María Rivera
20/07/2023 - 12:02 am
La farsa
“Lo que sí tiene Xóchitl Gálvez es, querido lector, todo un aparato propagandístico y de marketing”.
Lo que está pasando, querido lector, es que estamos ya inmersos en la lucha electoral. Si las redes sociales estaban crispadas, actualmente están ya convertidas en campos de batalla. No sorprende, pero sí hay que apuntar que la guerra que ya se desarrollaba ha aumentado y aumentará ante la campaña propagandística de quienes están moviendo la no-candidatura de la panista Xóchitl Gálvez. Distintos grupos políticos que se presentan como “ciudadanos” pero dirigidos por militantes panistas, parte del frente opositor, inundan twitter con propaganda que presentan como si fuese producto del fervor ciudadano y no de una operación política concertada desde la cúpula prianista y empresarial.
Es simpático, porque si uno somete la trayectoria política de la empresaria panista a un somero examen, queda evidenciado que la senadora carece de trayectoria en el ejercicio de gobierno en cargos de elección popular. No tiene ninguna experiencia en esas lides, más que dos años y medio frente a una alcaldía de la Ciudad de México, que abandonó para conseguir una senaduría. Su desempeño fue controversial y los habitantes cambiaron de partido tras su salida, no entregó buenas cuentas.
En lo que sí se ha destacado la senadora, es en tener una personalidad lenguaraz y desenfadada, proclive a la mentira rápida y a la ocurrencia. También, por las payasadas que ha hecho como haberse metido en una botarga de dinosaurio y encadenarse a una silla en un salón vacío, o retozar en una pijamada en el senado. No hay nada en su trayectoria política que respalde, de manera objetiva, algún tipo de efervescencia social por su candidatura. No es una luchadora social, no viene de las luchas políticas universitarias, ni ha representado a grupos o comunidades vulnerables. No ha tenido ninguna agenda de reclamos sociales, ni nada que se le parezca. Al contrario, Gálvez es una empresaria multimillonaria, muy exitosa, que no ha tenido empacho en obtener contratos de la administración pública mientras era funcionaria o en conseguir contratos con empresas que construían edificios en la misma delegación que gobernaba. En cuanto a sus ideas políticas, es claramente de derecha y hasta hace muy poco decía estar en contra de los apoyos sociales para adultos mayores. En la delegación Miguel Hidalgo retiró el programa de despensas para madres solteras, por ejemplo. Después, hace poco, lo negó por mero oportunismo político. La empresaria no parece tener, tampoco, muchos escrúpulos a la hora de mentir flagrantemente.
Lo que sí tiene Xóchitl Gálvez es, querido lector, todo un aparato propagandístico y de marketing que busca convertirla en un producto mediático-electoral capaz de competir en las elecciones. Para ello, la presentan como una luchadora social… pero en realidad de su propia vida, una indígena… pero sin comunidad que la soporte, una mujer de origen pobre, que vendía gelatinas…pero en realidad una empresaria multimillonaria. Una mujer sin militancia partidista…pero senadora por el PAN.
Es evidente que se diseñaron varias líneas discursivas para presentarla como lo que no es, tratar de ganar votos en los segmentos que se identifican con la izquierda pero están decepcionados de ella, o aquellos que, inconformes, prefieren que el prian, profundamente desacreditado, no regrese al poder.
Los publicistas creen que lograrán despistar a la gente con el cuento falso de que Gálvez no es parte de esa élite política-empresarial que fue desplazada hace cinco años y que suscita un inmenso repudio popular, incluso entre sus simpatizantes.
Amiga de Vicente Fox, Gálvez fue metida en la política, sin tener ninguna preparación, cuando la encontró un head hunter, ese método que usó Fox para crear su gabinete y que resultó un desastre. No provenía de ninguna lucha social, ni sostiene ninguna, hay que decirlo, más que pelearse con el presidente López Obrador vía amparos y pleitos judiciales que, además, le solventa la organización de Claudio X González, el empresario-patrón que a través de sus organizaciones logró colonizar la política mexicana.
El “fenómeno” Xóchitl es pues, una burbuja publicitaria, creada por propagandistas en medios de comunicación y en redes sociales. Por supuesto, tiene el apoyo de la oposición y sus simpatizantes rabiosos que no son otros que los mismos de siempre; su base dura odiadora de Morena y especialmente del presidente, desde hace muchos años.
Su candidatura, pues, no soporta el más mínimo examen: no tiene trayectoria, no tiene experiencia gobernando, no tiene más capital político que ser la elegida de la oligarquía para intentar sacar a Morena del poder, junto con sus reivindicaciones sociales. Esa es su única fortaleza y es, esencialmente, económica. Porque la oposición tiene el poder de muchos medios, capaces de convertirse, como lo hicieron en la elección del 2006, en un instrumento de control social. Basta con ver la desvergonzada promoción que han hecho de la panista, violando todas las leyes no-electorales. Opinadores que todos los días repiten el guion de la oposición en sus espacios noticiosos, periodistas que han dejado de cubrir noticias para convertirse en francos actores políticos.
Y falta un año, querido lector, un largo año, en el que veremos cosas totalmente inusitadas, téngalo por seguro. Lo que es importante, es no perder de vista quiénes son los que mueven los hilos, qué representan, y qué es lo que quieren para usted, para nosotros.
A mí, que siendo de izquierda, he sido crítica de Morena y del gobierno desde este espacio, me queda claro que hay una campaña propagandística orquestada por poderes más allá de unos tuiteros y que suena y huele como las campañas que vimos durante sexenios contra la izquierda. También que este país no se merece una restauración del orden injusto, y el latrocinio que esa mafia nos impuso, robándose el dinero de todos.
No, yo no quiero que mis impuestos se usen, nuevamente, para pagarle al expresidente Vicente Fox su seguro de gastos médicos mayores por cien mil pesos mensuales, ni su pensión, como espera que suceda si gana Gálvez y retira los apoyos a los “huevones”, como declaró hace poco. No, yo prefiero que esos cien mil pesos lleguen a nuestros adultos mayores que apenas si sobreviven, con trabajos; a niños que estudian la primaria, a jóvenes. Eso es lo que significa la restauración: que sus impuestos y los míos se usen, querido lector, no para beneficio de la mayoría, sino para la injusticia que significa mantener los lujos de unos cuantos. No, que Vicente Fox, como todos los funcionarios, se atiendan en los servicios públicos, o que lo paguen de sus bolsillos. Habrase visto.
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