Alejandra Ibarra habló con SinEmbargo sobre Causa de muerte: cuestionar al poder (Aguilar), un trabajo en el que ahonda en el por qué los periodistas son asesinados y no tanto en quiénes son los perpetradores.
Ciudad de México, 20 de agosto (SinEmbargo).– La periodista mexicana Alejandra Ibarra Chaoul empezó a recabar, resguardar y catalogar los trabajos de periodistas asesinados en México en 2018. Contaba con estadísticas de homicidios, de desapariciones, pero se percató precisamente que lo que no se conoce, y rara vez llega a publicarse es el trabajo que ellos realizaban.
“Los conocemos como víctimas de homicidio, pero no como periodistas, entonces empiezo a recolectar estos trabajos, creo el primer archivo viviente que los cataloga y los preserva, y eso es como la primer observación, empezar a sorprenderme, de darme cuenta de que no es el periodismo que yo hubiera imaginado, a priori que iba a ser, es decir, no son estas grandes investigaciones, muchas veces ni siquiera cubren crimen organizado, entonces empieza ahí como una pregunta muy grande decir ¿qué está pasando realmente?”, compartió en entrevista con SinEmbargo.
A la par de esta labor y de hacerse muchas preguntas, inició con el podcast Voces Silenciadas, y el primer caso que ella cubrió para este programa de manera mucho más detallada fue el de Nevith Condés Jaramillo, en el Estado de México. Ahí escuchó las perspectivas de la gente que lo conoció, entendió la historia de Tejupilco de Hidalgo, que es donde él vivía, y escuchó también muchos testimonios de gente que le dio a entender un poco las dinámicas de poder y dinámica, sobre todo, casi de reputación, de quién tiene derecho a hablar, y cómo él estaba retando estas, un poco reglas, no escritas.
Precisamente este aspecto es el que la lleva a plantear una hipótesis que da nombre a su libro, Causa de muerte: cuestionar al poder (Aguilar), en el que ahonda en el por qué los periodistas son asesinados y no tanto en quiénes son los perpetradores.
Para ello indaga en los asesinatos de Nevith Condés Jaramillo, Javier Valdéz, Samir Flores y Juan Antonio Salgado Burgoin.
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—¿Cómo llegas a esta hipótesis a través del análisis de diversos casos, situaciones, que se han cobrado la vida de periodistas?
—Yo empiezo a recabar y a recolectar, resguardar y catalogar trabajos de periodistas asesinados en 2018. Era conocido que México es un país peligroso para los periodistas, había datos de estadísticas de homicidios, estadísticas de desapariciones, etcétera, pero me doy cuenta que lo que no conocemos, y que rara vez llega a publicarse a los ojos de la población en general: el trabajo que realizaban estos periodistas asesinados.
Es decir, los conocemos como víctimas de homicidio, pero no como periodistas, entonces empiezo a recolectar estos trabajos, creo el primer archivo viviente que los cataloga y los preserva, y eso es como la primera observación, empezar a sorprenderme, de darme cuenta de que no es el periodismo que yo hubiera imaginado, a priori que iba a ser, es decir, no son estas grandes investigaciones, muchas veces ni siquiera cubren crimen organizado, entonces empieza ahí como una pregunta muy grande decir ¿qué está pasando realmente?
A la par de la conservación de los trabajos, de leerlos y de hacerme muchas preguntas, empezamos también con el podcast Voces Silenciada, de archivos que se convierte en una organización, sacamos un podcast y el primer caso que yo cubro para el podcast de manera como mucho más detallada es el caso de Nevith Condés Jaramillo en el Estado de México, y escuchar las perspectivas de la gente que lo conoció, entender la historia de Tejupilco de Hidalgo, que es donde él vivía, y escuchar también muchos testimonios de gente que habló conmigo que me da a entender un poco las dinámicas de poder y las dinámicas, sobre todo, casi que de reputación, de quién tiene derecho a hablar, y cómo él estaba retando estas, un poco reglas, no escritas.
