En este perfil sobre el defensor Samir Flores, diferentes voces narran la relación que tenía Samir Flores Soberanes con la naturaleza, con su familia, con la lucha, con la radio, con su pueblo, con la escuela autónoma que ahora lleva su nombre. Narra la defensa de la vida y da cuenta de la floración que la vida de Samir provocó.
Por Daliri Oropeza
AMILCINGO, MORELOS, 20 de febrero (Pie de Página).- Si mi padre fuera un árbol sería un ahuehuete. Amira habla sobre Samir Flores Soberanes.
Un árbol de raíces pronunciadas y profundas que figuran serpientes estáticas en el perímetro del agua que corre. Entrelazadas, fibrosas. Los ahuehuetes crecen en conjunto formando un pasaje de árboles, ramas y rocas. Son árboles de vida prolongada.
En este entramado de árboles gigantes, Amira se sonríe con su mamá y sus hermanas. Se suben a las ramas, a los troncos. Se toman fotos. Recuerdan la última vez que vinieron con Samir.
—Se subió a ese ahuehuete, con los dos más pequeños, ahí tengo la foto— señala Liliana, compañera del defensor del territorio asesinado hace un año. Se asombra de que no le costó trabajo sostener a sus dos hijos arriba del ahuehuete. —De repente cada idea que se le ocurría… A veces nos llevaba a las 5 de la mañana a ver el amanecer, nos íbamos con las niñas; yo también le seguía sus locuras.
Esta zona de ahuehuetes junto al río se encuentra cerca de los campos donde Samir sembraba maíz, frijol, amaranto.
—Él se metió mucho con la agricultura orgánica y me decía: ‘ya encontré otra forma de cómo sembrar, de cómo alimentar la tierra pero sin dañarla, sin envenenarla’— de acuerdo con Liliana, esa era la relación que tenía Samir con Emiliano Zapata.
—‘¿Cómo nos podemos decir zapatistas o cómo podemos decir que somos de Morelos donde la lucha de Zapata inició por las tierras, por defenderlas, si nosotros estamos haciendo lo contrario? La estamos vendiendo, la estamos matando’, decía él, y era un dilema entre él mismo: ¿Cómo iba a hacer esas contradicciones?, estar defendiendo las tierras, pero a la misma vez, matándola con químicos, metiéndole venenos de fertilizantes al sembrar.
Samir coleccionaba las semillas de maíz propias de su tierra, tenía mazorcas de los más raros colores, pero siempre roja, azul, blanca, morada, y se guardaba las semillas que consideraba más peculiares.
Los hijos menores de Samir juegan en el paseo de los ahuehuetes en Amilcingo. Foto: Daliri Oropeza
Liliana y sus hijas recorren con las plantas de sus pies las gruesas cortezas desgarradas a lo largo de un riachuelo. El movimiento del agua se hace escuchar en una pequeña caída donde forma una poza. Ahí está el más pequeño de la familia de Samir, rodeado de un resplandor café rojizo reflejado en el agua. Son tres hijas y un hijo.
Samir luchó por que este paseo de ahuehuetes no fuera privatizado para turismo del estado de Morelos. Junto con la comunidad de Amlilcingo lo defendió y quedó para uso abierto a la comunidad. Lo luchó por su familia y sus momentos ahí.
La principal lucha de Samir fue la de la Tierra con la siembra orgánica. Esa fue la primera defensa que dio, que le permitió entrar y participar en las demás.
El crecimiento de los ahuehuetes es lento y sus años de vida se miden en centurias. Requieren de mucha agua para crecer y, al mismo tiempo ayudan a mantener la humedad y los acuíferos.
Al entrar al paseo de estos árboles gruesos da una sensación de calidez y frescura. Los reflejos rojizos de los ahuehuetes colgantes dan cuenta de un viento que sopla espontáneo, mientras quienes tienen sus pies en el agua, observan, voltean al cielo, sonríen.
SAMIR, EL AJONJOLÍ
Las personas más cercanas a Samir concuerdan que era el mil usos, el mil oficios, el ajonjolí de todos los moles.
Agricultor, campesino, herrero, rotulista, maestro de primaria, informático, le gustaba montar caballo, tocaba el bajo en un grupo de música norteña, radialista, locutor, defensor del territorio. Estudió informática en la universidad y luego un año de derecho.
