La eterna búsqueda del padre es la de uno mismo, dice el escritor Rodolfo Dagnino

La eterna búsqueda del padre es la de uno mismo, dice el escritor Rodolfo Dagnino

La eterna búsqueda del padre es la de uno mismo, dice el escritor Rodolfo Dagnino

20/11/2021 - 10:00 am

Rodolfo Dagnino habló con SinEmbargo sobre su novela Padre, un relato fragmentado que a la vez sirve como ensayo al ahondar en las relaciones filiales “como un juego de ausencias y encuentros”.

Ciudad de México, 20 de noviembre (SinEmbargo).– La eterna búsqueda del padre es un tema recurrente tanto en la Literatura como en la vida diaria que “tiene que ver con un arquetipo muy lejano que a lo mejor se vincula con la búsqueda de Dios, con la búsqueda de aquella figura de autoridad y de ley que se levanta sobre nosotros, y que nos arroja una sombra”, compartió el escritor Rodolfo Dagnino en relación a su novela Padre (Ediciones del Lirio).

“La búsqueda del padre, por lo menos en esta novela y lo que siento yo, es la búsqueda de uno mismo; esa reconstrucción, un tanto ficcional también porque entre las ausencias y las idealizaciones se van generando fantasmas”, comentó en entrevista Dagnino, cuya obra recibió en 2019 una Mención Honorífica del Premio Nacional de Novela Breve “Amado Nervo”.

En Padre, Rodolfo Dagnino relata de manera fragmentada la historia de Ricardo, un adulto que “después de recibir un mensaje de texto en su teléfono, se ve en la necesidad de regresar a la ciudad de su infancia para buscar a su padre que, al parecer, está desaparecido”, señala la reseña de la obra. 

En este viaje, Ricardo mostrará al lector la manera en cómo se ha confrontado a lo largo de su vida con su padre Hilario, sin percatarse que esas diferencias forman parte de una dinámica de odio-amor que se han configurado en la personalidad del protagonista, una manera de ser que —sin reconocerlo— se irá construyendo como el reflejo de su progenitor.

“El personaje se enfrenta al hombre que se convirtió en su padre por equis razones. A veces la paternidad es por coincidencias. Uno construye la idea de que nuestro padre tendría que ser a fuerzas nuestro padre. Sin embargo, a priori me parece muy difícil de comprobar, pero posteriormente dices claro, está hasta en mi fisionomía. Se ve hasta en mi rostro”, destacó al respecto Dagnino. 

Padre es, además, una novela —como refiere la editorial— “que se mueve entre la narrativa y el ensayo, que ahonda en las relaciones filiales como un juego de ausencias y encuentros, y que trata la memoria como una posibilidad de la ficción”.

“Lacan dice que toda relación, todo vínculo se establece en muchos sentidos sobre lo imaginario. Esta construcción que tenemos, cuando conocemos la historia de la procedencia del padre, se diluye o se construye de otra forma en la que la figura del padre se humaniza en términos de que se acerca sin interferencias jerárquicas entre padre e hijo”, expresó Dagnino, por ejemplo, al ahondar cómo impacta en la vida de los hijos el crecer escuchando lo que nuestros padres fueron y lo que espera de uno.

Padre, la novela de Rodolfo Dagnino. Foto: Ediciones del Lirio.

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Padre es un texto en el que abordas esta búsqueda constante sobre nuestro progenitor. ¿A qué atribuyes esta necesidad, un tema recurrente tanto en la Literatura como en la vida diaria?

No sé a qué atribuirse, tiene que ver con un arquetipo muy lejano que a lo mejor se vincula con la búsqueda de Dios, con la búsqueda de aquella figura de autoridad y de ley que se levanta sobre nosotros, y que nos arroja una sombra. Pero la búsqueda del padre está constante en la cultura occidental y supongo que también en la oriental, pero lo desconozco. En la cultura occidental está ahí siempre presente en los textos bíblicos, por ejemplo, en otras referencias literarias o que tienen que ver con leyendas o mitologías. En la Literatura también es una figura y una preocupación muy importante.

Hay muchas clases de padres ausentes, hay quienes deciden serlo porque se van, quienes están y son omisos o quienes ya no están con nosotros. ¿La necesidad que tenemos de ellos parte de entender lo que somos, de nuestro origen, de hallar respuestas a todo tipo de preguntas o a qué se debe?

Cuando empecé a escribir la novela no tenía muy claro y muy consciente adónde me podría llevar. En un momento dado la escritura te va determinando caminos. Lo que fui descubriendo es que la búsqueda del padre, por lo menos en esta novela y lo que siento yo, es la búsqueda de uno mismo; esa reconstrucción, un tanto ficcional también porque entre las ausencias y las idealizaciones se van generando fantasmas. La memoria funciona para convocar fantasmas del pasado que pueden ser muy fidedignos o no, pero que de alguna manera determinan nuestro presente. Tiene que ver con la necesidad de regresar al origen, de tratar de entender aunque eso sea quizás imposible cuál es nuestra procedencia y por ende hacia dónde vamos. 

Ricardo, tu personaje central, reniega de su padre Hilario, pero se encuentra con él en sus propias facciones. Y es curioso porque reclama en sus recuerdos una indiferencia que él mismo perpetúa con su hijo. Esta situación es tan inherente a la historia que narras como a la de muchísimos padres con sus hijos. ¿Qué piensas?

