En días pasados Daron Acemoglu y James A. Robinson, autores de esta obra, junto a Simon Johnson fueron galardonados por la Academia Sueca de Ciencias por haber “demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de un país”. En México, fueron muchas las voces de la oposición que de inmediato señalaron el contenido de esta obra para atacar el modelo implementado por el Gobierno de López Obrador y por el actual de Claudia Sheinbaum Pardo, cuando en realidad se trata de un retrato del país que existía en 2012, aún en el Gobierno de Felipe Calderón.
Ciudad de México, 19 de octubre (SinEmbargo).– “¿Por qué las instituciones de Estados Unidos conducen mucho más al éxito económico que las de México o, de hecho, que las del resto de América Latina?”, cuestionaban en su libro Por qué fracasan los países (Crítica), Daron Acemoglu y James A. Robinson, dos de los galardonados este año con el Nobel de Ciencias Económicas por sus investigaciones que explican por qué los países con un pobre Estado de derecho e instituciones explotadoras no generan un crecimiento sostenible.
Acemoglu y Robinson exponían en su libro, publicado en marzo de 2012, es decir durante el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), las disparidades existentes en las dos ciudades de Nogales, la del condado de Santa Cruz en Arizona y la localizada en Sonora con el mismo nombre. Sobre la primera sostenían cómo “dan por sentado que, a pesar de su ineficiencia y corrupción esporádica, el gobierno es su agente”, mientras que en la segunda, sostenían, “viven a diario con la corrupción y la ineptitud de los políticos”.
También exponen en su obra el contraste entre cómo Bill Gates y Carlos Slim se convirtieron en los hombres más ricos del mundo. “El auge de Gates y Microsoft es muy conocido, pero el estatus de Gates como persona más rica del mundo y fundador de una de las empresas más innovadoras”, señalaban sobre el estadounidense. “En México, Carlos Slim no ganó dinero mediante la innovación. Al principio, destacó en negocios bursátiles y en comprar y modernizar empresas que no eran rentables. Su golpe maestro fue la adquisición de Telmex, el monopolio de telecomunicaciones mexicano que fue privatizado por el presidente Carlos Salinas en 1990”, escribían sobre el magnate mexicano.
En días pasados Daron Acemoglu y James A. Robinson, autores de esta obra, junto a Simon Johnson fueron galardonados por la Academia Sueca de Ciencias por haber “demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de un país”. En México, fueron muchas las voces de la oposición que de inmediato señalaron el contenido de esta obra para atacar el modelo implementado por el Gobierno de López Obrador y por el actual de Claudia Sheinbaum Pardo.
“Acomoglu y Robinson ganan el Premio Nobel de Economía. “Las sociedades con un pobre Estado de Derecho e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento o mejora”. Todo lo contrario de lo que pasa en México, donde se destruyen instituciones”, escribió, por ejemplo, Felipe Calderón Hinojosa en cuya gestión los dos economistas realizaron sus observaciones sobre la situación por la que atravesaba el país.
Esta semana en la sección “Detector de Mentiras” de la conferencia mañanera de la Presidenta Sheinbaum Pardo precisamente se aclaró esta situación: “Las reformas de la Cuarta Transformación van en camino contrario a lo señalado en el libro ‘Por qué fracasan los países’, de los ganadores del Premio Nobel de Economía. Mentira. El libro ‘Por qué fracasan los países’ fue publicado en 2012 y en él los autores señalan que, en las décadas previas a su publicación, México ha continuado enfrentando problemas relacionados con la concentración del poder económico en manos de unos pocos, es decir, cuestiona el modelo neoliberal y no a las políticas económicas actuales”.
¿Pero qué dice sobre México la obra de los dos Nobel de Economía?
SinEmbargo comparte para sus lectores dos fragmentos del primer capítulo del libro Por qué fracasan los países (Crítica), © (2012), de Daron Acemoglu y James A. Robinson. Una Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.