—Conoció a un pintor en Izúcar (de Matamoros), aprendió con él, iba en las tardes a sus talleres; con óleo pintaba sobre platos, con el dedo. En Amilcingo vendía muy bien sus platos y me decía ‘a esto me voy a dedicar cuando esté viejito’. —recuerda Liliana que su compañero le decía.
A sus dos hijas mayores les enseñó los caminos de las barrancas. En primera para pasear y reconocer el territorio, mostrarles el campo. Aun él sabía que estos caminos pueden ser un punto de escape por cualquier emergencia.
—Era muy cariñoso con sus hijos —Liliana describe que cuando llegaba a casa, lo encontraba dormido con los dos pequeños. Lo recuerda jugando con sus dos hijas más grandes. Viendo películas con ellas. Se sonríe al recordar la imagen de sus hijas, su hijo y Samir viendo la tele.
—Se quedaban embobados todos, ni se movían y yo los veía y nomás me estaba riendo.
Samir enseñó a sus hijas a sembrar. Era una actividad que hacían en familia, desde los abuelos hasta las hijas.
— A mí me gustaba mucho porque nos llevaba al campo, entonces nos íbamos y allá con ellas: a sembrar.
Las comidas que más le gustaba compartir con su familia eran con las que con él creció: los alaches, mole de cacahuate, salsa en molcajete con chumiles, cueclas en taco con salsa.
Liliana cuenta un sinnúmero de historias y lugares a los que fue con Samir y sus hijas. Las barrancas, el cerro del Chumil, los ahuehuetes. Lo describe con mucha paz en su semblante. Aunque luego frunce el ceño.
Describe que todas las dinámicas familiares cambiaron en 2012, cuando Samir se entera de la amenaza de un gasoducto en territorio de Amilcingo. Ese mismo año nació su tercera hija después de un embarazo de alto riesgo y del inicio de la construcción de la termoeléctrica en Huexca.
—Samir jamás te dejaba de hablar de sus hijas. Yo no sé en qué momento, pero siempre sacaba el tema de sus hijas. O sea, era un amor que le tenía a sus hijas siempre. Si estábamos en un taller de repente decía: “Así van a estar mis hijas, y así van a estar las tuyas, y así se van a crear ellas”— describe Teresa Castellanos, quien inició la defensa del territorio después de conocerlo. Luego, se hermanaron a través de esta defensa.
Entonces, ya no podían salir al campo por seguridad. Tenían que cuidar las horas de andar fuera. Su relación de pareja cambió.
—Nosotros sí teníamos temor, teníamos ese miedo pues que a él le fueran hacer algo —dice Liliana con los ojos llorosos—. Siento que Samir sí aportó mucho como ser humano. Yo creo que también lo tenía en la sangre.
Samir tuvo muy presente la lucha de su tío abuelo Vihn Flores por la educación, pues por su empeño abrieron la última Normal Rural de México para mujeres en su pueblo: Amilcingo. También fue asesinado por pistoleros.
EL GASODUCTO Y LA RADIO
De bermuda y huaraches, llegó Samir a una asamblea en Jantetelco, municipio vecino de Amilcingo. Era común verlo así. Estaba acompañado de dos jóvenes más, reiteradamente alegre.
—No le pasaba por la cabeza lo que le iba a pasar a su pueblo —describe Miguel López Vega integrante de la comunidad nahua de Zacatepec, en Puebla. Recuerda que en esa visita al pueblo morelense fue la primera vez que lo vio. Ya habían informado anteriormente sobre el gasoducto, pero es hasta la segunda visita de aquel 2012 que llegó Samir.
El gasoducto parte del Proyecto Integral Morelos amenazó la región nahua de Puebla desde 2004. En 2011 fue que encontraron el proyecto en la página de CFE. Cuando vieron el trazo del gasoducto, tomaron la decisión de informar en cada pueblo de Morelos,Tlaxcala y Puebla. Así comenzaron a viajar, ha visitar asambleas para informar.
—Cuando vimos la primera reacción, dijimos: ‘¿a poco estos chavitos nos van a ayudar…? ¡Era Samir!— recuerda el defensor nahua, haciendo alusión a que Samir tan alegre parecía ser más joven.
El segundo pueblo de Morelos que visitaron con proyecciones, videos y bocina fue los Limones y después Amilcingo. Miguel describe que el pueblo de Samir estaba dolido por la represión que vivió en 2008. Cuando llegaron a proyectar, no había gente. Algunas personas se acercaban con miedo. No querían entrarle.
