de los países participantes. Es posible que los países más pobres no puedan vacunar ampliamente a sus poblaciones hasta 2023.
Para crear una estrategia de vacunación de COVID-19 “equitativa e inclusiva”, los autores creen que también se pueden extraer lecciones de la experiencia en la gestión de enfermedades como el VIH y la tuberculosis entre las poblaciones móviles, así como de anteriores campañas de vacunación a gran escala en entornos humanitarios.