La investigadora de la Universidad de Princeton Janet Currie lideró un estudio que entre 2004 y 2013 comparó la salud al nacer de 1.1 millones de niños gestados a 1, 2 y 3 kilómetros de pozos de fracturación hidráulica. La conclusión, publicada en la revista Science, fue que los niños de madres que vivieron a menos de 1 kilómetro de los pozos durante el embarazo fueron un 25 por ciento más propensos a nacer con bajo peso, que puede ser una causa de muerte o derivar en asma, trastorno por déficit de atención con hiperactividad u otras complicaciones.
En México operan de los años 80 al menos 3 mil 780 pozos que usan fracking y pese a ello no hay estudios sobre el impacto al ambiente y la salud de las poblaciones cercanas. Opositores a esta técnica acusan que el Gobierno mexicans ha incumplido con hacer este tipo de investigaciones y de dar a conocer el número real de lugares en donde se aplica esta técnica para poder impulsarla con el argumento de que no hay evidencia de los daños que provoca. Incluso, en la página dedicada a la Reforma Energética, la administración federal sostiene que es un “mito” que el fracking genere sismos y daños al ambiente.
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Ciudad de México, 20 de diciembre (SinEmbargo).– Pese a que el Gobierno de México asegura que los daños que provoca el fracking son un “mito”, un nuevo estudio reveló que las mujeres embarazadas que viven cerca de las zonas donde se usa esta técnica son más propensas a dar a luz bebés bajos de peso.
El estudio publicado por la revista Science asegura que los niños gestados en zonas cercanas a pozos de “fracking” o fracturación hidráulica son un 25 por ciento más propensos a tener un bajo peso al nacer, factor que puede derivar en mortalidad infantil y en diversas enfermedades.
La investigadora de la Universidad de Princeton Janet Currie lideró un estudio que entre 2004 y 2013 comparó la salud al nacer 1.1 millones de niños gestados a 1, 2 y 3 kilómetros de pozos de fracturación hidráulica.
La conclusión, publicada en Science, fue que los niños de madres que vivieron a menos de 1 kilómetro de los pozos durante el embarazo fueron un 25 por ciento más propensos a nacer con bajo peso, que puede ser una causa de muerte o derivar en asma, trastorno por déficit de atención con hiperactividad u otras complicaciones.
Para estar más seguros de su hallazgo, los investigadores compararon hermanos gestados a diferentes distancias de los pozos.
Concluyeron que “aunque hay algunas pruebas de que vivir a 3 kilómetros de un pozo activo de ‘fracking’ puede tener efectos negativos en el útero, los mayores impactos en la salud son en niños nacidos de madres que viven a 1 kilómetro de estos pozos”.
Acompañaron a Currie en el estudio investigadores de la Universidad de Chicago y de la Universidad de California.
La “fracturación hidráulica” es una técnica que permite el acceso a bolsas de petróleo y gas a las que anteriormente no era posible llegar mediante la inyección en el subsuelo de una mezcla de agua y productos químicos a altas presiones para romper las rocas porosas que almacenan los combustibles y así liberarlos.
DAÑOS POR FRACKING, MITO
El Gobierno mexicano incluyó los daños del fracking en su sección de “mitos” alrededor de la Reforma Energética.
En la página dedicada a explicarla, la administración federal sostiene que es “falso” que “la técnica fracking, que se usa para extraer gas y petróleo de lutitas, tiene graves consecuencias ambientales”.
“¡Que no te engañen! El fracking, o fractura hidráulica, es una técnica que se ha utilizado desde hace décadas y sus riesgos ambientales pueden ser controlados mediante una regulación efectiva. Con las medidas de seguridad adecuadas, no se presentan afectaciones al medio ambiente o a las poblaciones aledañas”, se lee en el sitio web http://reformas.gob.mx/.
“Como toda actividad de explotación de recursos naturales, el fracking conlleva ciertos riesgos que pueden minimizarse bajo condiciones adecuadas de seguridad. Entre estos riesgos está la liberación de metano y otras sustancias en los mantos acuíferos, microsismicidad inducida y contaminación atmosférica. No obstante, con las medidas de seguridad apropiadas, como el aislamiento de los mantos acuíferos con cemento y el tratamiento de aguas residuales, el fracking no representa un riesgo para el medio ambiente, las poblaciones aledañas o los trabajadores. Aquí te presentamos una tabla de los mitos que se han formado sobre los riesgos”, añade.
