Los equipos de rescate no han dejado de trabajar desde ayer en el 286 de la calle Alvaro Obregón de la colonia Roma, aún hay personas atrapadas. La Delegación Cuauhtémoc, en donde se encuentra ese inmueble, registra 28 edificios derrumbados, 27 a punto de colapsar y 700 personas en albergues, según el último reporte oficial.
La escena de la ayuda conjunta de ciudadanos, trabajadores de la construcción voluntarios y policías es una constante desde ayer tras el sismo de 7.1 grados que estremeció a la capital del país.
ADEMÁS
Ciudad de México, 20 de septiembre (SinEmbargo).- El gobierno capitalino informó que 52 personas han sido rescatadas de los escombros de edificios derrumbados en la capital, después del poderoso terremoto que azotó el centro de México este martes.
La Secretaría de Desarrollo Social de la ciudad publicó en Twitter el número y añadió: “No vamos a parar”.
Luis Felipe Puente, Coordinador Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, informó esta tarde de miércoles que son hasta el momento 230 fallecidos: 100 en la capital mexicana, 69 en Morelos, 43 en Puebla, 13 en Edomex, 4 en Guerrero y uno en Oaxaca.
José Luis Ponce, un hombre de 63 años, fue rescatado esta tarde de entre los escombros de un edificio colapsado en la colonia Lindavista.
Así rescataron a José Luis Ponce de los escombros de un edificio colapsado en la colonia Lindavista. #FuerzaMéxico pic.twitter.com/BPs4ioXZcf
— Noticieros Televisa (@NTelevisa_com) 20 de septiembre de 2017
Las labores de rescate continúan en la colonias Roma y Condesa, dos de las zonas con más afluencia comercial y de las más afectadas por el sismo de 7.1 grados.
En Álvaro Obregón 286, colonia Roma, los rescatistas luchan por sacar a personas atrapadas entre los escombros. Ya fueron rescatadas 25; 12 están por nacer de nuevo, es decir, ya dieron señales de vida. Pero al menos 35 personas están desaparecidas.
Las listas siguen creciendo conforme pasan las horas de labor de rescate en el edificio que se colapsó por completo. Los familiares esperan noticias. La mayoría de las víctimas atrapadas trabajan en el despacho Aguilera IPS, ubicado en el cuarto piso.
En el lugar los brigadistas solicitan agua, alcohol, gasolina, tijeras, paracetamol, ketorolaco, vigas de acero, adrenalina, lámparas, madera, clavos de al menos una pulgada, taladros, polines, vacunas antitetánicas y comida para bebé.
De acuerdo con los familiares en ese piso laboraban alrededor de 60 personas.
“Mi hija está en la lista de los desaparecidos. Dicen que está atrapada con varios, que van a derrumbar una barda, pero no me aseguran que esté”, dice María Concepción Gámez, mamá de Karen Nayeli Flores Gámez, una contadora de 25 años atrapada en entre los escombros.
La madre llora inconsolable mientras observa los escombros del edificio donde trabaja su hija. Ella se encontraba en su casa cuando se enteró por las noticias que el edificio se había colapsado.
“Primero intenté localizarla, nunca me contestó. A las cuatro de la tarde ya estaba aquí, cuando vi todo esto pensé lo peor y hasta ahorita todo es incertidumbre”, dice.
A unos metros de María está Susana Martínez, mamá de Adrián Moreno, un psicólogo de 26 años atrapado en espera de ser rescatado.
“Yo estaba trabajando en Pantitlán cuando pasó el sismo. No me enteré luego de mi hijo, nada más no me contestaba el teléfono. Tengo un hijo que está en Chetumal, él fue el que me habló para decirme”, cuenta.
Susana vivió horas de angustia, cuando llegó a la zona a las cinco de la tarde de ayer y vio el derrumbe, pensó lo peor. Desde ese momento esperó noticias. Alrededor de la una de la tarde le dijeron que su hijo dio señales de vida.
“Cuando vi esto, yo pensé que mi hijo estaba muerto”, dice Susana.
Con Susana hay varios ex compañeros de la universidad que están en espera de que su amigo sea rescatado.
“Es muy buen chico, muy inteligente, muy sociable, buen compañero. Estoy segura que está ayudando allá adentro a calmar a personas”, dice Magdalena García, una ex compañera.
Marisela Zarate Bautista también espera noticias de su hijo Martín Estrada Zarate, de 30 años atrapado en los escombros.
A Marisela ya también le dijeron que su hijo está vivo.
“Llegué desde las ocho de la noche. Vivimos en Iztapalapa y pues se nos hizo raro que no contestaba en toda la tarde. Una amiga de la esposa de mi hijo le habló, que vio en las noticias que el edificio se había caído”, cuenta.