Entonces con esta como consciencia trabajamos en la segunda temporada de Voces Silenciadas, hacemos otras entrevistas y empiezo como a observar ciertos patrones, y de ahí es como ya empiezo a ser mucho más metódica en decir ‘es este el patrón’, ponerlo a prueba y decir ‘no, realmente no es este’ y empecé como jugar con las variables que he observado.
—Hablas que más que las investigaciones, es la manera en la que empoderan a sus comunidades lo que podría estar detrás de su muerte.
—Informan a la población para que la población pueda tener más elementos para participar en la democracia. Entonces si lo pensamos así realmente, es el periodismo más puro, el periodismo más puro porque efectivamente pone los temas sobre la mesa, les da visibilidad y además yo creo que sí genera como un sentido de inspiración y de confianza el decir todos podemos exigir y es precisamente en este momento que parece estar como generando una masa crítica de gente que está dispuesta a levantar la voz.
—¿Los perpetradores mandan un mensaje de ‘esto pasa si cuestionas al poder en turno’, ya sea político o económico?
—Exactamente, por eso lo planteo como poder, en términos como quizás más familiares sería como el cacique, el narco, quizás el empresario, pero justamente son personas que tienen una capacidad autoritaria o un poder incuestionado, lo que parece ser es que ellos son quienes ordenan los homicidios, ahora que el gran reto es que eso nunca se llega a investigar pero es lo que a todas luces parece.
—Estos crímenes quedan impunes, ¿cuál es el mensaje, puedes matar y no va a haber justicia?
—Yo creo que ese es uno de los mensajes, sin duda, y creo que el otro mensaje que manda esta particular tipo de impunidad es que hay cierto nivel de gente a la que no vamos a tocar, porque a los sicarios muchas veces bien que los atrapan, a muchos de los gatilleros los meten al bote, a muchos les hacen procesos abreviados en los cuales simplemente confiesan y ya no se van a juicio, pero vaya, si hay cierto tipo de gente en la cárcel por homicidios a periodistas, yo creo que el segundo mensaje es hay una categoría de gente a la cual no se le va a tocar.
—Haces un planteamiento bastante puntual sobre una cuestión, la de tomar una postura desde el periodismo ¿Cómo entender esta toma de postura y sobre todo entender que la objetividad no existe?
—Lo que yo observo mucho en el trabajo de los periodistas asesinados, es que además de ser periodistas, son miembros de sus comunidades, entonces eso significa que son sujetos a las vivencias y a los abusos de poder que ellos están documentando, por ejemplo, el caso de Nevith, él decía como ‘en este hospital no hay medicina’, es el hospital al cual él va a terminar yendo si se enferma, ‘estas escuelas están a medio construir’, eran las escuelas a las cuales sus hijos iban a ir, el propio caso de Samir Flores, de si se terminaba ese gasoducto su propia agua, que él bebía, iba a ser afectada. Entonces creo que esa es una distinción bien, importante y bien interesante, decir qué tan objetivos debemos o podemos ser cuando nosotros mismos estamos viviendo en carne propia los abusos y las atrocidades de la gente poderosa, que la gente poderosa ejerce en los lugares donde vivimos.
—Esta toma de postura de la que tú hablas va más hacia lo social
—Exactamente, no son posturas partidistas, son posturas políticas entendidas en que las cosas sociales es política, pero no son electorales, no son partidistas, no son favoreciendo a uno u otro candidato sobre otro.
—¿La prensa necesita voltear, recuperar y retomar ese periodismo que se involucra con su sociedad?
—Yo creo que sí, yo creo que es una gran escuela de periodismo auténtico, de periodismo de vocación y de periodismo que efectivamente la consecuencia o los resultados que buscamos como periodistas, creo que el periodismo más corporativo aquí, yo te diría en todos lados en el mundo, a veces sí se guía por otros tipos de incentivos o métricas, el rating, que la publicidad oficial, que a ver qué vende más, y de repente pareciera un poquito más entretenimiento que el periodismo, entonces yo creo que el periodismo local de nuestros colegas, documentando e informando desde lo cotidiano es un gran ejemplo.