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El artista belga callejero que desea ser el rey de los waffles en México

20/03/2016 - 9:20 pm

Al llegar a la Ciudad de México se dio cuenta que aquí no hacen los waffles como los clásicos belgas: con cerveza.

Foto: Instagram @Buethewarrior
Foto: Instagram @Buethewarrior

Por Sarah del Moral

Ciudad de México, 20 de marzo (SinEmbargo/Vice Media).– “Mi vida son los waffles y las pinturas. Pintar es parecido a hacer waffles: con ambos hago a la gente feliz”, me dice Bue The Warrior, un artista callejero belga y propietario de un bar de waffles belgas en la Ciudad de México. “Uso pintura en aerosol y me siento de la misma manera cuando uso la crema batida”.

Dave de Rope, a.k.a. Bue The Warrior, tiene dos pasiones: la pintura y los waffles. Como artista plástico comenzó interviniendo calles en su país natal, primero por diversión, después como una forma de expresarse. En el mundo restaurantero probó suerte al llegar a la Ciudad de México, después de darse cuenta de que en el país nadie hacía los waffles como los clásicos belgas: con cerveza.

Después de viajar y trabajar en los lugares donde le venía en gana estar —por eso decidió llamarse warrior (guerrero): jamás se da por vencido—, llegó a México porque Eduardo García, chef propietario de Maximo Bistrot, lo buscó para que pintara las paredes de su entonces nuevo restaurante, Lalo! —por cierto uno de los mejores desayunadores de la ciudad—. La primera vez que pintó en México fue en 2007, para un hotel en Puerto Vallarta, en este lugar se conocieron Eduardo y Charles de Lisle , quien diseñó Maximo, Lal0! y Havre 77 . “Desde la azotea del restaurante se podía observar mis pinturas, a unas cuantas calles. Así fue como Eduardo vio mi trabajo y decidió que quería que pintara su nuevo restaurante. Me buscó en redes sociales; jamás creyó que me iba a encontrar en Bélgica, pero me invitó de todas formas”.

Su otra pasión: el arte urbano. Foto: Instagram @Buethewarrior.
Su otra pasión: el arte urbano. Foto: Instagram @Buethewarrior.

Sus condiciones para venir a la Ciudad de México fueron discretas: un boleto de avión, un lugar para hospedarse y 1000 dólares. En realidad ya le sobraban motivos para venir, pues cree que “México lo tiene todo: naturaleza, cultura, historia, baile, comida, y arte callejero, por supuesto, sobre todo el trabajo de Dhear y Smithe, que admiro mucho”.

Su trabajo se base en el principio acción-reacción. No hay nada complejo ni conceptual en su arte, solo diversión y espontaneidad. El trazo infantil que lo identifica es herencia de su padre y de abuelo, quienes trabajaron ilustrando cómics par el famoso escritor Willy Vandersteen, en Bélgica.

“Me tomé cinco días para pintar Lalo!, aunque por lo regular pinto una pared en uno o dos”, me cuenta. “Quise llevármela con calma, disfrutar, pintar, fumarme un joint, volver a pintar, echarme una cerveza”. Parece que las pinturas de Bue y la comida de Lalo! están hechas un para la otra: cuando te encuentras el mejor pan francés de la ciudad y te lo comes mirando una colorida pared ilustrada con personajes caricaturescos, es inevitable que tu niño interior salga a jugar. Sin embargo, él jamás pensó en la comida, solo pintó como sabe hacerlo: con aires infantiles llenos de color.

Pero pintar no es suficiente para él.

El trazo infantil que lo identifica es herencia de su padre y de abuelo Foto: Instagram @Buethewarrior
El trazo infantil que lo identifica es herencia de su padre y de abuelo Foto: Instagram @Buethewarrior

“De pronto me quedé bloqueado en el mundo artístico. Ya estaba pintando en automático, repitiendo y haciendo lo mismo una y otra vez. Me di cuenta de que una parte de mí quería tomar una distancia de la pintura y hacer otra cosa. Pensé en los waffles porque no existen los waffles acá, los de verdad, los de Bruselas. Además, vivo en la calle de Bruselas. ¿Coincidencia?, pensé. No, no creo”. Yo tampoco, Bue, esto se llama destino.

