Por Andrea Sosa Cabrios
Ciudad de México, 19 dic (dpa) – Tres meses bastaron en México para cambiar el curso de todo un año: la desaparición y presunta muerte de 43 estudiantes en septiembre puso en duda el andamiaje de modernidad que venía construyendo el gobierno.
El año pasado, el Presidente Enrique Peña Nieto había afirmado, en un discurso optimista, que 2014 sería el año de la “eficacia” en la aplicación de las reformas, pero las cosas no salieron del todo como pensaba.
Antes de caer en la peor crisis de dos años de mandato por el caso de los jóvenes, acusado de responder de manera tardía e insuficiente a la tragedia, Peña Nieto había logrado el arresto de grandes narcotraficantes y la aprobación de reformas para poner fin al monopolio estatal en materia energética y de telecomunicaciones.
Pero la desaparición de los jóvenes, detenidos por policías municipales y entregados al cártel Guerreros Unidos en Iguala, Guerrero, gobernada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), colocó al gobierno contra las cuerdas.
De pronto, las calles se llenaron de decenas de miles de manifestantes exigiendo su aparición con vida y el discurso sobre un país en transformación, que el gobierno había construido con tanto esmero, se sacudió en sus cimientos.
El caso Iguala, más el supuesto asesinato a sangre fría de ocho presuntos secuestradores por parte del Ejército en Tlatlaya, Estado de México, dejaron a la vista problemas de debilidad institucional, corrupción e infiltración del crimen organizado.
Y sobre todo, la falta de acciones definitivas para erradicarlos después de más de 100 mil asesinatos vinculados con el crimen organizado en los últimos dos gobiernos y cuando Peña Nieto ya casi había sacado el tema de la violencia sólo del discurso.
“No puede haber vuelta atrás, no hay manera de recuperar la engañosa normalidad que como país teníamos antes de los hechos de Iguala o Tlatlaya porque era anómala, estaba asentada en parte en la simulación”, afirmó Luis Raúl González Pérez, titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
A fin de año estallaron también otros problemas para Peña Nieto, desde denuncias de conflicto de interés por la adquisición de una casa a un contratista del Estado, a la caída de los precios del petróleo -fuente primordial de ingresos para México- y el resurgimiento de tensiones entre grupos civiles armados en el violento estado de Michoacán.
Enero de 2014 fue el mes en el que se anunció una nueva estrategia de seguridad para Michoacán, destinada a recuperar el poder del Estado y desarticular a grupos de autodefensa que habían tomado la justicia por mano propia. En mayo se puso en marcha también un plan especial para el violento estado de Tamaulipas.
En febrero, el gobierno de Peña Nieto se apuntó su mayor éxito en la lucha antidrogas. Fue detenido en el destino turístico de Mazatlán el líder del cártel de Sinaloa Joaquín “El Chapo” Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo, que llevaba prófugo desde 2001. En los siguientes meses hubo otras capturas o muertes de narcotraficantes.
Agosto fue el mes de la aprobación en el Congreso de 21 reformas legales para permitir la competencia y la inversión privada en el sector energético después de más de 75 años de monopolio estatal.
Pero para septiembre se acabó la supremacía de las buenas noticias. El 26 de ese mes desaparecieron los estudiantes, un hecho que marcó un antes y un después para el desarrollo del año.
Y en noviembre el gobierno tuvo que cancelar una millonaria licitación para construir un tren de alta velocidad, tres días después de anunciar al ganador, entre dudas sobre su transparencia.
A los pocos días un reportaje periodístico reveló que la esposa del Presidente, Angélica Rivera Hurtado, estaba pagando una mansión a un empresario que formaba parte del consorcio que se había adjudicado la licitación y que también vendió una casa al Secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso.
Para final del año el precio de la mezcla mexicana de petróleo bajó a menos de 50 dólares por barril, su cotización más baja en cinco años, en un contexto de caída de los precios internacionales del crudo justo cuando México busca captar inversiones en este sector.
“Estamos próximos a concluir ya este año 2014. Un año que, sin duda, ha sido de claroscuros”, dijo Peña Nieto. “Hemos tenido importantes avances especialmente en la concreción de importantes reformas”, afirmó, pero el país también ha vivido “momentos difíciles, de dolor”.
Para 2015, año en que habrá elecciones legislativas de medio término y comicios regionales, el Presidente ha renovado sus votos con la esperanza de que el año por venir depare a los mexicanos “un mejor escenario”.