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Tan cerca y, sin embargo, tan diferentes
La economía de Río Grande
La ciudad de Nogales está dividida en dos por una alambrada. Si uno se queda de pie al lado de la valla y mira al norte, ve Nogales (Arizona), perteneciente al condado de Santa Cruz. La renta media de un hogar es de unos 30.000 dólares estadounidenses al año. La mayoría de los adolescentes van al instituto y la mayoría de los adultos tienen estudios secundarios. A pesar de toda la controversia que generan las deficiencias del sistema sanitario de Estados Unidos, la población está relativamente sana, y tiene una esperanza de vida elevada de acuerdo con criterios mundiales. Muchos de los residentes son mayores de sesenta y cinco años y tienen acceso al programa de asistencia sanitaria Medicare. Éste es uno de los muchos servicios que proporciona el gobierno que la mayoría de las personas da por sentado, igual que ocurre con la electricidad, el teléfono, el alcantarillado, la sanidad pública, una red de carreteras que las une a otras ciudades de la zona y al resto de Estados Unidos y, por último pero no menos importante, la ley y el orden. Los habitantes de Nogales (Arizona) pueden realizar sus actividades diarias sin temer por su vida ni su seguridad y no tienen un miedo constante al robo, la expropiación u otras cosas que podrían poner en peligro las inversiones en sus negocios y sus casas. Igualmente importante es que los residentes de Nogales (Arizona) dan por sentado que, a pesar de su ineficiencia y corrupción esporádica, el gobierno es su agente. Pueden votar para sustituir a su alcalde, y a congresistas y senadores; votan en las elecciones presidenciales que determinan quién dirigirá el país. La democracia es algo natural para ellos.
La vida al sur de la alambrada, a solamente unos metros de allí, es bastante distinta. A pesar de que los habitantes de Nogales (Sonora) viven en una parte relativamente próspera de México, la renta media de cualquier hogar es de alrededor de una tercera parte de la que tienen en Nogales (Arizona). La mayor parte de los adultos de Nogales (Sonora) no poseen el título de secundaria y muchos adolescentes no van al instituto. Las madres se preocupan por los altos índices de mortalidad infantil. Las condiciones de la sanidad pública son deficientes, lo que significa que no es de extrañar que los habitantes de Nogales (Sonora) no sean tan longevos como sus vecinos del norte. Además, no tienen acceso a muchos servicios públicos. Las carreteras están en mal estado al sur de la valla. La ley y el orden están en peor estado aún. Hay mucha delincuencia y abrir un negocio es una actividad peligrosa. Además de correr el riesgo de que le roben a uno, el hecho de conseguir todos los permisos y sobornos solamente para abrir no resulta nada fácil. Los habitantes de Nogales (Sonora) viven a diario con la corrupción y la ineptitud de los políticos.
A diferencia de lo que ocurre con sus vecinos del norte, la democracia es una experiencia muy reciente para ellos. Hasta las reformas políticas del año 2000, Nogales (Sonora), igual que el resto de México, estaba bajo el control corrupto del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
¿Cómo pueden ser tan distintas las dos mitades de lo que es, esencialmente, la misma ciudad? No hay diferencias en el clima, la situación geográfica ni los tipos de enfermedades presentes en la zona, ya que los gérmenes no se enfrentan a ninguna restricción al cruzar la frontera entre ambos países. Evidentemente, las condiciones sanitarias son muy distintas, pero esto no tiene nada que ver con el entorno de las enfermedades, sino que se debe a que la población al sur de la frontera vive en peores condiciones sanitarias y carece de una atención médica digna.
