Llegar de nuevo al Óscar con Roma mantiene ilusionado al mexicano, sobre todo por la temática de la cinta, pues El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro, transcurría en la España.
Por Berenice Bautista
Ciudad de México, 21 febrero (AP).- Eugenio Caballero regresa este domingo al Óscar con una especie de experimento cinematográfico: Roma de Alfonso Cuarón.
El diseñador de producción mexicano, laureado con un Premio de la Academia en 2007 por su trabajo en El laberinto del fauno, compite en esta ocasión por una cinta para la cual no recibió un guión de antemano.
Pero “lejos de afectar entramos a un juego distinto”, dijo Caballero en una entrevista reciente con The Associated Press. “Fue reaprender en cierto sentido”.
El diseño de producción incluye platós, locaciones, utilería, iluminación, vestuario... Y los diseñadores de producción son responsables de crear un concepto con todos los elementos visuales y de que estén listos para cuando el director diga ¡acción!
De modo que sin un guión, lo que le quedaba era charlar tanto como fuera posible con Cuarón sobre lo que éste quería retratar, muchas veces llegando a ideas bastante abstractas.
“Nosotros queríamos hablar por un lado de la soledad de los niños, de la ruptura familiar, de la condición de la mujer en ese sentido, de un contexto sociopolítico… cómo la diferencia entre clases sociales estaba muy presente. Queríamos hablar del racismo o del clasismo que se encuentra en la sociedad mexicana”, dijo Caballero sobre las ideas detrás de Roma, nominada a 10 Óscar que también incluyen mejor película, dirección, actriz (Yalitza Aparicio), actriz de reparto (Marina de Tavira) y cinta de lengua extranjera.
Caballero por fin vio el guión un par de semanas antes, cuando ya estaban hechos los platós principales, incluyendo una casa (donde vive la familia que retrata la cinta) totalmente amueblada, con libros, trastos y ropa dentro de cajones que no sabía si se abrirían o no, pero que habían puesto porque imaginaban meter a los actores en ella y dejar que hicieran su vida cotidiana.
“Siempre hablamos los dos de que queríamos honrar el tiempo y el espacio. Esa era una de las premisas fundamentales”, dijo.
La fachada de la casa se filmó en la calle donde vivió Cuarón, mientras que el interior se rodó en una casa que iba a ser demolida. Esto les permitió hacer modificaciones para tener paredes movibles que les facilitaran desplazar la cámara. También rehicieron el patio de la casa para colocarle azulejos iguales a los que había en la infancia del director, hace cuatro décadas, que mandaron a hacer para la película.
Con el mismo detalle que hicieron la casa construyeron, con todo y pavimento, dos grandes avenidas en un viejo estacionamiento: Insurgentes y la avenida Baja California. Ambas existen en la actualidad en la Ciudad de México, pero han cambiado radicalmente.
“El set estaba listo para que se viera de todos lados, por todos lados”, dijo Caballero, quien como Cuarón fue vecino de la Roma. “En Insurgentes, que construimos desde cero, todos los negocios estaban ambientados al punto en el que podías meter una cámara”.
Otras escenas, como la del Cine Metropólitan y la Casa del Pavo, a donde va a comer una torta (sándwich) Cleo, la protagonista, fueron filmadas en locación. Ciudad Nezahualcóyotl, la villa miseria que Cleo visita, era un terreno baldío y la producción hizo la mayoría de las casas que se ven en ella. Con todas estas locaciones querían mostrar la complejidad de la Ciudad de México que es “bellísima, inabarcable, pero también tiene mundos que coinciden que son casi opuestos”.
“Desde la modernidad que está reflejada en Insurgentes, la tradición que está reflejada en el Centro Histórico, los barrios de clase media, hasta lo que era entonces Neza, que era un lugar sin servicios, un lodazal, todo eso al final son las bases de cada una de las decisiones estéticas que se toman”, dijo Caballero.
El diseñador de producción, cuyos créditos incluyen Un monstruo viene a verme y Rudo y Cursi, también tenía muy claro lo que quería evitar en Roma: encerrarse en los años 70 que retrata.
“Para mí una de las cosas más importantes cuando hago cualquier película es dotarla de una complejidad más allá de lo evidente. Cuando tú estás recreando época es muy fácil caer en el clisé de la época”, dijo. “Que todo se vea como de los 70 y no es cierto, la Ciudad de México si veíamos fotos nos dábamos cuenta que muchas cosas en los 70 parecían de los 40, había coches de los 50, de los 60, las ciudades no cambiaban tanto. Yo todavía ahora camino por la calle y encuentro cosas de hace 50 años”.
¿Y qué decir de las cabezas de perro disecadas como trofeos que vemos en la película?
“Vienen de una memoria de Alfonso, (que) fue a esa hacienda” retratada en la cinta, dijo Caballero, al tiempo que señaló que son falsas y en algunos casos fueron peinadas y abrillantadas en postproducción. “El elemento juega mucho a varias cosas, una cosa cómica, trágica. Habla también de la clase alta, de los hacendados, de la caza, de la taxidermia, del estatus”.
Llegar nuevamente al Óscar con Roma lo tiene ilusionado, sobre todo por la temática de la cinta, pues El laberinto de Guillermo del Toro transcurría en la España de Francisco Franco.
“Para mí es importantísimo que en esta ocasión sea con una película de temática mexicana, además que sea una película tan bien recibida en el mundo y que habla también de mi propia historia”, dijo Caballero. “El amor que tiene Alfonso por esta ciudad yo también lo tengo”.