Ciudad de México, 20 de diciembre (SinEmbargo).- En medio del partido, la señal dejó sin ayuda a los locutores que veían a las dos novenas en medio del diamante. Entonces, él tomó el micrófono y con el mismo gesto de siempre, con su incomparable tono de voz, transformando el nerviosismo de la cabina en un espectáculo digno de dejar bocas abiertas. Su mote de toda la vida cambió desde aquel parteaguas dentro del recinto minúsculo donde Pedro Setién Orozco hizo escuela. “El Marqués de Querétaro” se olvidó para siempre dejando estipulado el apodo del que todos hablarían generación tras generación.
“El Mago” fue campeón estatal de tenis en su natal Querétaro y un cátcher habilidoso. Detrás del plato veía el terreno donde dos equipos se batían. Hombre ilustre de nuestro país, llevó su afición a un extremo del conocimiento para convertirse en una biblioteca andante de gran carisma. Nacido en 1916, cuando México comenzaba a construirse desde el trabajo arduo, lejos de la academia. Fueron seres humanos apresurados por los tiempos inestables políticos los que tomaron las riendas de los rubros de gran magnitud. A los 23 años llegó a la XEQ con su cabeza amueblada y con un sinfín de imaginación. Su voz marcó generaciones desde el micrófono que se pegaba a la boca.
Nacido en una alcurnia queretana, tuvo sobrada confianza en sí mismo mientras iba ascendiendo en popularidad. Elegante en su vestir, con un bigote finamente recortado, su pasión saliente de esa boca bien abierta le regaló al país palabras bien entonadas diferentes al resto. El sentimiento de Pedro marcó tendencia, creando una escuela a la que se debía imitar para darle color a un sector que de por sí ya levantaba pasiones en la población en general. El mundo deportivo se entregó al talento de Septién quien terminó narrando 23 distintas disciplinas con un profesionalismo nunca antes visto, que se quedaría para siempre.
Hombre oportuno, supo ser protagonista en el primer partido televisado a control remoto el 22 de marzo de 1951, cuando los Azules de Veracruz se enfrentaron a los Diablos Rojos del México en el parque Delta. Un año después, su voz encumbraría el encuentro Pumas de la UNAM vs. Burros Blancos del IPN que sirvió para inaugurar el estadio Universitario de la máxima casa de estudios. De pronto, un simple mortal de buena familia se convertía en el estímulo perfecto para seguir las transmisiones. El Mago no solo sabía de deportes, sino que transmitía lo que dentro del terreno de juego se vivía.
Aficionado ferviente de la pelota caliente, ingresó al Salón de la Fama del Béisbol Mexicano en 1988 gracias a los 6500 partidos y las 56 Series Mundiales narradas en toda su trayectoria. El siglo tuvo su voz mezclada con el contacto del bate con la pelota o de los innumerables double plays, mientras los mexicanos iban sucumbiendo al genio locutor. En un deporte donde cada dato toma importancia relevancia, Pedro era conocido como “La Biblia del Béisbol”. El éxito de Fernando Valenzuela que volcó la atención del país hacia Los Ángeles, fue narrado por él. El pitcher ilustre ganó la Serie Mundial y el Mago hizo acto de presencia.
Conquisto seis Juegos Olímpicos, haciéndose acreedor del Micrófono de Oro y un sinfín de reconocimientos a lo largo de su trayectoria. Nacido un 21 de marzo, el mismo día de la llegada de la primavera. El tiempo lo hizo un referente. Su voz dejó espacio para la gente joven y solo ganó presencia cuando era la hora de la Serie Mundial. Los políticos lo buscaban para sentarse y escucharlo. En el boxeo tuvo una constante participación que le permitió estar en grandes eventos pugilísticos, mientras su familia se hacía de yates o de obras carísimas. Fino desde el principio, mandaba a hacer sus trajes a la medida para narrar el clásico de otoño a pesar de su queja constante acerca de que los partidos del “Rey de los Deportes” duraban mucho.
Celoso profesional, avisó en una entrevista de hace cuatro años en El Universal, que quemaría sus libretas donde sus apuntes sagrados descansaban inertes con el recuerdo de tiempos activos. El peligro de que alguien más se fusilara sus ideas, era algo que tenía en la mente. Ayer por la mañana, el país se despertaba con la noticia fatídica de su partida mortal. A los 97 años, tras una vida lúcida y de entrega a la crónica deportiva, deja un legado que perdurará en toda la historia. El Mago ayudó a construir a un país entregado a sus pasiones para huir de la realidad. Pedro Septién Orozco le demostró a los mexicanos que la magia existe.