Ciudad de México, 19 de octubre (SinEmbargo).- Después de una serie de advertencias y tras haber recibido amenazas por la labor que realizaba a favor de los derechos humanos, la abogada Digna Ochoa y Plácido fue encontrada sin vida en su despacho de la calle Zacatecas 31-A, en la colonia Roma, hecho que provocó de inmediato la indignación de diferentes organizaciones defensoras de los derechos civiles.
Digna Ochoa nació el 15 de mayo de 1964 en Misantla, Veracruz. Hija de Eusebio Ochoa López e Irene Alicia Plácido Evangelista; fue la quinta de 13 hijos procreados de este matrimonio. Su educación primaria la cursó en la escuela Manlio Fabio Altamirano; la secundaria, en la Ignacio Mejía; y la preparatoria, en la Alfonso Reyes. En 1984 se graduó como licenciada en Derecho por la Universidad Veracruzana.
Como abogada comenzó a asesorar a personas de escasos recursos durante y después de su servicio social. En 1991, se trasladó a la Ciudad de México para ingresar al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh); a finales de ese mismo año ingresa a la congregación de dominicas, la cual abandonó en 1999.
Desde 1986, durante su trabajo en la oficina del Procurador de Justicia de Veracruz, se comprometió con causas de grupos de oposición y vulnerables, por lo que el 16 de agosto de 1988, y después de advertir a su familia de que había encontrado una “lista negra” de activistas políticos en la oficina de su jefe, fue secuestrada en Xalapa.
Ochoa declaró que sus secuestradores fueron oficiales de policía estatales y que fue violada. No hubo ninguna investigación sobre sus acusaciones.
A partir de entonces, su seguridad estuvo en riesgo, por lo que en el año 2000 se vio obligada a abandonar el país, al que regresa un año después sólo para encontrar la muerte, misma que según las autoridades, fue un suicidio.
El nombre de Digna Ochoa es un símbolo para las organizaciones defensoras de las garantías civiles, incluso, un auditorio de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal lleva su nombre.
Tras su muerte ha recibido más de 16 reconocimientos de organismos nacionales e internacionales; incluso, en noviembre de 2003, el documental “Digna hasta el último aliento”, de Felipe Cazals y protagonizado por Vanessa Bauche, participó en el Festival Internacional de Cine de Berlín, Alemania.