Ahí está el meollo del asunto para entender a este personaje que para mí es un tanto esperpéntico, porque establece una búsqueda a través de una suerte de reclamos de su padre. Pero no nombra aquello que le aterra y en ese no nombrar está lo que él no ve, a su pareja, esta mujer Susana, la pintora que en algún momento lo tiene muy claro, pero él no.

Avanza a ciegas convocando a una serie de referencias literarias y culturales para justificar su propio abandono. En el fondo, está también no sólo replicando el abandono sino que lo hace más profundo o más terrible. Cuando decide ir a buscar a su padre, lo que no sabe es qué tiene que buscar, pero por algún lado debe de empezar. 

Al crecer escuchando lo que nuestros padres fueron, como le sucede a Ricardo, ¿nos lleva a querer ser mejor que este recuerdo difuso de un tiempo que no pudimos conocer?

No sé si mejor. Nos lleva a diluir todas estas construcciones imaginarias. Lacan dice que toda relación, todo vínculo se establece en muchos sentidos sobre lo imaginario. Esta construcción que tenemos, cuando conocemos la historia de la procedencia del padre, se diluye o se construye de otra forma en la que la figura del padre se humaniza en términos de que se acerca sin interferencias jerárquicas entre padre e hijo. 

El personaje se enfrenta al hombre que se convirtió en su padre por equis razones. A veces la paternidad es por coincidencias. Uno construye la idea de que nuestro padre tendría que ser a fuerzas nuestro padre. Sin embargo, a priori me parece muy difícil de comprobar, pero posteriormente dices claro, está hasta en mi fisionomía. Se ve hasta en mi rostro. 

Por una parte Ricardo reniega de su padre, pero por otra parte es constante el recuerdo sobre él. Es una dualidad de odio y al mismo tiempo de amor al escuchar hablar sobre él cuando lo encuentra en las referencias. ¿Cómo funciona o se alimenta esta dualidad? 

Estuve muy interesado en que estuviera muy presente esa dualidad entre lo que dice el personaje y lo que se presenta o muestra. Usar un narrador en primera persona y que sea el personaje mismo el que cuente la historia nos pone ante un narrador deficiente y poco confiable en el sentido de que pueda saber y conocer todo. Todo está filtrado por su subjetividad absoluta. 

Este contraste entre lo que dice el personaje y cómo pinta al padre que puede ir desde el odio a la admiración o el amor me parece interesante porque no creo que ningún sentimiento sea completamente estable y único, sino que está siempre acompañado de otros sentimientos y situaciones que lo van mutando.

Al final, el odio y el amor los considero el mismo sentimiento. Me refiero a estas relaciones muy cercanas. Se va mutando con el tiempo y va poniéndose el rostro de uno u otro dependiendo de las situaciones. Mi personaje es contradictorio, quería que tuviera esa contradicción y que ciertas realidades le jugaran malas pasadas; lo hicieran quedar mal ante los lectores.

Se reconoce en él físicamente y, sin que se dé cuenta él mismo, en la manera en la que va actuando termina replicando todas las conductas de su padre. Lo que narra él está más marcado por lo que es su padre que incluso su madre. 

Exacto, aquí la figura de la madre está un poco desdibujada en términos de que no se le dedica mucho tiempo. En la novela los personajes femeninos tienen una visión directa y sensata de las cosas, no así el mundo de los hombres que está lleno de fantasmas, de distracciones, de ocultamientos y también de engaños, de fragilidades. Hay algo más difuso. 

Tiene que ver con ciertas masculinidades. Finalmente, la figura del padre está muy ligada con las figuras de ciertas masculinidades. El personaje se ve en esa situación paradójica en la que por más que se quisiera alejar de algo, aquello lo llama cada vez con más fuerza.   

Al hablar sobre el ser o no ser un padre, indudablemente nos lleva a hablar de la paternidad, ¿por qué es un debate al que no le hemos entrado como tendríamos que hacerlo los hombres?

Ahorita las mujeres son las que están discutiendo y levantando muy bien la voz respecto a lo que les corresponde hablar a ellas. No es que nosotros tengamos que también entrarle a dar clases sobre feminismo. No creo que sea prudente y necesario porque, a parte, hablar del feminismo desde dónde. Me parece muy importante la parte vivencial. Una mujer que te cuenta su situación y te expresa la manera en que ve el mundo y cómo el mundo la ve a ella. 

Pero nosotros también tenemos la posibilidad de poner en tela de juicio lo que nos corresponde y son estas masculinidades que son muy diversas, que pueden ser muy peligrosas en algunos casos, y que se pueden configurar porque son productos y constructos culturales. Nada está definido per se

Por último y en ese sentido, ¿cómo construir esa paternidad que tanto buscamos en nuestros progenitores?

–No lo sé claramente. Yo soy padre de dos niñas y desde el inicio me dio terror la idea de ser padre. Vivía pensando que nunca iba a ser padre. Antes de serlo vivía en esta convicción a medias de que no quería pertenecer a las filas de la paternidad. Sin embargo, llegó un momento en que eso se modificó y soy muy feliz siendo padre. No sé exactamente cómo serlo porque a parte van cambiando las edades, van creciendo y teniendo nuevas necesidades. Necesito encontrar nuevas formas de conectar con ellas, de acercarme con ellas; afortunadamente para mí, vivo con ellas. Estar presente, pero también estar atento a sus necesidades. No sabría cómo hacerlo. Lo que sí creo es obedecer al cariño, al vínculo, al amor y no regarla tanto.    

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.