En todo el mundo se han confirmado más de 4.9 millones de infecciones del virus, y se han registrado unas 320 mil muertes, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins que según los expertos está por debajo del alcance real de la pandemia.
Bangkok, 20 de mayo (AP).— Cientos de miles de estudiantes de último curso de secundaria en Corea del Sur pasaron controles de temperatura corporal y se desinfectaron las manos en su regreso a las aulas el miércoles, muchos por primera vez desde finales del año pasado, tras sucesivos retrasos debidos a la pandemia del coronavirus.
Alumnos y profesores debían llevar mascarillas, y algunas escuelas instalaron mamparas de plástico en torno a las mesas. En un recordatorio de que no había nada normal en la “nueva normalidad”, más de 60 escuelas cerca de Seúl enviaron rápidamente a sus alumnos a casa como precaución, cuando se supo que dos alumnos que ni siquiera habían asistido estaban infectados.
Se esperaba que la reapertura gradual de las escuelas surcoreanas se completara el 8 de junio. El número de nuevos contagios en el país ha caído a unos 30 diarios, en comparación con los cientos que se reportaban al día a principios de marzo.
La reanudación de aspectos antes rutinarios de la vida que se vieron interrumpidos por la pandemia se ha acelerado en las últimas semanas, conforme gobiernos y poblaciones buscan un equilibrio entre evitar una explosión de infecciones y permitir que las economías funcionen.
Ese regreso a la normalidad tiene mil caras, desde los migrantes en India que por fin pudieron tomar trenes de vuelta a sus poblados a los adinerados compradores en coches de lujo que volvían a las tiendas de lujo en el emblemático Rodeo Drive de Beverly Hills.
Mientras el debate sobre a qué ritmo abrir sigue abierto en Estados Unidos, se acusaba a las autoridades de salud pública en algunos estados de manejar mal las estadísticas de contagios o incluso de utilizar algo de creatividad para mostrar la situación mejor de lo que es.
El riesgo es que políticos, empresarios y estadounidenses de a pie que toman decisiones sobre cuarentenas y otros asuntos cotidianos puedan llevarse la impresión de que el virus está más controlado de lo que está en realidad.
Por ejemplo, en Virginia, Texas y Vermont las autoridades dijeron haber combinado los resultados de tests virales, que muestran una infección en activo, con los de anticuerpos, que muestran si se ha pasado una infección. Expertos de salud pública señalaron que eso puede producir totales impresionantes de pruebas realizadas, pero no da una imagen real de cómo se está expandiendo el virus.
En Florida, la experta en datos que desarrolló la plataforma de gestión de información del estado, Rebekah Jones, dijo esta semana que la despidieron por negarse a manipular datos “para ganar apoyos para el plan de reabrir”. Las llamadas a responsables de salud pidiendo comentarios no recibieron respuesta en un primer momento el martes
En Georgia, uno de los primeros estados que relajó las restricciones y aseguró a la población que ya era seguro volver a salir a la calle, el Departamento de Salud publicó un gráfico en torno al 11 de mayo que mostraba un declive de los nuevos casos de COVID-19 en los condados más afectados. Pero los diferentes días no estaban colocados por orden cronológico, sino en orden descendente.
Por ejemplo, el total del 7 de mayo aparecía justo antes del 26 de abril, al que seguía el 3 de mayo. Un vistazo rápido al gráfico daba la impresión de que el descenso de casos era más constante de lo que era en realidad. El gráfico fue retirado después de un día, aproximadamente.
Los lineamientos del Gobierno de Donald Trump indican que antes de que los estados inicien la reapertura, necesitan 14 días de tendencia a la baja en las infecciones. Sin embargo, algunos estados han abierto cuando los casos seguían aumentando o se habían estabilizado. También se dio instrucciones a los estados para que ampliaran los programas de tests y el rastro de contactos de los infectados.
Jennifer Nuzzo, experta del Centro Johns Hopkins para Seguridad Sanitaria, dijo que muchos de esos casos no se deben necesariamente a un intento de engañar al público. Por ejemplo, señaló, algunos estados podrían tener sistemas de información que no se han actualizado para distinguir entre pruebas virales y de anticuerpos.
Aun así, si se mezclan cifras de pruebas, señaló Nuzzo, “no vas a poder tomar buenas decisiones sobre reabrir y sobre qué nivel de enfermedad tienes en la comunidad”.
En todo el mundo se han confirmado más de 4.9 millones de infecciones del virus, y se han registrado unas 320 mil muertes, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins que según los expertos está por debajo del alcance real de la pandemia.
Rusia y Brasil se veían superadas sólo por Estados Unidos en número de infecciones registradas, mientras crecían los casos en lugares como India, Sudáfrica y México.
El martes aparecieron nuevos focos de infección en Rusia y el país reportó casi nueve mil 300 nuevos casos en 24 horas, elevando el total a casi 300 mil, en torno a la mitad en Moscú. Las autoridades dijeron que unas dos mil 800 personas con COVID-19 han muerto en Rusia, una cifra que algunos consideran más baja de la real.