Pero quizá los habitantes sean muy distintos. ¿Podría deberse a que los de Nogales (Arizona) son nietos de inmigrantes de Europa, mientras que los del sur son descendientes de los aztecas? No. Los orígenes de las personas de ambos lados de la frontera son bastante similares. Después de que México se independizara de España en 1821, la zona de alrededor de «las dos Nogales» formaba parte del estado mexicano de Vieja California y continuó así después de la guerra entre México y Estados Unidos que tuvo lugar entre 1846 y 1848. De hecho, fue después de la compra de Gadsden de 1853 cuando la frontera estadounidense se amplió a esta zona. Fue el teniente N. Michler quien, mientras vigilaba la frontera, advirtió la presencia del «pequeño y bonito valle de los Nogales». Aquí, en ambos lados de la frontera, crecieron las dos ciudades. Los habitantes de Nogales (Arizona) y Nogales (Sonora) comparten antepasados, disfrutan de la misma comida y música e incluso nos aventuraríamos a decir que tienen la misma «cultura».
Evidentemente, hay una explicación muy sencilla y obvia de las diferencias entre las dos mitades de Nogales que el lector ya habrá adivinado: la propia frontera que define a las dos mitades. Nogales (Arizona) está en Estados Unidos. Sus habitantes tienen acceso a las instituciones económicas estadounidenses, lo que les permite elegir su trabajo libremente, adquirir formación académica y profesional y animar a sus empleadores a que inviertan en la mejor tecnología, lo que, a su vez, hace que ganen sueldos más elevados. También tienen acceso a instituciones políticas que les permiten participar en el proceso democrático, elegir a sus representantes y sustituirlos si tienen un comportamiento inadecuado. Por tanto, los políticos proporcionan los servicios básicos (desde sanidad pública hasta carreteras y ley y orden) que demandan los ciudadanos. Los de Nogales (Sonora) no tienen tanta suerte. Viven en un mundo distinto moldeado por diferentes instituciones. Éstas crean incentivos muy dispares para los habitantes de las dos Nogales y para los emprendedores y las empresas que desean invertir allí. Los incentivos creados por las distintas instituciones de las dos Nogales y los países en los que están situadas son la razón principal que explica las diferencias en prosperidad económica a ambos lados de la frontera.
¿Por qué las instituciones de Estados Unidos conducen mucho más al éxito económico que las de México o, de hecho, que las del resto de América Latina? La respuesta a esta pregunta se encuentra en cómo se formaron las distintas sociedades en el inicio del período colonial. En aquel momento, se produjo una divergencia institucional cuyas implicaciones todavía perduran. Para comprender esta divergencia, debemos empezar a observar la fundación de las colonias de Norteamérica y América Latina.
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Ganar 1.000 o 2.000 millones
Las implicaciones persistentes de la organización de la sociedad colonial y de los legados institucionales de estas sociedades perfilan las actuales diferencias entre Estados Unidos y México y, por lo tanto, entre las dos partes de Nogales. El contraste entre cómo Bill Gates y Carlos Slim se convirtieron en los hombres más ricos del mundo (Warren Buffett también es un aspirante) ilustra las fuerzas imperantes. El auge de Gates y Microsoft es muy conocido, pero el estatus de Gates como persona más rica del mundo y fundador de una de las empresas más innovadoras desde el punto de vista tecnológico no impidió que el Departamento de Justicia de Estados Unidos entablara demandas civiles contra Microsoft el 8 de mayo de 1998 y afirmara que esta empresa había abusado del poder del monopolio. Una cuestión crucial era la forma en la que Microsoft había vinculado su navegador web, Internet Explorer, a su sistema operativo Windows. El gobierno había estado vigilando a Bill Gates durante bastante tiempo y, ya en 1991, la Comisión Federal de Comercio había iniciado una investigación para estudiar si esta empresa estaba abusando de su monopolio en sistemas operativos para PC. En noviembre de 2001, Microsoft llegó a un trato con el Departamento de Justicia. Le cortaron las alas, aunque el castigo fuera menor de lo que se pedía.