Afuera del edificio derrumbado hay un centro de acopio y los rescatistas no dejan de llegar con palas y picos, sin embargo muchos de ellos se quedan esperando pasar a la zona acordonada.
“Era un call center. Yo siempre veía a mucha gente entrar y salir de ahí. Era gente de entre 23 a treinta y tantos años”, dice Samanta Vizguerra, quien vive en el 298 de la misma calle.
En Amsterdam 107, esquina con Laredo, los equipos de rescate no han dejado de trabajar desde ayer. Hasta el momento, de acuerdo con voluntarios y rescatistas, han sido rescatadas cuatro personas de entre los escombros, dos hombres y una mujer.
En la zona acordonada hay dos mujeres jóvenes que esperan noticias de una habitante del edificio caído.
Se trata de una joven de nombre Gabriela, habitante de ese edificio.
“Se llama Gabi, soy su compañera de trabajo, pero ahorita no voy a contestar nada”, detalla la joven de unos 33 años que espera noticias de su amiga.
Pablo Vergara, un vecino de 56 años que labora en un restaurante en Amsterdam 73 C, dice que el edificio se cayó al instante.
“Yo salí corriendo y me fui a la esquina, me agarré de un árbol. Cuando yo salí ya vi el polvo del edificio, un olor a gas inmediato, todavía estaba temblando”, cuenta.
Pablo indica que algunas personas de la planta baja alcanzaron a salir, pero no las de los pisos. El edificio era de 8 pisos.
A Pablo Vergara no es el primer sismo que le toca sufrir. El 19 de septiembre de 1985 también se encontraba en su trabajo ubicado en calle Bajío entre Nuevo León e Insurgentes.
El hombre recuerda que en la zona de su trabajo se quebraron vidrios y se cuartiaron edificios.
“El primer edificio que recuerdo se cayó fue uno que estaba en Baja California cerca de viaducto. Luego caminé y pasando Chapultepec los edificios parecían pasteles”, dice.
En la zona acordonada la policía, Ejército y voluntarios impiden el paso pues hay fuga de gas y rapiña.
“Se ha metido gente a sacar cosas de las oficinas. Hay rapiña por eso no dejamos pasar”, dice Miguel, un voluntario de 36 años que ayuda desde ayer a las labores.
Miguel indicó que es la primera vez que le toca ser voluntario en un sismo y que lo motivó ayudar a las personas atrapadas.
“Veo las ganas de la gente de colaborar, pero también una gran desogarnización por parte de los elementos del Ejército, de la policía. Ayer llegaron y se quedaron viendo nada más un rato, mientras la gente seguía sacado escombros”, detalla.
Alrededor de las 11:30 de la mañana voluntarios y Ejército salieron a Medellín y Viaducto, pues se reportó que un edificio colapsó.
En la colonia Condesa hay varios edificios acordonados pues sufrieron daños estructurales.
En la calle Cozumel hay un edificio que incluso tuvo desprendimiento de paredes.
Mientras que en la esquina de Bolívar e Izazaga, en el Centro Histórico, donde está parte de la industria textil del país, sobrevive en caos vial y de transeuntes. El miedo de que por lo menso tres edificios en Izazaga se derrumben domina aquí. Hay gritos de “Avánzale”,
Los sonidos de los silbatos no cesan. Más allá, en Chimalpopoca un taller de costura está en escombros. El salvamento de trabajadores continúa ahí.
Por aquí, se transita, se choca con los otros, el polvo lo envuelve todo.
¿Qué nos pasó? – dice un hombre con tapabocas que contempla la escena desde su negocio de chilaquiles. “Si se supone que de esto ya estábamos curados”.
EL TIEMPO DESOLA A FAMILIARES
En el edificio de Álvaro Obregón 286 han pasado horas de trabajos de rescate, sin que se hayan sacado más personas con vida ni cuerpos de entre los escombros.
Las familias de las víctimas empiezan a desesperarse, porque desde hace horas no reciben información.
Es el caso de Guadalupe Barrón Martínez, madre de Iván Emmanuel Hernández, de 24 años.
El joven es contador y también, como la mayoría de las víctimas, trabajaba en el cuarto piso.
“Ya hace cinco horas que no sabemos nada. Ya es mucho tiempo y mientras más pasa es peor”, dice.
Guadalupe trae en la mano la fotografía de un joven: es Iván, su muchacho.
Al lugar también llegaron unas monjas a rezar un rosario con los familiares de las víctimas.
Los trabajos de rescate continúan en medio de una tarde que empieza a caer y con ella el fin de la luz del día.
También hay viento y amenaza de lluvia. Los brigadistas empiezan a pedir impermeables para los rescatistas.
Se siguen solicitando taladros, medicamentos intravenosos, madera. En estos momentos hay una fuga de gas, por lo que los voluntarios y familiares son alertados.
–Con información de Linaloe R. Flores