En México, hasta mediados de este año operaban al menos 3 mil 780 pozos que usan la técnica de la fractura hidráulica, de acuerdo con una solicitud de información hecha por este diario digital a Pemex. La empresa productiva del Estado destacó en aquella ocasión que estaban distribuidos en los estados de Nuevo León, Coahuila, Puebla, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz.
La respuesta de Pemex confirmó que no es una actividad reciente sino que se utiliza en México al menos desde 1980.
Manuel Llano, investigador de la iniciativa CartoCrítica y miembro de la Alianza Mexicana contra el Fracking, explicó que el Gobierno mexicano por “opacidad o ineficiencia” no ha dado a conocer una cifra clara. “No hay un registro, sabemos que existen estos pozos pero el número final estamos lejos de conocerlo”.
Ana de la Fuente, también miembro de la Alianza Mexicana contra el Fracking, señaló que “no hay una voluntad del Gobierno para garantizar el derecho al acceso a la información” y sí hay una para “invisibilizar el tema “que se debe básicamente a que hay un gran interés para poder promover esta actividad y que seguramente si se conocieran las consecuencias, la decisión sería no hacer el fracking”.
El Gobierno mexicano también considera un mito que “el fracking produce sismos que afectan la vida de las comunidades aledañas a las instalaciones de explotación”, aunque hay estudios como el publicado en la misma revista a mediados del mes pasado que relacionan esta técnica con los movimientos telúricos.
La investigación, de expertos de la Universidad Metodista Southern de Dallas y el Servicio Geológico de EU (USGS), que vigila la actividad sísmica mundial, buscó distinguir entre la actividad sísmica natural y la inducida en el centro de EU, señala que algunos sismos registrados recientemente en la Cuenca de Fort Worth (FWB) de Texas (EU) fueron probablemente provocados por la actividad humana.
La conclusión, basada en datos de reflexión sísmica de alta resolución, contrasta con la interpretación de otros científicos de que la sismicidad reciente de Fort Worth se debe a la deformación de fallas que se han mantenido activas desde la Era Paleozoica. Los terremotos ahora ocurren en regiones que tuvieron poca o ninguna sismicidad antes de 2009, mientras que las áreas previamente activas han mantenido tasas de sismos casi constantes.
Algunas pruebas, recuerdan los autores del estudio, sugieren que el aumento de la tasa de sismicidad está asociado con la inyección de aguas residuales, un subproducto de la extracción de petróleo y gas, en la corteza intraplaca del centro de América del Norte. Casi toda esta evidencia se basa en una correlación entre la inyección de fluido, la presión de poros de agua atrapada en la roca y la actividad sísmica.
La investigación sugiere además que estos terremotos no ocurren antes de lo que lo hubieran hecho en el caso de fallas continuamente activas durante largos períodos de tiempo. En cambio, los sismos indican la reactivación de fallas inactivas como consecuencia de la inyección de fluido.
De la Fuente lamentó que en México no exista información sobre el daño que causa esta actividad. “No hay estudios que sean confiables , lo que falta es que el Estado los haga”.
Y aseguró que este desconocimiento da argumentos a los gobiernos para expandir esta práctica, pues “son necesarios varios años de estudio, y de eso se agarran los gobiernos para aplicar en fracking argumentando que no hay evidencia”.
Manuel de Llano señaló que la cantidad de estudios a nivel internacional sobre los daños del fracking “son bastante sólidos y consistentes” y que será en los próximos “10 o 15 años donde vamos a ver en México los absurdo que es esto y el cúmulo de evidencia irá creciendo”.
El maestro en antropología social por la Universidad Iberoamericana señala que en países como Francia se ha prohibido el empleo de la fracturación hidráulica y “aquí se quiere apostar a que con regulaciones se tiene controlado todo, de qué sirven las regulaciones si afectan a miles por las siguientes decenas de años”.
“A quién está respondiendo [el Gobierno mexicano] a los derechos humanos de la población a un ambiente sano o a los privados”, cuestionó De la Fuente.
-Con información de Antonio Hernández y Efe