Ciudad de México, 20 de diciembre (SinEmbargo/Radio Nederland/MásDe131).– Lo recibieron en el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez, en San Cristóbal de las Casas ofrecieron una misa, en San Juan de El Bosque una peregrinación y fiesta, aplaudieron incluso en dos cárceles: Cereso 5 y El Amate.
Así fue celebrada la libertad de Alberto Patishtan, trabajada por presos y pueblos indígenas de Chiapas desde que fue encarcelado hace 13 años.
A la fiesta en su pueblo natal, San Juan del Bosque, aquel que fuera rebautizado como San Juan de la Libertad por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, asistieron organizaciones como El Pueblo Creyente, adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN de San Sebastián Bachajón y ex presos que estuvieron en la cárcel con el profesor tzotzil.
“Estamos cosechando el fruto, del sacrificio, del sufrimiento, de los trabajos, las lluvias, las caminadas que dábamos con los niños, las señoras, viejitos, ya grandes”, cuenta Pascual Gómez López, del antes Movimiento del Pueblo de El Bosque por la Libertad de Alberto Patishtan, y ahora Movimiento de El Bosque en Defensa del Pueblo.
“No es tan fácil olvidar que libramos un proceso histórico hasta lograr la libertad de un pobre inocente”, le dijo a Patishtan en un discurso de bienvenida el también profesor tzotzil Martín Ramírez, quien trabajó por la libertad de su amigo desde el inicio.
Calificó como una “vergüenza” para las autoridades tanto municipales como estatales y federales que el profesor haya tenido que pasar 13 años en prisión, exigió además la libertad de otros presos, además del retorno de indígenas desplazados en los municipios de Chenalhó y Tenejapa.
En entrevista, el profesor Martín dijo que su amigo regresa a un municipio donde el presidente municipal del PRI Humberto López Pérez coopta comisariados comunales, representantes de barrios, usa las tarifas de luz para acosar y tacha al propio profesor Martín de “revoltoso” y “agitador”.
“Bienvenido a este campo de batalla”, le dijo Martín a Patishtan, “¿Por qué le digo campo de batalla? Porque en este pueblo hay muchos trabajos pendientes”.
Zacario Herández estuvo preso injustamente en El Amate. Ahí conoció a Patishtan.
“Solamente porque me gustaba de apoyar a mis hermanos evangélicos y católicos expulsados”, dice, “los que cometieron la injusticia, ellos estaban libres, ellos gozan de libertad para fabricar los delitos a los que defienden a los seres humanos, los que son despreciados”.
Catequista católico de San Juan Chamula y miembro de la organización Pueblo Creyente, Zacario fue detenido el 28 de enero de 2003 acusado del homicidio de ocho policías. Acusa a los caciques en contubernio con el Presidente Municipal y el Subprocurador de la Fiscalía en San Cristóbal de las Casas como responsables de su encarcelamiento.
“Cuando estaba yo en libertad nunca lo abandoné a Alberto Patishtan”, cuenta Zacario, “hicimos marchas, peregrinaciones, rezos, ayunos. Estuve un mes llevando su foto, su clamor su voz desde Estados Unidos con Javier Sicilia en la caravana del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad”.
Zacario logró su propia libertad en una huelga de hambre en 2008. En ese tiempo, las cárceles chiapanecas llevaban ya un proceso organizativo protagonizado por diferentes colectivos de presos como La Voz de Cerro Hueco, La Voz de la Dignidad Rebelde, La Voz del Amate y los Solidarios de La Voz del Amate , que eventualmente denunciaron encarcelamientos injustos y malas condiciones de vida dentro de las prisiones.
Pedro López Jiménez es indígena tzeltal originario de Tenejapa. Estuvo preso en el Cereso 5 de San Cristobal de las Casas, cuenta cómo los Solidarios de la Voz del Amate se organizaron un año clandestinamente, renunciaron a usar uniformes, lanzaron documentos denunciando negligencia médica. El septiembre de 2011 se fueron a huelga de hambre de 29 días.
“Aparte de eso nos reprimen dentro de la cárcel, nos amenazan, pero decíamos qué más tenemos qué perder, qué vamos a perder si estamos lejos de la familia”, dice Pedro.
En la cárcel muchos presos estudiaron, aprendieron “castilla” (como nombran al idioma español) con la guía de Alberto Patishtan. Gracias a “la lucha, la resistencia de otros compañeros”, Pedro y siete indígenas más fueron liberados el dos de julio pasado.
“Pero uno no es libre completamente”, dice Pedro, “porque hay muchos compañeros que todavía sufren, algunos encarcelamientos injustos, otros compañeros que están despojados de sus tierras, otros que están perseguidos, otros que les hacen llamar prófugos y no lo son, si un compañero sufre, también nosotros sufrimos”.
Al lado de la mesa de honor, donde distintas organizaciones recibieron a Patishtan, se lee una manta que dice: Alejandro Díaz Sántiz, Miguel Demeza Jiménez, Antonio Estrada, presos políticos de la Sexta (como se llaman ahora los adherentes al llamado zapatista de noviembre de 2005).
“Si apenas tienen para un kilo de sal y chile cómo van a tener para pagar un buen abogado, una fianza”, cuenta Alejandro, indígena tzotzil, integrante de los Solidarios de la Voz del Amate,
“Ahora sé cómo trabajan las malas autoridades”, denuncia, “con las injusticias y la corrupción. No te toman en cuenta como persona. Te enfermas y no hay medicamentos, pero se puede denunciar, se puede luchar”.
Miguel Demeza Jiménez, indígena tzeltal, también preso en Cereso 5, anteriormente en El Amate, adherente de la Sexta mediante el ejido de San Sebastián Bachajón, cuenta:
“Me alegré mucho cuando salió libre. En mi pueblo también se estaba luchando por su libertad”.
“¿Usted es indígena?”, le preguntaron al detenerlo en Ocosingo.
“Sí”, contestó. Luego lo torturaron. Le pusieron una bolsa en la cabeza, le metieron al agua, le quebraron una costilla.
“Yo sé que estoy pagando injustamente. La ley dice que eres inocente pero te echan la culpa por ser indígena, y así como somos indígenas no puedo hablar bien el castellano”, comenta.
Ahora en el Cereso 5, Alejandro comenta que momentos antes de ser entrevistado un preso le llevó un oficio para que lo leyera. “Quería ver si me dijeron la verdad”, le dijo el preso. Alejandro ahora mete escribe oficios, comunicados, denuncias, recomienda qué hacer si se está enfermo, apoya a quienes están presos.
Los demás presos le comentan que si Patishtan salió con más de 60 años de sentencia, ellos pueden salir. Y es que alrededor de la libertad de Patishtan la Cámara de Senadores tuvo que reformar modificación del artículo 97 Bis del Código Penal Federal, abriendo posibilidades para la salida de presos que han sufrido violaciones a los derechos humanos y el debido proceso.
Esto podría beneficiar, además de los presos de La Sexta, a los zapotecas de la Región Loxicha y los nahuas de San Pedro Tlanixco, en el Estado de México.
“La gente, gritó cuando vieron la noticia en televisión porque tienen esperanza. Es un gran ejemplo. Ya abrió pertas y eso significa que muchos indígenas van a salir”, cuenta Alejandro.
Y añade: “Como dice Patishtan: ‘No existe la sentencia cuando uno está en la lucha’”.