—‘¡Ya sé!, vamos a perifonear’, dijo Samir. Nada. Lo hizo y nada. Cuatro o cinco reuniones en que las personas en Amilcingo no jalaban. Samir andaba con nosotros porque el pueblo no respondía. Fue clave lo de la radio, porque empezó a jalar a jóvenes, pusieron las bocinas y fue algo novedoso, Samir ya empezaba a tener más apoyo. —Narra Miguel.
Mientras, muchos en su pueblo lo tiraban de a loco. Al inicio, Samir viajaba por toda la región para compartir la problemática. En su pueblo instalaba la bocina en cualquier esquina para hablar del PIM y denunciar lo que estaban provocando. Su persistencia lo llevó a sacar adelante uno de sus sueños: hacer radio.
—Samir tenía la realidad en sus palabras. Siempre hablaba de que ‘tenemos que resistir compañeros, no declinemos, vamos a salir adelante, luchemos como nuestros antepasados, tenemos que dejarles un mejor futuro a nuestros hijos’. Siempre él fue la preocupación el futuro de los niños—, narra Teresa Castellanos, compañera y amiga de Flores. Explica que él siempre explicaba las problemáticas de manera sencilla, por eso todas las personas le entendían.
—Él tenía un sueño de tener una radio, de darle voz a las comunidades, y lo logró. Aunque ya no está físicamente, quienes estamos la sacamos adelante— describe Liliana.
Se inspiró en Radio Zacatepec, que nació en 2013, para en 2014 montar su propia Radio Amiltzinko. Eso le dio legitimidad. Con ella impulsó el gobierno de usos y costumbres en Amilcingo.
Samir era muy dedicado a sus programas. Trataba de ser muy puntual. Si era tarde, ya mejor no entraba. Se exigía ser constante. Siempre le pedía a los participantes ser puntuales. Tenía dos programas, uno a las 6am, llamado Amanecer ranchero, dedicado a los campesinos y a los abuelos, quienes más lo escuchaban. El segundo, el de las 3 de la tarde, donde daba noticias.
Tenía una forma muy expresiva de narrar, hacía ademanes aunque nadie lo viera. Liliana lo recuerda con una forma sutil y sencilla de ser, muy entendible para todos. Trataba de ser sencillo en las explicaciones para que la gente entendiera de qué hablaba.
Era el locutor que más audiencia tenía, después de su asesinato mucha gente dejó de escuchar la radio, bajó la audiencia. Las personas en el pueblo expresan nostalgia al no escucharlo cuando prendían la radio. Él fue el primero en transmitir su voz en la primera entrada al aire de Radio Amiltzinko.
El profesor Jorge Velázquez afirma que Samir fue un impulsor del reconocimiento del sistema de usos y costumbres en Amilcingo. Desde el 2000, la comunidad votaba por planillas y urnas. Desde inicios del 2017, el municipio regresó a su modo de elegir autoridades. Esa confianza se pudo gracias a la labor de difusión que hizo Samir desde la radio.
—Samir decía: ‘Es que mi pueblo se tiene que levantar; es que mi pueblo le tiene que entrar, porque mi pueblo ha sido un pueblo que le ha entrado a las luchas pero también ha sido muy madriado’. Entonces nos platicaba él, nos decía: ‘pero ustedes compañeros, ustedes van a ayudarme y vamos a levantar a este pueblo. La gente aquí tiene que entender que lo que viene es grave para todos nosotros’. Y así fuimos varias veces a Amilcingo —narra Teresa Castellanos.
De acuerdo con lo que describen sus amigos, en especial Teresa, Samir Flores tenía convocatoria para atraer a la gente.
—Escuchar a Samir era como aprender un poco de la sabiduría que tenía él, o sea, él era muy sabio. Él tenía la verdad en su boca, eso era lo que atraía a la gente— pasan en el rostro de Teresa todas las emociones en dos palpitares.
—Samir le hace falta a su pueblo— dice en voz un poco más baja el profesor Jorge. —Hacer justicia para él no es solo castigo a los responsables materiales e intelectuales; es seguir organizándonos contra los megaproyectos, no solo en Amilcingo, en todos los lugares donde despojan, eso es lo que sembró.
