Maritza M. Buendía habló con SinEmbargo sobre su novela Cielo cruel, presentada el día de ayer, en la que se narra el descubrimiento del deseo en tres mujeres.
Ciudad de México, 20 de julio (SinEmbargo).– Belén, Gloria y Mar. Abuela, madre e hija. Un mismo linaje con raíces en Cielo cruel. Cada una de ellas ha vivido fuera de los estereotipos sobre lo que la sociedad mexicana espera de ellas. Las tres han emprendido, a su manera, una búsqueda del deseo “que a lo mejor puede partir del cuerpo pero que busca otros senderos, otros matices, otras maneras de leer el mundo”.
Las historias de estos amores transgresores corresponden a la novela Cielo cruel (Alfaguara) de la escritora mexicana Maritza M. Buendía. En este relato vemos en Belén a una maestra que empieza de muy niña; A Gloria, que se enfrasca en una relación abierta, y a Mar, quien inicia una relación con un hombre más joven que ella.
“Son tres historias de amor, pero no de un amor convencional sino de un amor transgresor que está justo buscando cómo romper, cómo crear nuevas historias, cómo ver otras posibilidades de amar, cómo replantearse lo que el canon o la tradición nos ha dicho, que debemos de amar de una cierta manera, debemos de comportarnos de una cierta manera y ¿si yo siento algo distinto que pasa?¿entonces estoy mal o estoy deseando algo que no debe de ser? y entonces creo que cada uno de mis personajes va en esa búsqueda de amar de manera distinta”, comentó la autora en entrevista con SinEmbargo.
Cada una en su contexto, explicó Maritza M. Buendía, va desafiando cómo se supone que deben de ser las cosas, al grado que cuando a Belén le toca un momento histórico, cuando José Vasconcelos decide llevar la educación a todos los rincones de nuestro país hay un periodo ahí de secuestro, de tortura y de asesinatos de varios de los maestros, que la vuelven una mujer muy fuerte que difícilmente se dobla.
“Ella se da cuenta de que no necesita a un hombre para encontrar la plenitud, ella puede consigo misma y no nada más en una cuestión física, sino también en una cuestión intelectual que mezcla lo corporal, esto no quiere decir que no quiera a su marido, a Severino, no quiere decir que no se enamore de él”, puntualizó.
En el caso Gloria, ella vive una historia de migración de Estados Unidos y luego regresa a México y se encuentra con muchos cambios, pero sobre todo se reencuentra con su mejor amiga, con quien siempre ha querido. “Ella está en este matrimonio, aunque se lleva bien a lo largo de los años, pues se llevan bien cada uno por ahí ha tenido sus historias, digamos aparte, pero la búsqueda de Gloria ha sido siempre como encontrar esa manera para poder transgredir la concepción del matrimonio en una relación bidireccional y llevarla hacia un triángulo”.
“Y como eje vertebral para mí en la novela estaría la historia de Mar, que que conforme Mar nace, van dándose las otras historias como una especie de trenza, creo yo que sería la estructura, y el eje vertebral sería Mar y y pues que la conocemos desde el nacimiento hasta cómo va evolucionando a ser una mujer y cómo finalmente se topa con el hecho de que se enamora de un hombre menor que ella, que es algo que también todavía en la actualidad es muy discutido, lo cual es bastante cuestionable el hecho de cómo no es discutido o casi no es discutido el hecho de que un hombre se enamore de una mujer menor, pero viceversa sí”, expuso.
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—Por dentro cada una de ellas tiene sus propios duelos y eso es algo que hacia fuera el resto de los personajes no lo puede ver, solamente lo puede alcanzar a percibir el lector. ¿Es así esa construcción?
—No sé si me lo planteé de una manera tan consciente como tú me lo estás diciendo ahorita, pero que ahorita que me lo apalabras tú me doy cuenta de que tienes toda la razón y creo que a lo mejor muchos estamos acostumbrados a actuar así, no sé si todos, pero con esta imagen de que somos fuertes, de que somos arriesgadas, de que que parece que nada nos va a tumbar, pero eso no quiere decir que no necesitemos un abrazo, que somos seres humanos que son personajes, que como cualquier ser humano también necesita un abrazo, también llora, también tiene emociones, también tiene dudas también siente miedo tal y como somos los seres humanos.
