Hoy, no sólo es el “hombre más buscado”. Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” Guzmán es el capital con el que el Gobierno de Enrique Peña Nieto podría recuperar parte de la credibilidad perdida, en caso de que lo vuelva a atrapar. En julio, la Secretaría de Marina lo ubicó en la Sierra Madre Occidencial. Pero “El Chapo” volvió a huir y la información de su persecución, brindada por la Segob y la PGR, conformó una escena novelesca o de serie de televisión, en la que se indujo al público a un emocionante desenlace. ¿Qué pasará? ¿Entregarán vivo al hombre más buscado del mundo las autoridades mexicanas? ¿Dirán que se volvió irreconocible por una herida que él mismo se infringió al desbarrancarse? Si bien, estos elementos de suspenso han sido puestos en el relato, la PGR mantiene bajo reserva todo lo relacionado con su nombre, lo que ante la opinión pública lo mantiene como un ser legendario plagado de poderes, como un fantasma que todo lo puede.
Ciudad de México, 19 de diciembre (SinEmbargo).– El triángulo dorado tiene encajada en el corazón una paradoja hirviente. El Departamento de Estado ubica ahí a los sembradíos de amapola y mariguana más valiosos del planeta (miles de millones de dólares), mientras se despliega la miseria en sus manifestaciones más despiadadas. Desde Badiraguato en Sinaloa; desde Tamazula, Canela y Topia en Durango hasta Guadalupe y Calvo, Morelos, Batopilas, Guazapares y Guachochi en el sur de Chihuahua; esta fractura de mundo es un microcosmos de la desigualdad humana.
Sólo Badiraguato, el municipio más grande y cuna de los narcotraficantes más famosos, ocupa la posición 2 mil 038 entre 2 mil 456 municipios de la República Mexicana, según el Semáforo Municipal de los Derechos de la Infancia de www.odisea.org.mx. Esta organización plantea que el desarrollo humano es la oportunidad de elegir cómo se quiere vivir. Y en el triángulo dorado parece que la vida pende del contexto, de la realidad que achica las oportunidades, de la prisión que a veces suele ser el hambre. Pinos silvestres, cumbres, montañas, despeñaderos, barrancas, caseríos con techos de lámina desparramados como si los hubieran dejado caer a puñados y con los ojos cerrados. Y luego, esos sembradíos. Es lo que hay.
Ahí, en el rancho La Piedrosa, en Tamazula, Durango, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, tuvo su última parada el pasado 6 de octubre. El fugitivo más buscado de México, y uno de los objetivos de decenas de policías en el mundo, se escabulló una vez más de la fortaleza de la Armada de México que lo cercó con decenas de elementos de fuerzas especiales y por lo menos cinco helicópteros, según informó primero The Drug Enforcement Administration (DEA) de Estados Unidos y, luego, la Secretaría de Gobernación (Segob) en México. Que va herido de la cara y una pierna, y que ese daño no ocurrió en el enfrentamiento con los infantes, sino que lo adquirió al apurar su huida, es la versión de la dependencia.
En esa sierra llueve sobre mojado. Un estudio de la Comisión de Defensa de Derechos Humanos de Sinaloa (CDHS) refleja que la Operación Cóndor (el despliegue de fuerzas del Ejército para acabar con la siembra de mariguana en 1976, al final del Gobierno de Luis Echeverría Álvarez) originó casi 100 mil desplazados. Hoy, por lo pronto, la búsqueda de Joaquín Guzmán Loera, ha provocado que mil personas se fueran de los pueblos de Durango a Cosalá, Sinaloa. Y Óscar Loza Ochoa, comisionado de enlace con instituciones de ese organismo, uno de los hombres que acompañó a los desterrados, dice: “Que lo ubicaran precisamente ahí me cayó como balde agua fría. Es la parte sur de Durango. Siempre se ha dicho que el triángulo dorado es arriba, mucho más arriba. Chihuahua con su sur occidente, Durango con su norte occidente y Sinaloa con su norte oriente hacen ese vértice imaginario. Pero esta geografía es muy amplia y ahora, para buscar al 'Chapo', ha crecido”.
–¿Qué explicación hay para que un mapa crezca? –se le pregunta al activista, uno de los más emblemáticos defensores de derechos humanos con experiencia en desplazados en la región.
