El Premio Herralde de Novela fue para nuestro compatriota, el tapatío Juan Pablo Villalobos, quien a lo largo de cuatro historias se ha convertido en un verdadero autor de Anagrama y también en uno de los más lúcidos analistas del México contemporáneo que tanto y tanto le duele. Esta novela transita por el humor de la literatura mexicana y cierra en cierto modo el ciclo iniciado por su aclamada Fiesta en la madriguera, ópera prima de un hombre atado a su tiempo y a su destino.
Ciudad de México, 21 de enero (SinEmbargo).- No voy a pedir a nadie que me crea cierra el ciclo iniciado por la aclamada Fiesta en la madriguera. No puede decirlo su autor, Juan Pablo Villalobos, pero sí sus lectores, los que han leído una a una sus historias en correspondencia con el México contemporáneo, centro de sus máximos intereses. Nadie podrá decir que las futuras novelas de Juan estén totalmente alejadas de este país debatiéndose entre los estertores del PRI y tal vez una leve esperanza que cambie el futuro en las próximas elecciones, pero algo habrá distinto. Algo que no tenga que ver con los narcos y esas miradas del crimen organizado con que solemos ver a diario nuestro transcurrir.
No voy a pedirle a nadie que me crea transita de manera liviana el humor. No es liviano el resultado. Claro, él dice que el humor es tragicomedia y que en la tragicomedia no pasa nada que pueda ser leído por sus protagonistas como algo impropio, alejado de la cotidianeidad. Pero tal vez podríamos pedirle algún guiño, alguna mirada de complicidad, para no caer tan en el vacío. “Ya sabes, soy pesimista, no veo con buenos ojos el futuro de México, aunque eso no significa que no tenga futuro”, advierte Juan.
Juan Pablo Villalobos, el protagonista no el autor de esta novela, tiene un primo estafador y bastante tontuelo. Digamos que la inteligencia no le alcanza para llevar a buen puerto sus fechorías y encuentra la muerte, en lugar de la fortuna. El primo, no obstante, está preocupado por la evolución del humor en la literatura mexicana y por hacer un posgrado en la universidad de Barcelona. En el medio hay una novia y un montón de personajes que se van haciendo presentes para convertir el futuro de Juan Pablo y el de su novia en negro, trágico.
Todas las vicisitudes de la novela están contadas a través de varios escritores: un Jardiel Poncela, un Ibargüengoitia y hasta Charles Baudelaire, en “Sobre la risa y lo cómico”, conspiran para hacer reír al lector y para tratar de explicar algo de lo inexplicable en la novela.
“Villalobos ha encontrado un tono y un ritmo propios, que no se parecen a ningún otro en la narrativa mexicana actual. Hace reír con el absurdo y al hacerlo muestra el sinsentido del mundo”, dice el crítico Fernando García Ramírez, de Letras Libres. Villalobos (1973), no obstante, cree que es más común encontrar ahora el humor en lo literario y mexicano. Como sea, su novela es única y extraordinaria: a pesar de todo.
–Juan Villoro suele referirse a la falta de humor en la literatura mexicana
–Bueno, la tradición mexicana tiende más a la solemnidad, pero sí tenemos una tradición carnavalesca desde el siglo XIX y también tenemos a grandes representantes del siglo XX, como lo obvio de Jorge Ibargüengoitia, Francisco Tario y el propio Juan Villoro. Sergio Pitol, aunque en un registro más irónico pero también humorístico, Fernando del Paso…sí, creo que la corriente solemne era la más celebrada, pero me parece que eso está empezando a cambiar.
–Tú te la pasas hablando de todos, de autores mexicanos y no mexicanos, de Jardiel Poncela, de Baudelaire, de Ibargüengoitia…
–Bueno, esta novela me interesaba también para que algunas reflexiones que ya estaban en novelas anteriores, se volvieran explícitas. El ejemplo de esa cuestión sobre los límites del humor, con qué se puede, con qué se vale reírse y de qué no se vale reírse. Incluso como funciona la teoría del humor, allí en la novela incluí algunas lecturas y algunas reflexiones que yo hice durante mi Doctorado en Letras.
–Bueno, es un humor que percibe el que lee y no el que lo vive
–De hecho mi humor es como una tragicomedia, no puedes ver que estás pasando el humor mientras lo vives, mi humor es ese que quizás más adelante lo puedes ver como algo absurdo, pero mientras tanto no tiene explicación. El humor es eso, ver cómo cae el otro, no ver cuándo te caes tú.
–Me parece que hay varios tipos de humor, el asunto aquí es que hay mucho humor, pero el crimen siempre es el resultado
–Sí, lo que sucede es difícil en el tema de la tragicomedia, nunca te darás cuenta mientras lo vives. En una comedia más ligera y yo alabo las comedias más ligeras, esas comedias que giran en torno a las relaciones amorosas, de amistad o filiales, representarnos en esas situaciones y reírnos de cómo somos, es menos peligroso. Pero cuándo lidias en un sistema tan delicado como mi novela, la situación se complica.
–Lo que ocurre aquí es que no hay manera de salirte del crimen, cuánto más tragicomedia hay, más crimen está presente…
–Sí, sí, bueno, la idea original de la novela era imaginar una organización criminal que puede controlar la vida de un individuo hasta en sus detalles más insignificantes. Puede determinar cuál es el tema de su tesis doctoral o puede determinar que tiene que estar con una novia y estar con otra; es decir, una idea un tanto ridícula que creo que tenía un potencial cómico, pero que en el fondo es profundamente trágica y funciona como una metáfora de nuestro México contemporáneo. Una sociedad que de muchas maneras está condicionada por el crimen organizado. Cuando tú decides como persona yo no voy a este barrio porque es peligroso, este viaje no lo hago en carretera lo hago en avión, cuando decides no seguir siendo amigo de tal persona porque te parece que está en negocios raros, todas esas decisiones en apariencia no tan graves reflejan la situación en que está inmerso el país.
