Los investigadores afirman que es casi seguro que estos murciélagos hayan albergado el virus durante mucho tiempo, pero esta es la primera vez que se les hace una prueba. Señalan que es poco probable que este nuevo virus suponga un riesgo directo para los humanos.
Madrid, 20 de julio (Europa Press).- Un coronavirus relacionado con el virus que causa la COVID-19 en los seres humanos se ha encontrado en los murciélagos de herradura del Reino Unido, según una nueva investigación realizada en colaboración con la Universidad de East Anglia, la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) y Public Health England (PHE). Sin embargo, no hay pruebas de que este nuevo virus se haya transmitido a los humanos, ni de que pueda hacerlo en el futuro, a menos que mute.
Los investigadores de la UEA recogieron muestras fecales de más de 50 murciélagos de herradura menor en Somerset, Gloucestershire y Gales y las enviaron para su análisis viral a Public Health England. La secuenciación del genoma descubrió un nuevo coronavirus en una de las muestras de murciélago, que el equipo ha denominado “RhGB01”.
Es la primera vez que se encuentra un sarbecovirus (coronavirus relacionado con el SARS) en un murciélago de herradura menor y el primero que se descubre en el Reino Unido.
El equipo de investigación afirma que es casi seguro que estos murciélagos hayan albergado el virus durante mucho tiempo. Y se ha encontrado ahora, porque es la primera vez que se les hace una prueba. Lo más importante es que es poco probable que este nuevo virus suponga un riesgo directo para los humanos, a menos que mute, aseguran.
Novel coronavirus discovered in British bats – UEA https://t.co/wVRL0SBHj7
— Susan Todd (@Suz_Todd) June 26, 2021
Una mutación podría producirse si un humano infectado por la COVID-19 lo transmite a un murciélago infectado, por lo que cualquier persona que entre en contacto con murciélagos o sus excrementos, por ejemplo los que se dedican a la espeleología o a la protección de los murciélagos, debe llevar el EPI adecuado.
La profesora Diana Bell, experta en enfermedades zoonóticas emergentes de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UEA, señala que “los murciélagos de herradura se encuentran en toda Europa, África, Asia y Australia, y los murciélagos que analizamos se encuentran en el extremo occidental de su área de distribución. Se han encontrado virus similares en otras especies de murciélagos de herradura de China, el sudeste asiático y Europa del Este”.
“Nuestra investigación amplía el alcance geográfico y de las especies de este tipo de virus y sugiere su presencia más generalizada en más de 90 especies de murciélagos de herradura –prosigue–. Es casi seguro que estos murciélagos han albergado este virus durante mucho tiempo, probablemente muchos miles de años. No lo sabíamos antes porque es la primera vez que se realizan pruebas de este tipo en murciélagos del Reino Unido”.
“Ya sabemos que hay diferentes coronavirus también en muchas otras especies de mamíferos. Este es un caso de ‘busca y encontrarás’ –explica–. La investigación sobre los orígenes del SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19 en los seres humanos, se ha centrado en los murciélagos de herradura, pero hay unas mil 400 especies más de murciélagos y constituyen el 20 por ciento de los mamíferos conocidos”.
La experta destaca que estos hallazgos “ponen de manifiesto la necesidad de realizar pruebas de genotipo sólidas para este tipo de virus en las poblaciones de murciélagos de todo el mundo. Y plantea una pregunta importante sobre qué otros animales son portadores de este tipo de virus”.
Por su parte, el profesor Andrew Cunningham, de la Sociedad Zoológica de Londres, señala que este estudio “pone de manifiesto que se ha subestimado la distribución natural de los sarbecovirus y las oportunidades de recombinación a través de la coinfección de huéspedes intermedios”.
“Este virus del Reino Unido no es una amenaza para los humanos porque el dominio de unión al receptor (RBD) -la parte del virus que se adhiere a las células del huésped para infectarlas- no es compatible con la capacidad de infectar células humanas –asegura–. Pero el problema es que cualquier murciélago que albergue un coronavirus similar al del SARS puede actuar como un crisol para la mutación del virus. Así, si un murciélago con la infección RhGB01 que encontramos se infectara con el SARS-CoV-2, existe el riesgo de que estos virus se hibriden y surja un nuevo virus con el RBD del SARS-CoV-2, y así poder infectar a las personas”.
Por ello, advierte que “prevenir la transmisión del SARS-CoV-2 de los humanos a los murciélagos, y por tanto reducir las oportunidades de mutación del virus, es fundamental con la actual campaña mundial de vacunación masiva contra este virus”.
El profesor Bell añade que “los principales riesgos serían, por ejemplo, que un rehabilitador de murciélagos cuidara de un animal rescatado y lo infectara con el SARS-CoV2, lo que supondría una oportunidad de recombinación genética si ya es portador de otro sarbecovirus”.
“Cualquier persona que entre en contacto con murciélagos o sus excrementos, como los rescatadores de murciélagos o los espeleólogos, debe llevar el EPI adecuado para reducir el riesgo de que se produzca una mutación –alerta–. Debemos aplicar una normativa estricta a nivel mundial para cualquier persona que manipule murciélagos y otros animales salvajes”, añadió.
El nuevo virus pertenece al subgrupo de coronavirus denominado sarbecovirus, que contiene tanto el SARS-CoV-2 (responsable de la actual pandemia) como el SARS-CoV (responsable del brote inicial de SARS en humanos en 2003).
Otros análisis compararon el virus con los encontrados en otras especies de murciélagos de herradura de China, el sudeste asiático y Europa, y mostraron que su pariente más cercano fue descubierto en un murciélago de Blasius de Bulgaria en 2008.
El descubrimiento en el Reino Unido fue realizado por la estudiante de ecología Ivana Murphy, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UEA, que recogió excrementos de murciélago como parte de su tesis de investigación de último año. Jack Crook realizó los análisis genéticos en colaboración con otros investigadores de PHE.
Se capturaron 53 murciélagos y se recogieron sus heces en bolsas estériles. La investigación se llevó a cabo bajo estrictos protocolos de salud y seguridad. Se utilizó un EPI completo y se realizaron pruebas periódicas de COVID-19 para evitar cualquier posibilidad de contaminación cruzada. Los murciélagos fueron liberados inmediatamente después de la recogida de sus excrementos.
“Más que nada, me preocupa que la gente empiece de repente a temer y perseguir a los murciélagos, que es lo último que querría y sería innecesario. Como todos los animales salvajes, si se les deja en paz no suponen ninguna amenaza”, concluye Ivanna.