–Es el ayuno de credibilidad del Gobierno federal. La persecución en un asunto de carácter político. Si lo detuvieran volvería una parte de la confianza perdida. Y a eso se le apuesta.
–¿Alguien vio ahí a Joaquín Guzmán Loera?
–Nadie ni en voz alta, ni en voz bajita dice haberlo visto. Algunos sostienen que en 60 años jamás habían notado señas de narcotráfico alrededor de Tamazula. Ni para bien, ni para mal. Entonces, entran dudas de si las autoridades estén hablando con toda la verdad. Mientras, los desplazados están ahí, respirando el aire ajeno, a la espera de que Guzmán Loera sea atrapado. Porque su única esperanza es el regreso. Pero eso puede ocurrir pronto o no ocurrir jamás.
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Tras su segunda fuga de un penal de máxima seguridad, Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, apodado “El Chapo” Guzmán, se ha vuelto más valioso que nunca. Especialistas de varios ámbitos académicos coinciden en que si el Gobierno federal logra atraparlo logrará una hazaña fundamental: recuperar la credibilidad perdida que hoy no pasa de 39 puntos en todas las encuestas. “El Chapo”, el hombre que creció descalzo en ese mismo triángulo donde hoy tiene supuestamente cientos de empleados directos o indirectos, el que a los veinte años de edad debutó en las huestes de Miguel Ángel Félix Gallardo, el que ha llevado el epíteto de “el más buscado” dos veces, hoy es la oportunidad de un nuevo golpe para fortificar la gestión del Presidente Enrique Peña Nieto.
“Ante tanto fracaso, les hace falta una ayudadita. La reaprehensión de 'El Chapo' es la oportunidad. Mientras no lo capturen deben despertar la esperanza que lo van a hacer. Y no importa el costo social. Ni económico. Lo que importa es atraparlo”, dice José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
¿Esta vez, a quién busca el Gobierno? Este no es un hombre cuyo nombre sólo esté asociado con el dinero y el crimen. Joaquín Archivaldo Guzmán Loera ha mostrado ser el criminal con mejor preparación para moverse en el sistema político mexicano, con redes de poder que abren sospechas de acuerdos con las cúpulas de los gobiernos panistas y priistas. Huidizo siempre, su personaje no escapa de la culpa. Sobre sus espaldas, de manera directa o indirecta, está la muerte violenta de por lo menos 100 mil personas y la desaparición de otras 25 mil desde que se inició la llamada Guerra contra el Narcotráfico. Pero también se erige como un líder, una inteligencia que ha podido destrabar todos los operativos en su contra. Ortega dice: “El hombre vale por lo que representa. No hay otro en el mundo con tanta fama como él. En un país devastado por la violencia, él se ha encargado de decir que no secuestra que no amedrenta. Que su negocio es el narcotráfico y no lo otro. Ese es uno de sus mensajes que hace valiosa su representación. Y vale por lo que sabe”.
Joaquín Archivaldo Guzmán Loera nació en la comunidad de La Tuna, Badiraguato, Sinaloa, el 4 de abril de 1957. Es hijo de Consuelo y Emilio. Casada por la fe católica, esta pareja de campesinos procreó once niños. Ocho hombres y tres mujeres. A todos los criaron en la misma casa de adobe y lámina. Algunas fuentes indican que pudieron estudiar hasta tercero de Primaria y otras que hasta sexto. Ángel Robles Bañuelos, ex Presidente municipal de Badiraguato y profesor rural expone que la educación básica en esta región del país ha sido una batalla de Quijotes, que en los cincuenta y sesenta del siglo pasado, los niños no iban a la escuela y si lo hicieron, fue de manera intermitente. De modo que es posible que los Guzmán Loera no hayan estudiado nada.
El hecho es que esa niñez se hizo en la más profunda miseria, la de la Sierra Madre Occidental mexicana, entre campos de naranjas y a veces, cacahuate, y cerros de lodo. Ya ninguno vive ahí. Sólo sobrevive la madre cuya vida transcurre entre ollas de peltre y muebles antiguos, muy alejada de la ostentosidad que se le adjudica a su hijo.