EL DON DE SAMIR
—Nosotros no sabíamos del problema de la termoeléctrica que se nos venía. Ahí fue cuando ellos nos informaron de todo lo que venía para las comunidades. Así es como conocí a Samir. Cuando llegaron, estábamos en una asamblea y nos informaron lo que acontecía pero cuando nosotros vimos a Samir, pues pensábamos que era un niño porque es chaparrito, flaquito, con su morralito y sombrerito. No se le miraba la cara. Además era traga años.
Teresa describe cómo Samir legó a ser tan querido en Huexca, su pueblo, donde construyeron una termoeléctrica que conectaría el gasoducto que pasa por Amilcingo. Describe cómo se hermanaron ellos y sus luchas.
—Él que traía muchísima palabra, muchísima razón, y nos habló de todo lo que era el Proyecto Integral Morelos. Ese es el recuerdo que tengo muy bonito de él, y muchos más porque de ahí, pues ya nosotros también empezamos luchar. Y él fue una de las personas que estuvo más aquí en Huexca, que se quedó… Las personas solo iban a la asamblea para escucharlo.
Samir recorrió todos los pueblos que rodean el volcán Popocatépetl y esos recorridos que hacían en conjunto integrantes de varias comunidades tanto de Puebla como de Morelos derivó en la creación del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua.
—Era un enamoramiento insólito porque, porque no querían al hombre como tal, sino las palabras que él usaba para dirigirse al pueblo. Creo que nunca jamás lo va a tener nadie más. Él fue alguien muy especial para todas las comunidades. Incluso cuando después empezamos a ir a Ayala; cuando Samir hablaba en Ayala despertaba la conciencia de la gente — describe Teresa con entusiasmo.
COMPARTIR LA SAL CON LA TIERRA
Samir siempre tenía relación con la comida. Llegaras a la radio o a su casa, te ofrecía de comer, sin importar quien fueras o de dónde vinieras.
—Todos los que llegaban, fueran colectivos, fueran de algún medio, de la radio, cualquiera que llegaba, pues siempre la casa fue el lugar. Entonces me decía: ‘¿Tienes comida suficiente? Porque ah, pues es que van tantas personas de más ¿Alcanza? Y si no pues échale un poquito más de agua a los frijoles’.
Teresa Castellanos describe que la presencia de Samir transmitía ganas de alegría, ganas de vivir, ganas de participar. Es una de las razones por las cuales cree que podría hermanar las luchas. Así también participó en el Congreso Nacional Indígena.
Cuándo fue la Asamblea Constitutiva del Concejo Indígena de Gobierno y el nombramiento de María de Jesús Patricio Martínez como vocera y posible candidata a la presidencia, Samir no dudó en participar. Miguel López lo recuerda:
—Samir se levantó y dijo: ‘vamos a entrarle en esta propuesta. Nosotros allá en Amilcingo tenemos frijol, podemos poner frijol’. No sabíamos qué iba a pasar. Nosotros nos sumamos y dijimos que acá (Zacatepec) hay maíz y frijol. Él estaba en esta línea de los alimentos, de la cooperación.
Fue Samir quien puso el tema de la comida en esa reunión en San Cristóbal de las Casas, en 2017.
—Ese don tenía Samir: despertar conciencias, algo muy bonito y de que él… sin que lo conocieras, con que platicaran, la gente lo quería, no más con el simple hecho de saber el entusiasmo al hablar de Samir. La gente decía: ‘oye yo lo quiero conocer’— describe Teresa.
De diferente manera, este don lo describe Miguel:
—Amilcingo es una comunidad de lucha, pero sin Samir creo que no se hubiera levantado. Yo vi cómo. La neta, pues era su vida, siguió y siguió hasta que consiguió conscientizar a su pueblo. ¿quién más? Por eso es tan querido — exclama y lo recuerda con una sonrisa.
Liliana, su compañera confiesa:
—He aprendido a ser más humana.
El profesor Jorge recuerda:
—Samir le abrió los micrófonos desde el primer momento a los familiares de los 43 de Ayotzinapa. Juntamos víveres y los llevamos.
