De acuerdo con el estudio del Coneval, el sistema que recibió AMLO no goza de cabal salud pues no tiene la capacidad para asegurar el acceso efectivo a atención médica de calidad, con una disponibilidad de servicios de apenas 2.4 médicos por cada mil habitantes y con la peor inversión entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al recibir solo 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), comparado con el 9.5 de Alemania.
Por Enrique Alvarado
Ciudad de México, 19 de diciembre (VICE/SinEmbargo).- Enrique Peña Nieto heredó a Andrés Manuel López Obrador un sistema de salud “en terapia intensiva”: 19 millones de mexicanos no cuentan con servicios de salud; seis millones de personas que viven en poblaciones rurales cuentan con bajo y muy bajo acceso a clínicas; tres millones prácticamente no tienen acceso físico a ninguna instalación de salud, sin importar la cobertura médica...
El panorama de este legado, contenido en el Diagnóstico sobre derecho a la salud del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), fechado en noviembre de 2018, contrasta con el discurso que pronunció Peña Nieto a mediados de octubre, cuando habló por última ocasión sobre los avances en la materia.
Aquel día, en el marco del 75 aniversario de la Secretaría de Salud (SS), Peña Nieto aseguró que México contaba con mejor infraestructura médica, programas sociales más amplios y mayor cobertura de padecimientos, que significaban un aumento de seis por ciento en el acceso a servicios médicos.
Sin embargo, el diagnóstico consultado por VICE evidencia las insuficiencias del Plan Sectorial de Salud, al señalar que, si bien se redujo el índice de carencia por acceso a los servicios de salud, al pasar del 21 al 15 por ciento de la población, esto no garantiza el acceso efectivo a los servicios ni el mejoramiento de las condiciones de salud de las personas.
De acuerdo con el estudio del Coneval, el sistema que recibe AMLO no goza de cabal salud pues no tiene la capacidad para asegurar el acceso efectivo a atención médica de calidad, con una disponibilidad de servicios de apenas 2.4 médicos por cada mil habitantes y con la peor inversión entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al recibir solo 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), comparado con el 9.5 de Alemania.
AMLO RESPONDE A LAS CRÍTICAS
La desaparición del Seguro Popular, anunciada por López Obrador el viernes 14 de diciembre, desató una polémica en redes sociales. El presidente explicaría que la Federación controlará progresivamente los servicios de salud, ocho estados cada seis meses, hasta que en dos años se cuente con un nuevo sistema de salud pública que garantice el acceso de todos los ciudadanos.
“El convenio significa que los estados trasladan los servicios de salud a la Federación. Se va hacer cargo la Federación. Se integra el Sistema de Salud. Uno de los problemas actuales es la fragmentación, la desintegración del sistema de salud”, precisó el mandatario.
El ex Presidente Vicente Fox abrió fuego desde su cuenta de Twitter: “Eso es destrazar (sic) el sistema de salud que nunca tuvieron los pobres. RETO A AMLO A DEBATIR EL TEMA para que lo entienda y vea que es su segunda regada histórica, junto con cancelar el aeropuerto”.
Posteriormente, en la conferencia del lunes 17, un reportero le preguntó a López Obrador sobre este diferendo. Sin mencionar por su nombre a Fox, lo incluyó en su respuesta: “Hay quienes no están de acuerdo, pero deberían estar avergonzados de lo que hicieron, de heredar un sistema de salud que no atiende ni garantiza el derecho de los mexicanos a la salud, como lo establece el artículo cuarto”.
La polémica sobre el cambio de modelo de atención médica creció luego de conocerse que la Propuesta de Presupuesto de Egresos 2019 es de 123 mil 209 millones de pesos para la Secretaría de Salud, una cifra apenas por encima de los 122 mil 557 millones de pesos programados para el último año del peñismo.
EL PLAN DE LA 4T
Tal como sucedió con la iniciativa para echar atrás la reforma educativa impulsada por Peña, “la cuarta transformación” (4T) encabezada por AMLO planea generar cambios radicales en el sector salud. La desaparición del Seguro Popular y centrar el control en la Secretaría de Salud son las apuestas más grandes en el nuevo plan nacional de salud que presentó el viernes pasado en Mérida, Yucatán, junto con su nuevo titular, Jorge Alcocer.
Con mano de cirujano plástico, López Obrador busca unir los pedazos de un sistema de salud fragmentado y reorganizar la infraestructura médica, ya que actualmente los servicios médicos están divididos en el Seguro Popular, Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas y Servicios Sociales (ISSFAM), los servicios de Pemex, servicios estatales, además del sector privado.
Ricardo Corona, integrante del Colegio Nacional de Especialistas en Medicina Integrada A.C. (CONAEMI), señala a VICE que la fragmentación que busca eliminar el tabasqueño es uno de los principales problemas del sector, ya que cada subsistema de salud lleva sus propios datos. “Tenemos que unificar el sistema de salud, tener los mismos objetivos, el mismo presupuesto para todo el sistema de salud, no podemos estar con diferentes subsistemas que cada uno lleva sus objetivos, presupuesto y sus indicadores”, comenta el especialista.
Según el diagnóstico de AMLO, el sistema de salud está peor que el educativo y por ello la estrategia comenzará con ocho estados del sur y sureste: Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán, cuyos gobernadores fueron los primeros en firmar el Acuerdo Nacional de Salud para el Bienestar.