Joaquín Archivaldo Guzmán salió del terruño mientras seguía las señales marcadas por la expansión del narcotráfico en la región. Félix Gallardo le tenía confianza y lo llevó a Culiacán y luego, a Guadalajara. “El Chapo” tenía 32 años de edad cuando presenció la detención de su padrino. Acaso supo que ahí empezaba la oportunidad única del crecimiento propio. Pero ahí estaba también Ismael “El Mayo” Zambada y a querer o no, había que hacer alianzas. Así que los dos fincaron su grupo, el Cártel de Sinaloa o Pacífico (los investigadores aún no están de acuerdo en la nomenclatura de los grupos que trafican droga), mientras los hermanos Arellano Félix se expandían en Tijuana.
Todo iba en marcha, pero en 1993, el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo cayó acribillado en Guadalajara, Jalisco. La PGR, a cargo de Jorge Carpizo, lo presentó como el jefe de capos que, en contra de los Arellano, habría provocado la lluvia de balas que mató al prelado. Y al Chapo lo capturaron elementos policiacos de Guatemala en el río Suchiate, lo entregaron en el puente internacional “El Talismán” y luego, ya en manos de la PGR, lo llevaron al penal de Almoloya y después, al de Puente Grande en Jalisco.
En 2001, se fugó. Y en los 13 años siguientes logró modificar para su ganancia todos los mapas del trasiego de drogas. Para la PGR, sus operaciones están distribuidas en todo el país. Para la Oficina Europea de Policía (Europol) ha penetrado en Europa y Oceanía. Para autoridades de Hong Kong, según un reportaje publicado por el South Morning Post, está ligado a dos triadas de ese país, la 14K y la Sun Yee On. El Departamento de Estado de Estados Unidos sostiene que es la inteligencia a partir de la cual, es traficada desde Colombia del 30 al 50 por ciento de la droga vendida en aquel país.
Aunque la revista Forbes jamás ha revelado bajo qué parámetros calculó su fortuna, lo incluyó en su lista de hombres acaudalados a partir de 2012. Mil millones de dólares tenía “El Chapo” aquel año. Pero para 2015, la publicación lo había excluido por una razón: desconocía cómo gastaba sus recursos. De eso, hay muy pocos rastros.
Pese a todo este éxito en un universo donde la ilegalidad, escapatoria y clandestinidad son los ejes, “El Chapo” se reconoce a sí mismo como falible. Escucha y pide opinión. Trabaja en equipo. Es capaz de crear redes que involucran a la persona más sencilla hasta la más sofisticada para sus operaciones. La paciencia es una de sus armas. El método, otro.
La misma PGR guarda en sus archivos su perfil psico sociológico, elaborado en 2001, poco antes de su fuga del penal de Puente Grande. En ese ejercicio analítico, Joaquín Guzmán Loera obtuvo mayor coeficiente intelectual con 25 puntos que Raúl Salinas de Gortari. En el documento, elaborado en 2001, sobresale el adjetivo "conciliador". Si se sigue ese documento, "El Chapo" Guzmán es un gran negociador que dentro del penal pudo eludir castigos, restricciones y desconfianzas. Tolera la frustración o más bien, no la identifica. No siente culpa por las acusaciones jurídicas y no le preocupa el tiempo de reclusión. Es un hombre que asume con habilidad el tipo de "patrón sustituto". Sabe seducir con el dinero. Se presenta como un gran solucionador de problemas ante funcionarios de los penales que pueden estar agobiados por los bajos salarios.
Tras 13 años de su escapatoria, en febrero de 2014 fue reaprehendido. Después de haber sido la encarnación del éxito en la delincuencia, apareció sometido bajo la mano de elementos de la Marina, frente a las cámaras de televisión. Desde entonces, tenía el plan de volver a irse. Y lo hizo, sin ninguna complicación, por un túnel de 1.5 kilómetros, construido para su hazaña. Su segunda fuga tenía que reflejar su alma. De lo contrario, iba a valer de nada. Era una oportunidad única de dar a conocer quién era él. Al final, la huida fue una declaración de principios expuesta con elocuencia.
Alfredo Paredes Zamora, director de Capitol Consulting, expone que la segunda fuga de “El Chapo” Guzmán puede ser analizada como una estrategia política. Dejó claro lo siguiente: "Yo soy capaz de afrontar directamente el concepto de máxima seguridad. Yo puedo romper todo lo que tú Estado, montes con los fines de ese concepto. Paso por encima de la mente de tus consultores y cuerpos de inteligencia. El aparato de seguridad mexicano no me representa un reto".