Como el ahuehuete de vida prolongada, Teresa plantea que Samir vive:
—Y van a pasar muchísimos años, toda la vida y hasta que terminemos de tener este cuerpo nos va a hacer falta esa parte, pero pues también sabemos que Samir no nos deja, que Samir está con nosotros. Ser pudo ir la carne pero el espíritu queda y eso nos alienta para seguir en esta lucha, pero para mí Samir está vivo, y va a seguir vivo, le pese a quien le pese. Porque Samir, él nunca va a dejar de estar luchando, así lo vamos a ver cuando truene el volcán, cuando la luna esté brillante, cuando las estrellas estén más iluminadas, cuando el aire venga pesado lleno de polvo y con esa furia: ese es Samir, ese es Samir, cuando la tierra tiemble: ese Samir, porque Samir es eso: hace temblar no solamente el corazón de la gente sino también la tierra.
LA ESCUELA Y LA COMUNIDAD
A través de Radio Amiltzinko, Samir Flores emprendió un proyecto espontáneo: La escuelita Popular. Comenzó como talleres de radio todos los sábados, luego fueron talleres de regularización de la escuela. Al poco tiempo lo formalizó y comenzaron las prácticas en campo: siembra de árboles en las barrancas a la orilla del río.
—Su labor de Samir era ayudar a todo el mundo—, asegura el profesor Jorge Velázquez, con quien dio una de las batallas más grandes por la educación en la comunidad nahua de Amilcingo.
Después de los temblores de septiembre en 2017, los empresarios del gasoducto impulsaron su propia escuela a través de la promoción de CFE y todas las facilidades de la SEP. Dieron un dictámen erróneo para trasladar la escuela del centro de la comunidad a la que construyeron como beneficio del megaproyecto, impulsada por la Central Cardenista Campesina.
La escuelita popular corría sola. Lo que hicieron desde la asamblea de la comunidad fue trasladarla y hacer una comisión de maestros solidarios que dieran clases en la escuela Emiliano Zapata mientras se solucionaba su cierre o remodelación. Samir fue el encargado de impartir las clases de quinto grado. También fue elegido como presidente del comité de padres de familia.
Durante meses, la propia comunidad de Amilcingo llevó a sus peritos, arquitectos e investigadores independientes que determinaron que la escuela no tenía fallas ni tenía que ser demolida. Mientras todo el trámite sucedía, Samir volcó su energía en enseñar. No daba su programa de radio hasta que los niños le entendieran al tema de clase.
También logró llevar por lo menos tres veces la radio a la escuela y en el recreo hacer transmisiones. Acercar la radio para que las niñas y niños pudieran hablar, decir lo que quisieran y estar en contacto con su comunidad.
— La relación con el pueblo era muy grande, prender la radio era darle voz a su pueblo. Es un medio de alerta y de comunicación. Para alertar, con la campana y con la radio. La radio es parte del pueblo. Al estar en resistencia contra el megaproyecto era unirse todos, la radio, la asamblea, y con ello pudo llegar a ser pueblo autónomo. Hasta la escuela es parte de esto. La radio sirvió para unirnos. Intercambiar mensajes del pueblo a la radio y viceversa— analiza Liliana.
Desde el análisis de Teresa, Samir logró enseñarles a los niños que tienen que luchar, no solamente con el lápiz y la libreta, no solamente con el libro y las palabras libros escritas sino también con los hechos y la verdad.
—Era un maestro muy exigente. Aunque no era maestro, tenía la actitud y el corazón para enseñar. Samir tenía dos pies izquierdos, pero para el baile de fin de año montó con sus alumnos el Baile de la Piña de Oaxaca. No sabemos cómo le hizo—recuerda su amigo y colega profesor Jorge Velazquez.
Todas las personas en la escuela le hablaban. Para los estudiantes era complicado saber si decirle maestro o don Samir. Aún así le tenían mucha confianza, todos los niños lo saludaban. Hay alumnas que aún tienen muy presente que les enseño agricultura orgánica. Ahora la escuela lleva su nombre y tiene el registro ante la SEP.
En un plática que tuvieron Jorge y Liliana, se dan cuenta de las reiteraciones de la historia. Realizan la siguiente reflexión descrita por ella:
—No sabemos ahorita cuántos años tengan que volver a pasar para que aparezca otra persona, otro luchador que vuelva a movilizar a la comunidad, la vuelva a levantar, así pueda tener un líder, no un líder, sino una persona que nos una, que nos vuelva a conectar.
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La madrugada del 20 de febrero del 2019, pistoleros intentaron talar el ahuehuete de las resistencias. Asesinaron a Samir Flores en la entrada de su casa, quien solo salía a ver en qué podía ayudar antes de ir a su programa de Radio, Amanecer Ranchero.