—¿Cómo fue digamos de alguna manera, si se puede establecer, la relación que tienes con cada uno de estos personajes en la construcción de los mismos, te identificas más con alguna?
—Evidentemente Mar por una cuestión meramente temporal o cronológica sería como que la más cercana a mí, a mi propia vida, mi contexto, pero obviamente no soy Mar, yo quisiera ser Mar, yo siempre quiero ser los personajes, los protagonistas de mis novelas, pero pues bueno, por eso escribo novelas, verdad, porque si fuera yo la verdadera protagonista pues a lo mejor no tendría esta necesidad de escribir, no lo sé.
Estuve rastreando por ahí explorando un poco en las historias de la familia, en todas esas historias que todos tenemos, o sea, de nuestras madres, cómo se conocieron nuestros papás, cómo se conocieron nuestros abuelos, en qué época vivieron, yo creo que todos en realidad todos si escarbamos en nuestro pasado tenemos el montón de historias que están por ahí moviéndose, constituyéndose y que muchas de esas historias van a morir.
A veces me pasa eso de que me da una cierta angustia pensar en todas esas historias que nunca vamos a conocer o que solo andan por ahí flotando, volando, no sé, andan por ahí en la memoria de unos y cuando ya muere el último pues muere la historia, entonces hay como algo irrecuperable en las cosas que se van. Entonces hay pues esta exploración hacia mis raíces, hacia mis orígenes, pero también estoy segura de que si mi abuela y mi madre vivieran y leyeran mi novela no iban a encontrarse en la novela o sea que aquellos se convierte en otra cosa, que ellos se convierten en ficción y eso es lo rico, porque eso es lo que justo puede ser o volverse interesante para cualquier otro lector en cualquier otro espacio.
—También hay un elemento latente, el elemento fantástico.
—Sí, también hay un sesgo hacia lo fantástico o hacia lo onírico, hacia lo lúdico que también está muy presente en mi narrativa y que está desde antes, desde Jugaré contigo y desde mis primeros libros de cuentos. Creo que para mí están vinculados el erotismo con el juego, con lo lúdico, con lo onírico y que justo el verlo así me permite ir como estableciendo una historia en distintos planos, no es nada más la realidad llana del personaje, sino que es también lo que sueña lo que anhela, lo que le gustaría que fuera, todas estas proyecciones que también nosotros como seres humanos nos hacemos, o sea vivimos algo y lo podemos dimensionar a según la capacidad que cada uno tengamos, o no, o lo dejamos de manera plana, eso también es totalmente válido pero creo que en mis personajes la búsqueda de lo que ellos ya traen de Per Se siempre está como matizada por distintos niveles tanto de la realidad, como de lo onírico, como lo lúdico, y así se van mezclando los distintos planos.
—En Cielo cruel escribes además sobre la exploración sobre el cuerpo, un conocimiento bastante tierno.
—Yo creo que que esta exploración del cuerpo va justo en esa dinámica, en una búsqueda del conocimiento y ese conocimiento es tanto corporal como intelectual, no veo esta separación entre las emociones y la inteligencia o la razón y lo sensitivo, no, me gusta que vayan unidas, es decir, que haya una inteligencia del cuerpo, una inteligencia de la piel y eso vuelve a los personajes distintos, los convierte en otra cosa y que además tiene un sesgo como ancestral porque viene desde una tradición de mujeres que ya van marcando, me refiero al obviamente a la novela, una tradición de mujeres que viene desde la abuela y quizá desde la bisabuela, que si hubiera querido hubiera sacado una cuarta historia donde vienen ahí Longina y Leopoldo pero ya dije, no, ya no me voy tanto, ya nada más la meto dentro de, pero que viene marcando desde antes de como toda está genealogía de mujeres comparten el hilo conductor, sería como el deseo y la manera tan peculiar que cada una de ellas tiene para para afrontar sus propios deseos.