PERO NO DEJA DE SER UN FANTASMA
Sin mencionar por su nombre a Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aseguró que sobre los hechos de El Altiplano se actúa “con respeto a la legalidad y con absoluta transparencia”. Se encontraba en su comparecencia por la glosa de gobierno el pasado 29 de septiembre. Pero si acaso lo tiene, el ser político de Joaquín Guzmán Loera no es transparente. Al contrario, si se intentara construir su figura a partir de los informes públicos, no resultaría nada. Para los ciudadanos, su figura se diluye por falta de información.
Entre la aprehensión en febrero de 2014 hasta ahora, los ciudadanos han preguntado por su persona ante el Instituto Nacional de Información Pública y Acceso a la Información (INAI) más de 100 veces. Pero la Secretaría de Gobernación a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong o la Procuraduría General de la República en cuyo frente se encuentra Arely Gómez, pocas veces han respondido a las inquietudes ciudadanas. ¿Qué preguntan sobre “El Chapo” los mexicanos? Cuánto se ha gastado en su manutención y cuidado es una de las cuestiones; cuánto se invirtió en el operativo de su búsqueda y cuánto en publicidad en medios de comunicación, es otra. Las preguntas son como un abanico: ¿De qué se le acusa? ¿Cuáles son los cargos que enfrenta? ¿Cuántas personas lo visitaron mientras estuvo en prisión? ¿Hay una solicitud formal para extraditarlo? ¿Cuántas balas se usaron para perseguirlo? ¿Cuál es su perfil psicológico? Para todas estas dudas, la respuesta ha sido que no es competencia de la unidad de enlace de la Segob o que la información es reservada.
Y ello, para los especialistas es un gran elemento que ayuda a construir su leyenda que puede ser usada a conveniencia. Los ciudadanos desean saber de él. Esperan por su destino. El experto en Transparencia y Rendición de cuentas, Ernesto Gómez Magaña de Contraloría Ciudadana y #Yocontralacorrupción piensa que “El Chapo” es una de las preocupaciones de la sociedad, pero como cualquier otra, está rodeada de velos. “Si se le presenta como el más buscado, como el criminal de más altos vuelos de la historia, se genera un derecho a saber de él, aun cuando se trate de un asunto de seguridad nacional. La ausencia de información da pie a que se le saque de contexto, que se le atribuyan poderes falsos y que al final, quede como un tipo que puede evadir las leyes mexicanas sin que quede ningún rastro”.
Ni siquiera su fortuna está documentada. En el folio 0001700105315, la PGR respondió que sus bienes decomisados en 2014 –año en que fue recapturado y que implicaba un golpe a su economía ilícita- son: cuatro armas, siete cargadores, una granada, 143 municiones o cartuchos, tres joyas y cuatro “objetos”. En el rubro de embarcaciones, no hay nada. Tampoco en el de Inmuebles. Menos en el de Vehículos. No aparecen cuentas bancarias ni nada relacionado con dinero que se le haya quitado.
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Si esta fuera una novela por episodios o una serie por temporadas, ahora mismo se trataría de la parte humana del narcotraficante, de la que tiene relación con la familia. El Gobierno mexicano filtró a los medios informativos que debido a la debilidad que tiene el capo por sus pequeñas hijas gemelas pudo ubicarlo en la Sierra.
El periodista Carlos Loret de Mola publicó en su columna “Historias de Reportero” del periódico El Universal que la esposa de “El Chapo”, sus hijas y la mascota “Botas”, un pequeño mono, se quedaron a vivir cerca de El Altiplano. Unos días antes de la fuga, dejaron el Estado de México para irse a Sinaloa. Pero “Botas” no se fue con ellas. Después, la familia se reunió en un caserío en Bastantitas de Abajo, del municipio de Tamazula, Durango. A petición de las niñas, “El Chapo” habría mandado por el mono. Lo hizo traer por tierra. De modo que los investigadores del Cisen lo encontraron en un Mustang rojo.