–No hay manera de salirse de esa metáfora
–Bueno, tú sabes que soy pesimista y eso no lo voy a ocultar. Me parecía que una novela como esta no tenía un final feliz. Durante una parte de la escritura de la novela contemplé un final más abierto, de que los buenos ganaran, pero conforme me iba acercando al final, me di cuenta de que eso no iba a funcionar. Eso desde el punto de vista de la literatura, no estoy sacando conclusiones de la realidad y decir que México no tiene remedio.
–¿Quién sería Laia, la policía, la única que queda con la verdad al final de la novela?
–Ella es el personaje que representa una cierta esperanza, al grado de que Valentina extraña que pueda toparse con una policía en la que puede confiar. Como mexicana le resulta insólito. Laia era la posibilidad de que la novela tuviera un final más esperanzador, como el que te comentaba.
–Un final esperanzador que la madre voltea…
–Sí, la madre, con todos esos prejuicios clasemedieros mexicanos, difícilmente puede representar una esperanza. Ese principio clasemediero mexicano esconde un miedo muy brutal de caer en la pobreza, es un instinto trepador, aspiracional, pero en el fondo lo más fuerte es el terror a caer. En México, con tanta crisis, corres el riesgo de perder tus ventajas y ubicarte inmediatamente un peldaño más abajo.
–Encontré esta novela mucho más parecida a Fiesta en la madriguera, ¿es probable que haya una especie de cierre de ciclo?
–No lo sé, es curioso que la gente la compare más con Fiesta en la madriguera, que esos lectores que me vienen acompañando desde la primera novela me digan que ahora esta es su favorita. Y eso es algo que yo no tenía tan claro, son cosas que suceden en el proceso de creación que se escapan un poco.
–Voy a cambiarte un poco la pregunta, ¿es probable que se cierre el ciclo con esta novela y que tus temas en el futuro vayan a ser diferentes?
–Para mí esta novela es un nuevo ciclo, el hecho de apropiarme de Barcelona, de apropiarme de personajes de otros orígenes, de juguetear con las diferentes maneras de hablar castellano, todo esto para mí significó una novedad. Si bien es cierto que la novela sigue un poco la línea estilística de las novelas anteriores, pero al mismo tiempo implica una inauguración. De momento no tengo proyecto nuevo, estoy descansando un poco…
–Bueno, puede ser que la forma se inaugure, pero la metáfora de México tal vez concluya…
–Sí, en ese sentido sí. Es una novela que con la incorporación de otros escenarios y otros personajes, acabó siendo muy mexicana. También es una novela catalana y una novela sobre Barcelona, etcétera, pero termina siendo muy mexicana.
–Escribiste en varios momentos muy parecido a Bolaño, con una voluntad de escribir como él
–Hay muchos guiños a Bolaño. El hecho de que Valentina al principio de la novela esté leyendo Los detectives salvajes no es una casualidad. No es un libro elegido al azar. Por una parte es un rasgo autobiográfico. Cuando vine a vivir a Barcelona, fue una época muy dura, me separé aquí, estaba muy solo y en esa soledad leía Los detectives salvajes. Luego, por otro lado hay una cosa más conceptual, que tiene que ver con Bolaño, que era chileno, que vivió en México, luego en Barcelona, escribía historias que traspasaban el concepto de literatura nacional. Lo que hacía Bolaño no era considerada literatura chilena, pero tampoco literatura mexicana o española, la misma sintaxis y la misma gramática de Bolaño ya era representación de toda su trayectoria vital, y al querer incorporar a mi literatura la realidad de ser un inmigrante, evidentemente para mí un referente importante era Bolaño.
–También está la chica que escribe en diario…
–Bueno, también esta posibilidad de tener a varios narradores y que la novela se va armando mediante diferentes registros, cartas, emails, diarios, era una referencia a Bolaño y a varios escritores también…
–¿Qué representó el Premio Herralde para ti?
–Una parte con mucha alegría por formar parte de un listado que yo admiraba mucho, que ya había experimentado al comenzar a ser editado por Anagrama. Estar en ese grupo donde están Sergio Pitol y Daniel Sada, que son autores que yo leí tanto en mi momento…
–Un poco a México, todo lo que está pasando con Enrique Peña Nieto, parece ser que se lo está haciendo cada vez más fácil a Andrés Manuel López Obrador. ¿Es así?
–Pues esa es la pregunta del millón, ¿no? Yo digamos que tengo una desconfianza tan inmensa del PRI, que es un sistema que se niega a morir, que no estaría tan seguro de que a pesar de que este sexenio ha sido tan desastroso no ganara el PRI en las próximas elecciones. Es un PRI es un sistema que logra a través de la manipulación perpetuarse en el poder. Quisiera pensar que en esta ocasión que el agravio ha sido tan grande que algo va a cambiar, pero no sé…
–Ahora bien, en los Estados Unidos está Donald Trump y las cosas no van a ser tan fácil para México…
–Bueno, es imprevisible, todavía no sabemos que va a pasar, pero creo que eso sí puede afectar la política interna de México de manera decisiva. Quizás la política que implemente Trump en los próximos meses, acaben determinando lo que suceda en la elección presidencial. Siempre la política estadounidense influye sobre la política mexicana, pero esta vez más que nunca, porque las medidas de Trump son directamente amenazantes para México.