La Asamblea General de las Naciones Unidas también encuentra las voces de los distintos países en las afueras de esta sede. Demandas que podrían ser comunes en otros sitios del mundo encuentran cabida en las calles de Nueva York.
El mismo día que Donald Trump hizo su debut en el debate de la Asamblea General de las Naciones Unidas, también cientos de manifestantes han acudido a las Naciones Unidas para demandar la defensa de los derechos humanos en sus propios países.
Nueva York, 19 de septiembre (SinEmbargo).- Al tiempo que se realiza la Asamblea General de las Naciones Unidas personas de los distintos países se acercaron a una de las esquinas de la sede, sobre la 47 calle, para demandar justicia a los problemas que sufren en casa.
Así, este espacio en las inmediaciones de las Naciones Unidas es lo más parecido a una protesta de Babel, donde algunos protestantes decidieron pasar la noche y otros hacerse presentes el mismo día que, a sólo cruzando la calle, estuvo el Presidente de los Estados Unidos Donald Trump aperturando los debates de la Asamblea General.
Sin embargo, lejos de protestar esta vez contra el magnate, que en su discurso ha llegado a amagar con la “destrucción total” de Corea del Norte, los manifestantes aprovecharon la oportunidad para evidenciar a sus propios presidentes.
Dos hileras de manifestantes con estridentes camisas amarillas resaltan en la calle 47. Se trata de manifestantes chinos que denuncian la tortura que sufren bajo el régimen de Xi Jinping.
“Venimos aquí para abogar por los derechos humanos básicamente en China, donde están torturando a los practicantes del Falun Gong”, dijo Scott Li, uno de los voceros de la manifestación.
Falun Gong, una práctica espiritual del país más poblado del mundo, que mezcla ejercicios de respiración y estiramiento con influencia budista, que con una creciente popularidad ha sido vista como una amenaza por el Partido Comunista chino.
“Con la Asamblea aquí, donde todos los líderes se reúnen, queremos dejar el mensaje, para que detengan esta persecución que ha estado por los últimos 18 años”, dijo Li.
Las relaciones económicas de China están lejos de ser castigadas por sus socios. La comunidad china en Nueva York que se presentó este martes a manifestar ha dicho que esperan que Donald Trump tome una postura por los derechos humanos.
Pero, las únicas dos veces que el Presidente de los Estados Unidos mencionó a China fue para hablar sobre la paz en la región y agradecer su voto de sanción a Corea del Norte en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Lejos geográficamente de China, pero a unos metros de distancia en la 47 calle de Nueva York, se hayan los denominados biafras nigerianos, quienes protestaron este día para señalar el genocidio que sufre la tribu Igbo en el sudeste de este país, cometido por el Gobierno nigeriano.
Los 34 millones de igbos se han quejado de adolecer de representatividad en el Gobierno del país más poblado de África, Nigeria cuenta con alrededor de 190 millones de habitantes.
“A pesar de que el 99 por ciento del ingreso proviene del petróleo que sale de la región cristiana [donde habita la tribu Igbo]. Ninguno de esos millones son reinvertidos en esta población, y todas las fuentes de trabajo se van al norte en detrimento del sur”, dijo Chéf Godfray Ajoku.
Los llamados biafras, que profesan el cristianismo, acusaron al Gobierno musulmán de atacarlos. Una razón que ha aglutinado a la comunidad biafra en Nueva York.
Más cerca de la problemática que se vive en México se haya un grupo de dominicanos, que protestan por el escándalo de corrupción en la isla debido a los supuestos sobornos de Odebrecht.
Una situación que de manera similar implicó en México al ex director de Petróleos Mexicanos Emilio Lozoya, en la que directivos brasileños le señalan de haber recibido 10 millones de dólares para entregar a cambio, favores a la constructora transnacional.
“Nuestra razón principal es para estar aquí es mandarle un mensaje a los peledeístas. Al Gobierno, y al mundo. Primero a los peledeístas y al Gobierno corrupto, que se vayan”, dijo Lucilo Gutiérrez, uno de los manifestantes presentes.
“Estar en el Gobierno es una forma de enriquecimiento más rápido que la droga. La impunidad que emana desde el Palacio Nacional, se abraza en el propio despacho y hoy andan en la calle”, agregó.
Las peticiones del mundo encuentran eco en Nueva York. En tanto que los eventos relacionados con la comunidad mexicana, al pendiente de las noticias en casa sobre el terremoto, han pasado hasta el momento más por la vía diplomática, que en las calles de esta ciudad.