“Esta emoción del hombre que hace fallar su estrategia limpia por un acto de amor hacia sus hijos recuerda a Pablo Escobar Gaviria en Colombia quien también dejaba rastros cuando adquiría juguetes para sus niños”, expone Ortega, experto en seguridad nacional; pero añade: “No deja de ser un elemento de tensión que prepara para el verdadero desenlace. ¿Nos están preparando para entregarnos a un 'Chapo' vivo o muerto?”.
Después de la historia de “Botas”, Televisa transmitió un video con audio de la segunda fuga del "Chapo". Se escuchó el ruido ensordecedor de un martillo, a la vez de la canción de José Alfredo Jiménez, “El Rey”, justo cuando el estribillo se desgrana en “llorar y llorar”.
Lo cierto es que hay un "Chapo" padre de familia, reconocido en los corridos que sobre su figura se han escrito y cantado. El investigador del Colegio de México, José Manuel Valenzuela, expone en su libro “Jefe de Jefes” que ese género musical ha ayudado a revelar la vida más íntima de los hombres de las drogas en México, la que tiene relación con los hijos o los amores. Hay uno que retrató el dolor de “El Chapo”. Se llama “50 mil rosas rojas”, lo interpreta Lupillo Rivera y narra ese duelo que pudo embargar al hombre más buscado del mundo cuando su hijo Édgar apareció muerto en el estacionamiento del supermercado City Club del fraccionamiento Desarrollo Tres Ríos, en el norte de Culiacán, Sinaloa, el 9 de mayo de 2008.
El corrido dice:
“50 mil rosas rojas se vendieron en Culiacán,
llegándose el 10 de mayo, listos para celebrar,
pero unos días antes se nos fue Édgar Guzmán.
La noticia se extendió como pólvora encendida
y al señor de la montaña le causaran esta herida,
¡Ay qué dolor tan profundo del día de las madrecitas!
El montonal de las rosas a ninguna madre enviaron,
todas fueron pá un gran hombre que siempre lo respetaron,
le brindaron despedida, las cincuenta mil llegaron.
…. Y el compa Édgar Guzmán no quedará en el olvido…”.
De su primer matrimonio, con Alejandrina María Salazar Hernández en 1977, nacieron César, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo. Los últimos están relacionados con las actividades de su padre. Con su segunda esposa, Griselda López Pérez procreó a Joaquín, Édgar, Ovidio y Griselda Guadalupe. En 2007, se casó con la madre de las gemelas, Emma Coronel, quien fue reina de belleza en Durango y es sobrina de un antiguo socio, Ignacio Nacho Coronel, quien cayó en un operativo militar en Zapopan, Jalisco.
MIENTRAS, EN COSALÁ
La huida duró todo el día. “Los perros nos siguieron hasta que dimos vuelta. Ya íbamos en la carretera pá Culiacán cuando se convencieron que nos estábamos yendo. Entendieron que era pá siempre. Y se regresaron. Pero el ganado, el ganado … Ese sí se fue de vago y quién sabe si ahorita estén vivas las vacas que de todos modos andaban diatiro (flacas). Eso es lo que nos mortifica, pues. A esas vacas ya las perdimos. Ni modo, a volver a empezar y a ver qué le sacamos al río”. Don Amancio suelta las palabras mientras jala aire. Ha cumplido cien días fuera de El Verano, la ranchería, su hogar, el sitio donde ha vivido 60 años, en Tamazula, Durango.
Ajenos a las batallas militares, más de mil hombres, mujeres y niños se amontonan en las casas de Cosalá, Sinaloa. Si antes, en cada vivienda había cinco personas, ahora hay diez. Y la culpa es de “El Chapo” o de la persecución de “El Chapo”. Ninguno dice entender por qué sobre sus pueblos de repente ya sólo llovían balas. Una mujer salió a pie. Traía a dos niños de la mano. Caminaron durante cuatro días por barrancas y cerros, los que hay al final del triángulo dorado. Los alimentó con harina de la marca maseca que revolvió con el agua de los arroyos que iba encontrando. Llegaron desnutridos y a punto de morir. Y está ese hombre de 70 años quien sostiene: “Nunca habíamos sabido nada del tal Chapo. Hasta ahora que llegaron los soldados. Ni modo, en el lugar de uno todo cambia, pero nada cambia. Y nosotros ya queremos volver. Imagínese, todo el ganado anda vago y eso es lo que mortifica, pues”.