Mucho se ha hablado ya de la eficacia de las vacunas, aunque existe una confusión generalizada sobre lo que significa realmente este porcentaje en términos reales. Para resolver todas las dudas en torno al tema, dos expertos explican, paso a paso, qué significa que una vacuna tenga un 90 por ciento de eficacia.
Por Jose M Jimenez Guardeño
Investigador en el Departamento de Enfermedades Infecciosas, King’s College London
Y Ana María Ortega-Prieto
Postdoctoral research associate, King’s College London
Madrid, 21 de marzo (The Conversation).- Últimamente vemos muchos titulares que hablan de la eficacia de las distintas vacunas aprobadas frente a la COVID-19. Sin embargo, el concepto de eficacia no queda siempre claro y puede generar mucha confusión. De hecho, es uno de los conceptos más malinterpretados en lo que llevamos de pandemia.
¿Qué quiere decir que una vacuna tenga una eficacia del 90 por ciento en prevenir la COVID-19?:
– No significa que un 90 por ciento de la gente esté protegida y un 10 por ciento sí pueda enfermar.
– No significa que de cada 10 vacunados, uno vaya a contraer la enfermedad.
– Significa que la probabilidad de desarrollar COVID-19 en las personas vacunadas disminuye en un 90 por ciento en comparación con las no vacunadas.
Para entenderlo mejor vamos a ver paso a paso cómo se calcula la eficacia de una vacuna. Para ello, vamos a tomar como ejemplo la de Janssen (Johnson & Johnson) cuya eficacia ronda el 66 por ciento con una sola dosis.
Visto así puede parecer muy complicado porque hay muchos datos y muchas variables distintas.
Lo primero que tenemos que conocer es que para evaluar la eficacia de una vacuna se necesitan dos grupos:
1. Grupo placebo: grupo control con voluntarios que reciben un placebo (sustancia sin uso terapéutico que se administra de la misma forma que la vacuna).
2. Grupo de vacunados: grupo con voluntarios que reciben la vacuna.
Lo segundo que necesitamos es un parámetro a evaluar. Por ejemplo, la infección por el virus o el desarrollo de la enfermedad. En el caso de las vacunas frente la COVID-19, la mayoría de las vacunas ha estudiado su efecto en la prevención de la enfermedad sin tener en cuenta si la persona se infecta o no. En este caso, evaluamos si hay COVID-19 moderada o grave:
Por último, necesitamos un tiempo de duración del estudio. En este caso, vamos a ver si hay enfermedad o no en un tiempo que va desde que se administra la vacuna hasta 28 días después.
Por lo tanto, vamos a calcular la eficacia de la vacuna de Johnson & Johnson a la hora de prevenir que la gente desarrolle la enfermedad a los 28 días después de la vacuna.
El primer paso es calcular el porcentaje de personas que ha desarrollado COVID-19 en cada grupo (placebo y vacunados). Para ello hay que hacer lo siguiente:
Casos con COVID-19 / número de voluntarios x 100
GRUPO PLACEBO:
Si vemos el grupo placebo (control) podemos ver que consta de 19 mil 691 voluntarios y que, de todos ellos, 193 personas desarrollaron COVID-19. Por lo tanto, el cálculo sería el siguiente:
193 / 19 mil 691 x 100 = 0.98 por ciento
Por lo tanto, el 0.98 por ciento de los voluntarios a los que se administró el placebo desarrolló formas moderadas o graves de COVID-19.
GRUPO DE VACUNADOS:
Si vemos el grupo de personas vacunadas podemos ver que consiste de 19 mil 630 voluntarios y que, de todos ellos, sólo 66 desarrollaron la enfermedad. Por lo tanto, si hacemos los mismos cálculos que antes:
66 / 19 mil 630 x 100 = 0.33 por ciento
El 0.33 por ciento de los voluntarios que recibieron la vacuna desarrollaron COVID-19 moderada o grave.
EFICACIA DE LA VACUNA:
Ahora, con los datos que tenemos podemos calcular la eficacia relativa de la vacuna.
Para ello, primero calculamos la diferencia entre en el riesgo de enfermar de COVID-19 en los distintos grupos haciendo lo siguiente:
Porcentaje de casos en el grupo control – Porcentaje de casos en el grupo vacunado.
0.98 – 0.33 = 0.65
¿Significa esto que la efectividad absoluta real de la vacuna es sólo de un 0.65 por ciento? No, este número puede generar mucha confusión porque hay gente que lo considera como un porcentaje cuando no lo es.
La medida usada para medir la diferencia entre dos porcentajes es la de puntos porcentuales. Por lo tanto, la diferencia entre el riesgo de tener COVID-19 en el grupo placebo y vacunado es de 0.65 puntos porcentuales, no del 0.65 por ciento.
Por ejemplo, pasar del 40 por ciento al 44 por ciento es un aumento de cuatro puntos porcentuales, pero es un aumento real del 10 por ciento en lo que se mide.
Por lo tanto, para saber lo efectiva que es la vacuna y conocer cuánto disminuye la probabilidad de tener la enfermedad en las personas vacunadas es necesario calcular la eficacia relativa. Para ello, el resultado obtenido en el cálculo anterior (0.65) lo dividimos entre el porcentaje de casos en el grupo control y lo multiplicamos por 100:
0.65 / 0.98 x 100 = 66 por ciento
Por lo tanto, y tal como han anunciado, la eficacia relativa de la vacuna de Johnson & Johnson es del 66 por ciento. Esto significa que nuestra probabilidad de desarrollar la enfermedad (en este ensayo concreto un 0.98 por ciento) disminuye un 66 por ciento con la vacuna hasta alcanzar un 0.33 por ciento.
66 por ciento es la eficacia de esta vacuna para prevenir formas moderadas o graves de COVID-19. Sin embargo, si analizamos la eficacia a la hora de prevenir formas graves o críticas de la enfermedad ese dato aumenta bastante, consiguiendo una eficacia del 85 por ciento que se puede calcular de la misma manera usando los siguientes datos:
¿Para qué me voy a vacunar si la probabilidad de enfermar es sólo del 0.98 por ciento? Visto así, un 0.98 por ciento puede no parecer mucho, pero es un número enorme cuando hablamos de vidas y de millones y millones de personas infectadas.
¿Nos meteríamos en una habitación con otras 99 personas sabiendo que una va a fallecer al instante? Además, hay que tener en cuenta que ese porcentaje (0.98 por ciento) es el obtenido en este ensayo concreto donde estamos en una situación de pandemia con medidas de prevención nunca vistas anteriormente.
Como hemos visto, la eficacia de la vacuna puede bajar o aumentar dependiendo de los parámetros y criterios que utilicemos y esta es una de las razones por las que es tan difícil comparar la eficacia de las distintas vacunas. Cada vacuna usa criterios distintos para definir las formas graves o moderadas de la enfermedad y además usan tiempos y grupos de voluntarios diferentes.
Por último, hay que tener en cuenta que la eficacia de la vacuna es el dato que obtenemos a partir de los ensayos clínicos donde todo se hace de forma muy controlada. Ahora falta por evaluar la protección que obtenemos con la vacuna cuando se administra en el mundo real con una heterogeneidad de población mucho mayor y sin condiciones tan controladas, siendo ese dato lo que se conoce como efectividad de la vacuna.