Entre los principales objetivos trazados por el Gobierno obradorista, está garantizar el derecho de acceso a los servicios de salud y medicamentos gratuitos de la población sin seguridad social. Por ejemplo, que organizaciones como IMSS o ISSSTE puedan prestar servicios médicos a personas que no estén afiliadas, sin afectar a los derechohabientes.
NI SEGURO, NI POPULAR
Flanqueado por los pumas José Narro Robles, entonces titular de Salud, y el rector de la UNAM, Enrique Graue, aquella tarde Peña Nieto respaldó sus avances en salud con las cifras del Coneval, al mencionar que entre 2012 y 2016 había reducido el número de mexicanos sin acceso a servicios de salud, dato que está directamente vinculado con la afiliación masiva al Seguro Popular.
Según el Coneval, actualmente hay 55 millones de personas afiliadas al Seguro Popular; 43 millones en el IMSS; 8.6 millones afiliados al ISSSTE; 1.3 millones al programa IMSS Prospera; un millón en los servicios de Pemex y el ISSFAM, además de un millón de personas que cuentan con servicios médicos privados.
En el caso del Seguro Popular, que concentra mayormente persona que no pertenecen al sector formal de la economía y con los ingresos más bajos, está viviendo sus últimos días, pues durante la presentación del nuevo programa de salud, el presidente López Obrador anunció que desaparecería pues “no es seguro, ni popular”.
El investigador Gustavo Leal Fernández, autor original de la frase que pronunció el tabasqueño el pasado viernes, comenta a VICE que el fracaso del seguro popular fue que en aras de buscar la universalidad de la salud únicamente repartió la carencia de los sistemas de salud entre los mexicanos.
“¿Se puede encontrar algún beneficio en alguna área? No, todas las estadísticas que tenemos en materia de estado de salud de la población son verdaderamente aterradoras y todas las estadísticas de daños a la salud también”, explica el catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y agrega que AMLO recibe un sector descapitalizado, sin finanzas y lleno de corrupción.
NO HAY NI CAMAS DE HOSPITAL
Una radiografía a través del sector salud en México, nos permite ver la gravedad de la situación, comenzando por la esperanza de vida, que es de 75 años, el segundo registro más bajo sólo por detrás de Letonia, cuando el promedio de los países que integran la OCDE es de 80.6 años.
Aquí, las enfermedades más mortales son las cardiacas; le siguen diabetes, tumores malignos, enfermedades del hígado, lesiones por accidentes, enfermedades cardiovasculares, agresiones en forma de homicidios, padecimientos pulmonares, neumonía e influenza, así como insuficiencia renal.
Tan solo en 2016 la tasa de diabetes a nivel nacional fue de 367 casos por cada 100 mil habitantes, con una tasa de mortalidad de 86 personas por cada 100 mil habitantes, casi el doble que en 2000. Esta enfermedad, como las antes mencionadas, necesitan disponibilidad de servicios médicos, instalaciones y equipos necesarios para atenderse, rubro que Peña Nieto no dejó en mejores condiciones.
El informe del Coneval señala que más de 86 millones de personas en poblaciones urbanas cuentan con acceso muy alto a los servicios de salud, pero todavía hay más de 9 millones pertenecientes a poblaciones rurales que cuentan con bajo y muy bajo acceso físico, o no tienen acceso físico a clínicas o consultorios.
Además, México es el penúltimo país de la OCDE en cuanto a camas de hospital por cada mil habitantes. Apenas tiene 1.5 camas disponibles por cada mil mexicanos, solo superado por la India, donde hay 0.5 camas disponibles. El promedio es de 4.7, pero hay países con hasta 13.17, como Japón.
Los últimos datos del Sistema Nacional de Indicadores de calidad en salud señalan que entre 2010 y 2017 el tiempo de espera para recibir consulta en urgencias aumentó de 23.4 minutos a 30.2 minutos en promedio a nivel nacional, siendo las unidades del IMSS y de los servicios de salud estatal los más tardados, con 51 y 56 minutos en promedio.
CON EL PACIENTE AL CENTRO
En busca de concretar la universalización de los servicios médicos, una meta impulsada desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana para la Salud (OPS), el nuevo Gobierno se centrará en analizar la cantidad de personal médico necesario para hacerlo, pues actualmente existen 2.8 enfermeras y enfermeros por cada mil pacientes en el país, sólo por arriba de China, Turquía y Sudáfrica en la OCDE.
Ricardo Corona, quien también labora en los servicios de urgencias del ISSSTE, señala que esa carencia de personal se palpa diariamente en las salas de atención, aunque el problema también es de calidad, pues a menudo llegan adultos mayores con enfermedades renales-crónicas, diabetes o hipertensión y muchas veces el personal no está capacitado para atenderlos.
“Debemos hacer un sistema horizontal, donde tengamos una atención integrada del paciente, desde la prevención, diagnóstico oportuno, tratamiento, rehabilitación, cuidados paliativos para que el mexicano tenga el derecho a la salud que es lo que nos merecemos”, señala el especialista sobre el enfoque que deberá tener el nuevo sistema nacional de salud a cargo de AMLO.