“En particular, tener síntomas persistentes también se asoció con tener niveles de anticuerpos más altos a lo largo del tiempo. Sabemos por otras investigaciones que la vacunación mejora aún más la protección inmunitaria y a veces incluso ayuda a aliviar los síntomas a largo plazo”, señaló el coautor principal del estudio.
Madrid, 20 de agosto (Europa Press).- Las personas que han padecido casos graves o duraderos de COVID-19 son más propensas a tener niveles elevados de un importante anticuerpo necesario para luchar contra futuras infecciones, según un estudio de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos).
Esta investigación, publicada en la revista The Journal of Infectious Diseases, forma parte de un estudio de cohorte que siguió a 548 trabajadores sanitarios y 283 no sanitarios desde el inicio de la pandemia para comprender mejor los factores de riesgo, las respuestas de los anticuerpos y los síntomas de la infección por el SARS-CoV-2.
Los investigadores descubrieron que, en los seis meses siguientes al inicio del estudio, más de 93 del total de 831 participantes (el 11 por ciento) dieron positivo en las pruebas de detección del SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19, o de anticuerpos. De esos 93, 24 presentaban síntomas graves y 14 eran asintomáticos.
#Determinants and #dynamics of #SARS-CoV-2 infection in a diverse #population: 6-month evaluation of a prospective cohort study https://t.co/uu65eMtVPM
— Giuseppe Michieli (@ironorehopper) August 13, 2021
Los trabajadores sanitarios eran mucho más propensos a infectarse y desarrollar síntomas graves, y las enfermeras mostraban tasas de infección especialmente altas. Un tercio de los participantes infectados tenía síntomas, como fatiga, dificultad para respirar y pérdida del gusto y el olfato, que duraban al menos un mes; el 10 por ciento tenía síntomas que duraban al menos cuatro meses.
La mayoría de las personas infectadas por el SARS-CoV-2 desarrollan anticuerpos contra el virus, pero las respuestas inmunitarias varían considerablemente, y una minoría de personas infectadas no produce anticuerpos detectables. El estudio demostró que la mayoría de los participantes tenían anticuerpos de inmunoglobulina G (IgG) sostenidos hasta seis meses después de la infección, independientemente de la gravedad de los síntomas.
Sin embargo, la producción de anticuerpos varió en función de la gravedad de los síntomas: el 96 por ciento de los participantes que presentaban síntomas graves tenían IgG, en comparación con el 89 por ciento de los participantes con síntomas leves o moderados y el 79 por ciento que eran asintomáticos.
“Los cambios neurológicos, incluida la niebla cerebral y los problemas de memoria o visión, fueron poco frecuentes entre los participantes infectados, pero tendieron a durar muchos meses cuando se produjeron. En particular, tener síntomas persistentes también se asoció con tener niveles de anticuerpos más altos a lo largo del tiempo. Sabemos por otras investigaciones que la vacunación mejora aún más la protección inmunitaria y a veces incluso ayuda a aliviar los síntomas a largo plazo”, explica el coautor principal del trabajo, Daniel B. Horton.
“Es normal que los niveles de anticuerpos disminuyan con el tiempo. No obstante, los anticuerpos IgG proporcionan una protección a largo plazo para ayudar al organismo a combatir la reinfección”, añade al respecto la coautora principal, Emily S. Barrett.
Mientras que otros estudios se centraron en poblaciones enfermas u hospitalizadas con enfermedad sintomática, este estudio reclutó a personas antes de que se les diagnosticara la infección por el SARS-CoV-2 y evaluó a personas de todo el espectro de gravedad de la enfermedad, incluidas las asintomáticas, lo que proporcionó una visión más amplia de la respuesta de los anticuerpos a largo plazo.