En esta película el alcohol es “solo una herramienta”, de acuerdo con Thomas Vinterberg, que indaga en el estado en el que se estancan las relaciones de pareja cuando sus miembros no tienen la sensación de estar realmente juntos y ya no hay curiosidad.
Por Ana Burgueño
San Sebastián (España), 20 de septiembre (EFE).- Experimentar con el alcohol y los diferentes grados de una borrachera es lo que hace el danés Thomas Vinterberg en Another Round, una firme candidata a la Concha de Oro del Festival de San Sebastián con un planteamiento juguetón que aborda cómo “lo incontrolable no tiene espacio en la vida“.
Este filme, seleccionado a competición para la frustrada edición de Cannes 2020, se presentó este domingo en la tercera jornada del 68 Festival de San Sebastián sin la presencia de su equipo, con Vinterberg y el actor Mads Mikkelsen en una rueda de prensa online.
Another Round mantiene el equilibrio entre el drama y la comedia para mostrar a cuatro amigos, profesores con monótonas vidas laborales y personales, que deciden llevar a la práctica una teoría según la cual los humanos tenemos un déficit de alcohol en la sangre del 0.05 por ciento y que cuando se cubre esa carencia, las personas se sienten más relajadas, serenas, abiertas, creativas y valientes.
Martin (Mikkelsen) y sus tres amigos (Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranthe) afrontan el reto con disciplina y ganas de obtener resultados para un estudio en el que irán testando diferentes niveles de alcohol en sangre con el fin de comprobar de qué forma las cosas cambian a mejor en sus vidas y si realmente su “rendimiento social” es mayor.
Lo hacen además guiados por las experiencias de bebedores ilustres que tomaron grandes decisiones, como Winston Churchill.
Pero el alcohol es “solo una herramienta” en esta película, dijo Vinterberg, que indaga en el estado en el que se estancan las relaciones de pareja cuando sus miembros no tienen la sensación de estar realmente juntos y ya no hay curiosidad.
Another Round, entre sus múltiples capas, es también un retrato de la amistad por parte de un director que vivió en una comuna hasta los 18 años.
“La amistad lo es todo para mí, también como inspiración de mis películas, y lo hago extensivo a las comunidades. Compartir y ser parte de una comunidad es parte de mi vida y define parte de mis películas”, señaló el cineasta danés, que recordó lo que le gustó formar parte de “la hermandad” del movimiento Dogma 95, que cofundó junto a Lars von Trier.
A esa corriente cinematográfica aportó Celebración, donde se hacen visibles los secretos y traumas que esconde una familia danesa, de un país a cuyos habitantes se considera los más felices del mundo.
Vinterberg, que dedica la película a su hija fallecida -murió cuatro días antes del comienzo del rodaje-, pone en duda que se pueda medir la felicidad. “La sociedad danesa es una sociedad muy segura, pequeña y existe a veces una tendencia a la mediocridad, al racionalismo y una vida sana. Y tú tienes que reaccionar a eso como artista”.
“Es una obligación decir que también hay abusos o alcoholismo, hacer un ejercicio de este tipo para que la gente se pueda ver así misma y no solo la fachada”, añadió.
El realizador mantuvo un par de encuentros con el defensor de esa teoría, un hombre noruego que les dio una serie de datos que aprovecharon para la película, para que la que los actores hicieron “un poco de preparación sobre los distintos niveles de embriaguez”, explicó Mads Mikkelsen.
“Queríamos ver qué sucede con el lenguaje corporal y el habla según esos distintos estados”, precisó el actor, quien afirmó que, sin embargo, el rodaje se desarrolló en “un plató seco”.
Se sirvieron también de la vida real mediante el visionado de muchos vídeos de rusos ebrios. “Era una locura verlo, ver cómo alguien intentaba andar en bicicleta en ese estado”, añadió el actor.