La amistad que tiene con Eduardo, le ayudó a encontrar el lugar ideal para hacer Holly Waffles, su bar de waffles estilo Bruselas en el recién inaugurado mercado Milán 44.

Al principio tenía la idea de ofrecer el clásico waffle belga, que se come como postre: con crema batida, fresas, azúcar glass y mermelada. Sin embargo, su oferta fue evolucionando con el tiempo. “Me fijé en que a los mexicanos les gusta la comida pesada, salada, entonces empecé a hacer waffles de desayuno con huevos, espinaca, tocino, maple, queso parmesano. En Bélgica creen que esto es un sacrilegio, pero acá ha sido un hit”.

 Foto: Instagram @Buethewarrior
Foto: Instagram @Buethewarrior

Por eso, en Holly Waffles hay para todos los gustos. Incluso para los que buscan opciones veganas y libres de gluten.

La receta que usa Bue es heredada de su abuela, quien a su vez aseguró haberla heredado de su madre, y la cadena sigue hasta 1870. El truco para que estos panecillos tengan la textura perfecta, esponjosa por dentro, crujiente por fuera, es utilizar cerveza belga.

Por lo general, las recetas de waffles incluyen levadura —para ayudar a la fermentación de la masa—, pero el resultado es tener un ligero —no siempre agradable— sabor a levadura. Otras sustituyen la levadura por bicarbonato (se encuentra sobre todo en recetas gringas), y aunque este proceso es más rápido, da como resultado waffles más pesados, con una sola textura. La cerveza, por el contrario, es perfecta porque provoca una buena fermentación sin dejar un sabor tan marcado a levadura, además de que hace una masa más suave, con mejor textura y un sabor especial, como de mantequilla. Bue utiliza una cerveza blanche de brusselas para mantener la receta lo más cercana a su ciudad de origen.

Por eso los waffles han sido todo un éxito, son los consentidos del mercado Milán. “Tengo que hacer waffles para mis vecinos locatarios también, siempre me piden, pero I go with the flow”. De hecho ya han llegado propuestas de socios interesados en abrir otras sucursales con él. Por ahora Bue no está interesado, pero ya tiene en mente cómo quiere su segundo Holly Waffles: “Será un bar de waffles que funcione también como espacio de coworking. Quiero que la mesa sea de ping pong, porque hace falta ejercicio”, dice. Lo mejor es que piensa ofrecer premios a los ganadores de los torneos ping pong, quizás waffles gratis durante todo un año. ¡A ejercitar esos brazos tamaleros de una vez!

“Mi vida ahora son los waffles. No más. Veo dos calles todos los días porque vivo en contraesquina a mi bar. Quiero seguir pintando, pero no hay tiempo. Quizás después; pero por ahora quiero convertirme en el rey de los waffles en México”, dice. Contrario a lo que se podría pensar, Holly Waffles no está decorado por sus aerosoles, pues no consiguió los permisos necesarios. “Decoré la esquina y al dueño no le gustó y pintó encima de nuevo. Yo estaba contento con lo que hice y cuando vi que lo taparon pensé: Man, estoy haciendo algo bueno por la ciudad, no lo chingues”.

Desafortunadamente, el trabajo de estos artistas aún es considerado como un acto de vandalismo en México. Bue The Warrior cree, por por el contrario, que el arte callejero es una manera de enriquecer a la ciudad, darle un sentido distinto.

“Si todos pagamos impuestos, entonces la pared de un puente o una zona comunal es propiedad de todos, ¿no?”, dice. Él nunca ha pedido permiso para pintar en las calles de México —a excepción de los restaurantes que ha decorado, claro—. “No es que sea un vándalo, solo quiero hacer algo bueno para todos. He tenido problemas con la policía, pero llegó el punto en que me di cuenta de que lo único que quieren es sacarme dinero. ¡Corrupción big time!”.

Por ahora, algunas paredes de la colonia Juárez y algunas calles y casas de la Roma son el lienzo de los aerosoles de Bue The Warrior. Pero lo mejor es que su arte no se limita a la pintura, pues también se expresa en los deliciosos waffles rellenos de tocino y espinaca y bañados con miel y chocolate que hacen felices hasta al policía que castiga a los artistas callejeros.

Foto: Carlos Castillo, Vice Media.
Dave de Rope, a.k.a. Bue The Warrior. Foto: Carlos Castillo, Vice Media.

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