En México, Carlos Slim no ganó dinero mediante la innovación. Al principio, destacó en negocios bursátiles y en comprar y modernizar empresas que no eran rentables. Su golpe maestro fue la adquisición de Telmex, el monopolio de telecomunicaciones mexicano que fue privatizado por el presidente Carlos Salinas en 1990. El gobierno anunció su intención de vender el 51 por ciento de las acciones con derecho a voto (el 20,4 por ciento de las acciones totales) en la empresa en setiembre de 1989 y recibió ofertas en noviembre de 1990. A pesar de que Slim no hizo la oferta más elevada, un consorcio liderado por su Grupo Carso ganó la subasta. Y en lugar de pagar las acciones inmediatamente, Slim consiguió retrasar el pago, y utilizó los dividendos del mismo Telmex para pagar las acciones. Lo que una vez fue un monopolio público se había convertido en el monopolio de Slim, y era enormemente rentable.
Las instituciones económicas que hicieron que Carlos Slim fuera quien es son muy distintas de las de Estados Unidos. Para un emprendedor mexicano, los obstáculos de entrada serán cruciales en todas las etapas de su carrera profesional. Estos obstáculos incluyen licencias caras que obtener, burocracia con la que lidiar, políticos y titulares de otros cargos que obstaculizan el camino y la dificultad de conseguir financiación en un sector financiero a menudo confabulado con los titulares de los cargos con los que el emprendedor está tratando de competir. Estos obstáculos pueden ser insuperables, y mantener al emprendedor fuera de las áreas lucrativas, o ser su mejor amigo, y mantener a distancia a la competencia. Evidentemente, la diferencia entre ambos casos radica en a quién conoce uno y en quién puede influir, y, sí, también a quién puede sobornar. Carlos Slim es un hombre ambicioso y con talento, de origen relativamente humilde, procedente de una familia de inmigrantes libaneses, que ha sido un maestro a la hora de obtener contratos exclusivos. Consiguió monopolizar el lucrativo mercado de las telecomunicaciones de México y, posteriormente, amplió su alcance al resto de América Latina.
El monopolio Telmex de Slim ha topado con dificultades, pero las ha superado. En 1996, Avantel, un proveedor de telefonía a larga distancia, solicitó ante la Comisión Federal de la Competencia mexicana que comprobara si Telmex tenía una posición dominante en el mercado de las telecomunicaciones. En 1997, la Comisión declaró que Telmex tenía un poder de monopolio sustancial respecto a la telefonía local, las llamadas nacionales a larga distancia y las internacionales a larga distancia, entre otras cosas. Sin embargo, los intentos por parte de las autoridades reguladoras de México de limitar estos monopolios fueron en vano. Una razón es que Slim y Telmex pueden utilizar lo que se conoce como recurso de amparo. Un amparo, de hecho, es una petición para que una ley concreta no sea aplicable en el propio caso. La idea del amparo se remonta a la Constitución mexicana de 1857 y, originalmente, su intención era salvaguardar los derechos y las libertades individuales. No obstante, en manos de Telmex y otros monopolios mexicanos, se ha convertido en una herramienta formidable para consolidar el poder de monopolio. En lugar de proteger los derechos de las personas, el amparo proporciona una laguna legal que impide la igualdad ante la ley.
Slim ha ganado este dinero en la economía mexicana en gran parte gracias a sus conexiones políticas. En los momentos en los que se ha aventurado a ir a Estados Unidos, no ha tenido éxito. En 1999, su Grupo Carso adquirió la empresa de distribución de productos informáticos CompUSA. En aquel momento, CompUSA había acordado una franquicia con una empresa llamada COC Services para vender sus productos en México. Slim inmediatamente rompió ese contrato con la intención de establecer su propia cadena de tiendas, evitando la competencia de COC. Sin embargo, COC demandó a CompUSA en un tribunal de Dallas. No hay amparos en Dallas, así que Slim perdió, y le impusieron una multa de 454 millones de dólares. El abogado de COC, Mark Werner, apuntó después que «el mensaje de este veredicto es que, en esta economía global, las empresas deben respetar las reglas de Estados Unidos si quieren venir aquí». Cuando Slim estuvo sometido a las instituciones de Estados Unidos, sus tácticas habituales para ganar dinero no funcionaron.