Los Legionarios aseguraron sentirse “avergonzados” por los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Martínez, por la negligencia con la que se manejaron las denuncias en su contra y por no haber atendido adecuadamente a las víctimas.
Ciudad de México, 20 de enero (SinEmbargo).- Los Legionarios de Cristo informaron que su congregación será sometida a una investigación realizada por el Vaticano por la negligencia y el encubrimiento de los abusos sexuales contra menores cometidos por el sacerdote Fernando Martínez Suárez en un colegio de Cancún, Quintana Roo.
El pasado 2 de mayo, la presentadora de televisión Ana Lucía Salazar se sumó al #MeToo tras emitir una denuncia pública en la que afirmó que fue víctima de abuso sexual por parte del Padre Fernando Martínez. Los abusos se dieron cuando la víctima tenía 8 años, mientras estaba inscrita en el Instituto Cumbres. Además, en su denuncia, Salazar aseguró que las autoridades escolares decidieron “callar”, al igual que los padres de otras víctimas menores de edad.
A través de un comunicado, la asociación religiosa señaló que dicha indagatoria tiene el propósito de definir quienes fueron responsables de haber permitido que ocurrieran los abusos por parte del clero y aseguró que sus integrantes están dispuesto a colaborar con las autoridades de la Santa Sede y civiles.
En el escrito, los Legionarios aseguraron sentirse “avergonzados” por los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Martínez, por la negligencia con la que se manejaron las denuncias en su contra y por no haber atendido adecuadamente a las víctimas.
“Pedimos perdón a ellas y a sus familias. Nos duele su sufrimiento y deseamos aliviarlo”, señala el comunicado.
La congregación indicó que estableció una comisión que escuchará y dará seguimiento a las denuncias de las víctimas de abusos.
La legión anunció la semana pasada que Martínez había pedido dejar el sacerdocio después de que una investigación independiente determinara que había abusado de al menos seis niñas en Cancún y que una serie de líderes de la congregación que decidieron no reportarle a la policía o siquiera al Vaticano. Martínez había sido transferido de Cancún a un seminario en España sin que se le impusieran restricciones formales.
EL CASO DE ANA LUCÍA
El caso de Salazar es especialmente grave porque sus padres fueron a ver al obispo, que también era un legionario, en cuanto su hija les contó los abusos a los que la estaba sometiendo Fernando Martínez Suarez. Fue a finales de 1992.
Salazar, entonces una niña de 8 años, estaba jugando dando saltos sobre la cama de sus padres y comenzó a hablar. Su madre escuchaba atónita unos recuerdos que sólo años más tarde pudo reconstruir: “lo perturbante que es que te suba el vestido, que me viera, que jalara mi ropa interior, que metiera las manos en mi cuerpo, que me sentara en sus piernas mientras metía la mano en mis piernas, que se masturbara conmigo encima”.
“Dice mi mamá que mientras brincaba parecía una mariposa, como que iba soltando el peso, como que volaba”, rememora. Desde entonces hasta que Martínez fue sacado del colegio pasaron seis meses en los que Salazar estuvo más sola que nunca. Además, nadie quería acercase a ella porque corrió el rumor de que era una apestada. “¿Qué tal si mañana no me levanto y ya descanso?”, se preguntaba. “Ganas de morirme me dieron”.
Pero Martínez tenía amigos, especialmente Maciel, que más tarde se supo había abusado de él. Martínez fue uno de los casi doce sacerdotes de la Legión que de niños habían sido víctimas del fundador y que con el tiempo abusaron de otros menores, una cadena de abusos de varias generaciones que la orden reconoció el mes pasado.
El actual superior de la Legión, el reverendo Eduardo Robles Gil, se disculpó con Salazar por la gestión inicial de su caso y las posteriores “deficiencias”.
“Yo podría haberlo remediado desde 2014, pero seguí las decisiones que se habían tomado con respecto a casos de abuso de décadas pasadas”, se lee en la misiva que le envió en noviembre.
También reenvió una carta de Martínez a Salazar, en la que el agresor imploraba su perdón por el daño causado. Describía su comportamiento como “faltas” y tocamientos “que Dios no bendice” fruto de una “sexualidad descontrolada”.
Salazar se sintió muy ofendida por la forma en la que las misivas restaban importancia a los crímenes y a cómo se habían ocultado. “Fue revictimizante, humillante, asqueroso”.
Salazar se pasó décadas desahogándose escribiendo poemas, pero cuando nació su tercer hijo -y la primera niña- algo cambió. “Me pregunté, “¿qué voy a hacer para que no la violen y para que tenga la infancia que yo no pude tener?”. Pronto lo supo: la respuesta era hablar.
DETALLES HUNDEN A LEGIONARIOS
Cuando la “prefecta de disciplina” de un colegio católico de elite en Cancún, México, llegaba a una clase para llevar a las niñas a confesión, el ambiente se tensaba. La mujer dirigía a las niñas a la capilla para que el director de la escuela, un legionario de Cristo, abusara sexualmente de ellas.
“Mientras unas leían la Biblia, violaban a las de enfrente, niñas desde 6 años a 8-9 años”, recordó una de las víctimas de ese sacerdote, Ana Lucía Salazar, presentadora de televisión y madre de tres hijos.
“Después, nada fue igual, nada regresó a su lugar”, lamentó la mujer entre lágrimas en su casa de Ciudad de México.
La espantosa historia de Salazar, que fue corroborada por otras víctimas y la propia Legión de Cristo, ha abierto una nueva crisis de credibilidad para la otrora influyente orden, 10 años después de que el Vaticano interviniera la organización tras determinar que su fundador era un pederasta.
El caso ha confirmado que el problema de abusos en la Legión va más allá de su fundador. Y ha cuestionado la reforma dirigida por el Vaticano. El enviado papal supo del caso hace casi una década y rechazó castigar al sacerdote o a los superiores que conocían sus crímenes, muchos de los cuales siguen en puestos de poder y ejerciendo el sacerdocio.
– Con información de AP