Ni siquiera en los países más ricos será fácil mantener la cadena de frío, sobre todo en relación con algunas vacunas que requerirían temperaturas extremadamente bajas, de menos 70 grados centígrados (menos 95 Fahrenheit). Expertos dicen que la mayor parte de África y buena parte de América Latina y el centro y sudeste de Asia no tienen infraestructura como para mantener incluso vacunas más convencionales.
Por Lori Hinnant y Sam Mednick
GAMPELA, Burkina Faso, 19 de octubre (AP) — Desde la fábrica hasta la jeringa, la vacuna contra el coronavirus más prometedora deberá estar refrigerada y esterilizada en todo momento para que funcione.
Pero a pesar de los progresos que se han hecho en el equipamiento de los países en desarrollo para mantener esa “cadena de frío”, casi 3 mil millones de los 7 mil 800 millones de habitantes del mundo viven en sitios donde no hay suficientes instalaciones para almacenar las vacunas a bajas temperaturas.
El resultado de esto: Los pobres probablemente sean los últimos que superarán la pandemia. El tema de la cadena de frío es una nueva manifestación de cómo las desigualdades económicas perjudican a los pobres en una época de pandemia. Generalmente viven y trabajan en condiciones que facilitan la propagación del virus y con sistemas de salud que no pueden hacer pruebas en gran escala.
Ni siquiera en los países más ricos será fácil mantener la cadena de frío, sobre todo en relación con algunas vacunas que requerirían temperaturas extremadamente bajas, de menos 70 grados centígrados (menos 95 Fahrenheit). Expertos dicen que la mayor parte de África y buena parte de América Latina y el centro y sudeste de Asia no tienen infraestructura como para mantener incluso vacunas más convencionales.
Una pequeña clínica de la capital de Burkina Faso que estuvo un año sin una refrigeradora es un microcosmos de cómo se puede romper la cadena de frío.
La clínica de Gampela no pudo almacenar vacunas cuando se rompió su refrigeradora el año pasado, según la enfermera Julienne Zoungrana. Personal de la clínica debe ir en motocicletas a un hospital de la capital Ouagadougo a buscar las vacunas y luego debe regresar para entregar las dosis que no fueron usadas.
Cuando Adama Tapsoba, de 24 años, necesita vacunar a su bebé, camina cuatro horas para llegar a la clínica y a menudo tiene que esperar horas para ser vista por un médico. La mujer, quien tiene dos hijos, teme que le costará mucho tener acceso a vacunas contra el coronavirus.
“La gente va a tener que esperar en el hospital y probablemente no la consiga”, afirmó.
Para mantener la cadena de frío en los países en desarrollo, organizaciones internacionales están instalando decenas de miles de refrigeradores de vacunas que funcionan con energía solar. Mantener las temperaturas bajas requiere un suministro de electricidad confiable, carreteras buenas y planificación.
En países pobres como Burkina Faso, la mejor opción de recibir vacunas contra el coronavirus es a través de una iniciativa llamada Covax, que manejan la Organización Mundial de la Salud y la Alianza Gavi para la Vacunación. El objetivo de Covax es colocar pedidos de numerosas vacunas potenciales y distribuir las que funcionen de una forma equitativa.
UNICEF, la agencia de las Naciones Unidas para la niñez, empezó a sentar las bases para una distribución mundial de vacunas hace meses en Copenhague. En el depósito de ayuda humanitaria más grande del mundo, el personal a cargo de la logística trata de prevenir la escasez de la vacuna estudiando el pasado, sobre todo el caos en torno a los barbijos y otros equipos protectores cuya distribución fue entorpecida por una serie de contratiempos o fueron robados para ser vendidos en el mercado negro.
Los problemas para mantener las vacunas frías empiezan apenas salen de la fábrica. Los barcos de carga son demasiado lentos y las vacunas tienen una vida limitada. El traslado de las vacunas por aire a bajas temperaturas es mucho más costoso y el tráfico de cargas aéreas todavía no se ha normalizado tras las interrupciones asociadas con la pandemia y el cierre de fronteras.
La empresa alemana DHL, que amplió su capacidad de almacenamiento en frío en respuesta a la pandemia, calcula que serán necesarios unos 15 mil vuelos de carga para vacunar a todo el mundo contra la COVID-19.
Cada vez que surge un obstáculo, “hay que encontrar una solución”, dijo la ejecutiva de DHL Katja Busch.
Las vacunas contra el coronavirus serán uno de los productos más codiciados del mundo y es previsible que habrá intentos de robo.
“No se las puede dejar en las pistas (de los aeropuertos) para que se peleen por ellas porque se estropearían y perderían todo su valor. O, lo que es peor, hay quienes seguirán intentando venderlas”, dijo Glyn Hughes, director de la unidad de cargas de Transporte Aéreo Internacional.
El investigador de la Universidad Johns Hopkins Ringlong Dai, quien se especializa en cuestiones logísticas asociadas con la salud, dijo que habrá que ser creativos para mantener la cadena de frío. Gavi y UNICEF han ensayado una distribución con drones. Y el depósito en frío más grande de la India está separando espacios para las vacunas.
“Si pueden distribuir helados, pueden distribuir vacunas”, dijo Dai.
Viales con varias dosis reducen los costos de producción y transporte. Pero si no se usan todas las dosis dentro de cierto plazo, algunas deberán ser descartadas.
Por ahora la UNICEF apuesta a viales con 20 dosis y espera que no se descarten más del 15 por ciento de las dosis, según Michelle Siedel, una de las máximas expertas de la agencia en la cadena de frío.
La UNICEF también espera haber distribuido 520 millones de jeringas para fin de año y tener listos mapas que marcan los sitios donde hay más problemas de refrigeración de vacunas.
Si Burkina Faso recibiese un millón de dosis de vacunas para el coronavirus hoy, no podría usarlas debidamente, de acuerdo con Jean-Claude Mubalama, director de la unidad de salud y nutrición de la UNICEF en este país.
“Hoy por hoy sería imposible suministrar vacunas contra el coronavirus”, expresó.