En la región de Luhansk, en el este de Ucrania, había combates por el control de varios poblados. De acuerdo con el Gobernador Serhiy Haidai, las fuerzas rusas siguen desplegando más tropas y equipamiento en la zona.
Por John Leicester y David Keyton
Kiev, Ucrania, 20 de junio (AP) — La maquinaria militar rusa perseveraba el lunes en su feroz ataque para acabar con las defensas ucranianas. Mientras tanto, las consecuencias de la guerra sobre los suministros de comida y combustible pesaban cada vez más sobre la gente en todo el mundo entre advertencias de que los combates podrían prolongarse durante años.
En la región de Luhansk, en el este de Ucrania y que en las últimas semanas ha centrado los esfuerzos de Moscú de imponer su voluntad a su país vecino, había combates por el control de varios poblados, según el Gobernador local.
Los poblados estaban torno a Sievierodonestk y Lysychansk, dos ciudades en la región de Luhansk que aún no han sido tomadas por Rusia, según el Gobernador Serhiy Haidai.
Los ataques aéreos y de artillería a las afueras industriales de Sievierodonetsk se han intensificado, señaló.
Haidai dijo el lunes a The Associated Press que la situación en la ciudad era “muy difícil”, y las fuerzas ucranianas sólo mantienen el control sobre una zona, la planta química de Azot, donde hay combatientes ucranianos y unos 500 civiles refugiados.
“Las fuerzas rusas siguen desplegando más tropas y equipamiento en la zona”, indicó.
“Esto es un infierno. Todo está envuelto en llamas, los proyectiles no cesan ni por una hora”, dijo Haidai en comentarios por escrito.
Apenas una pequeña parte de las 100 mil personas que vivían en Sievierodonetsk antes de la guerra siguen allí, sin electricidad, comunicaciones, alimentos ni medicinas.
Aun así, dijo Haidai, la firme resistencia ucraniana impide que Moscú traslade sus recursos a otras partes del país.
El Ministerio británico de Defensa señaló que la guerra no está saliendo como querría Rusia, pese a su superioridad militar.
Las tropas rusas están “exhaustas”, dijo el lunes el Ministerio británico en un reporte de inteligencia, en el que atribuyó las dificultades rusas para ganar terreno con más rapidez a un apoyo aéreo insuficiente.
En todo el mundo, mientras tanto, los conductores reconsideraban sus costumbres y finanzas personales ante un aumento de los precios de la gasolina y el diésel, impulsado por la guerra y la recuperación global de la COVID-19. Los precios de la energía son un motor clave de la inflación que sube en todo el mundo y encarece el coste de la vida.
Responsables diplomáticos de la Unión Europea se reunían el lunes en Luxemburgo para conversaciones centradas en Ucrania y seguridad alimentaria.
El jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, pidió a Rusia que levante su bloqueo de los puertos rusos para ayudar a transportar los millones de toneladas de grano que esperan a ser exportados.
“Confío -más que confiar, estoy seguro- en que Naciones Unidas alcance un acuerdo al final”, dijo Borrell. “Es inconcebible, uno no puede imaginar que millones de toneladas de trigo permanezcan bloqueadas en Ucrania mientras en el resto del mundo, la gente sufre hambre. Esto es un auténtico crimen de guerra (…) No se puede utilizar el hambre de la gente como arma de guerra”.
Se esperaba que llegara ayuda financiera de un origen inesperado para los niños desplazados por la guerra en Ucrania, ya que el periodista ruso Dmitry Muratov subastaba su medalla del Premio Nobel de la Paz en Nueva York.
Muratov recibió la medalla de oro en octubre de 2021. Ayudó a fundar el periódico independiente ruso Novaya Gazeta y era el editor jefe de la publicación cuando cerró en marzo, dentro de una persecución del Kremlin contra periodistas y disidencia pública tras la invasión rusa en Ucrania.
Muratov ya había anunciado que donaría a obras caritativas los 500 mil dólares en efectivo que acompañaban el premio. Los beneficios irían directamente a UNICEF en sus esfuerzos por ayudar a los niños desplazados por la guerra en Ucrania.