Madrid, 21 feb (EFE).- Las conclusiones obtenidas sobre la copia de la Gioconda del Museo del Prado permiten imaginar a Leonardo da Vinci en su taller, pintando a la Mona Lisa, mientras uno de sus discípulos de mayor confianza ejecutaba, siguiendo los pasos del maestro, esta otra obra.
Desde el dibujo preparatorio hasta casi los últimos estadios, el discípulo, trabajando junto al caballete del maestro, repitió el proceso creativo en todos sus pasos, aunque sin pretender hacer pasar esta obra por la original que se muestra en el Museo del Louvre, en París.
La restauración llevada a cabo en el Prado, en la que se eliminó el repinte negro que cubría el fondo, lo que permitió recuperar el paisaje original, ha despertado gran interés entre los expertos y los medios de comunicación de todo el mundo, que llenaban el auditorio durante la presentación de la obra, que luce tal como fue pintada en la sala 49 del museo.
Los estudios y la posterior restauración realizados por Ana González Mozo, del gabinete de Documentación Técnica del Prado, y por Almudena Sánchez Martín, restauradora del museo, evidencian un proceso paralelo de elaboración de las obras del Prado y del Louvre.
Las figuras son prácticamente iguales en dimensiones y formas, y cada una de las correcciones del dibujo original se repiten en la obra del Prado: la transformación del contorno de la cintura, la posición de los dedos, el contorno del velo y de la cabeza e incluso ajustes de los perfiles en las mejillas y el cuello.
Los estudios sobre el “duplicado” permiten comprobar que el autor de esta tabla dibujó los mismos elementos que Leonardo, incluso los que nos son visibles en la superficie pictórica.
El Louvre pidió hace dos años al Prado que estudiara la copia con vistas a su presentación en la exposición que el museo parisino inaugurará el 29 de marzo en torno a la obra de Leonardo “Santa Ana”.
“Los trabajos han dado un resultado cuanto menos sorprendente”, a juicio de Gabriele Finaldi, director adjunto del Prado, quien destacó la repercusión mundial que ha tenido el descubrimiento de que “la Gioconda francesa tiene una gemela en el Prado”.
Procedente de las colecciones reales españolas, la obra del Prado “no tenía ventana ni paisaje. Los estudios permitieron descubrir su presencia y su buen estado de conservación. Vimos que podíamos quitar la capa sin peligro, y hacerlo fue una auténtica revelación”.
La intervención y los estudios “han proporcionado pistas para un mejor conocimiento del cuadro del Louvre, así como detalles difíciles de percibir en la obra original. Estamos al principio de un proceso más amplio de investigación”, según Finaldi.
Ana González Mozo coincidió con él al decir que “la investigación no está concluida” y que los resultados obtenidos constituyen una gran aportación para conocer el procedimiento de trabajo de Leonardo.
La del Prado “parecía otra copia más de Leonardo”, y ahora está considerada “la versión más importante de la Gioconda de las conocidas hasta el momento”, señaló la investigadora.
Por lo que respecta al autor, Miguel Falomir, jefe del departamento de Pintura italiana del Prado, afirmó que, en contra de lo que algunos estudiosos han dicho, no se trata del español Fernando Yáñez de la Almedina.
“Se trata de un pintor preciso y relamido en su ejecución” y como hipótesis se barajan los nombres de los milaneses Salaï (1480-1524) y Francesco Melzi (1493-1572/73), los alumnos de más confianza del maestro.
La “gemela” del Prado, en la que no se ha empleado la técnica del sfumato y que, a diferencia de la del Louvre, tiene cejas, se mostrará al público durante tres semanas y posteriormente viajará a París. A su regreso se mostrará en la sala 56-B, catalogada como “La Gioconda, taller de Leonardo”.-EFE