El autor no ve otra salida al laberinto de las drogas que la despenalización. En La utopía posible, una selección de los textos periodísticos que publicó en la última década -disponible en librerías-, expone sus razones
Carlos Martínez Rentería es un hombre del que se puede hablar mucho, como periodista, escritor y bohemio. Se le puede encontrar tanto en pulquerías como en su oficina o en la calle, hablando sobre la necesidad de legalizar la mariguana.
Es un personaje que surge del underground, en el ámbito cultural, donde ha trabajado desde hace más de veinte años.
En sus artículos, publicados en diversos medios impresos, se describe como un consumidor de algunas drogas, amante confeso de cualquier bebida alcohólica. Asimismo, en esos espacios ha dado voz a los fenómenos culturales y contraculturales de México y el mundo. Ingobernable, crítico, necio, callejero, melancólico o borracho, así lo califican quienes lo conocen o quienes dicen conocerlo.
Se rumorea que lo dejó su mujer por alcohólico y por no tener dinero. Ha escrito poesía: Barbarie (Moho 2011), libro que surgió como producto de su vida nocturna y como método de supervivencia. Según las crónicas de sus amigos cercanos, luego de algunas rondas de tragos, Carlos llegaba a aporrear su teclado en el estado más deplorable y poético en el que se le pueda imaginar.
Tiene 50 años de edad y la voz digna de un fumador mezcalero. Cortázar mencionaba en algunos de sus poemas que la vida debería tener algo de insólito y Rentería, sin quererlo, lo ha logrado. Su mejor refugio es el escondite editorial que tiene de oficina, donde además de libros y pilas de ejemplares de la revista Generación, tiene decoradas las paredes de imágenes de amigos y frases pintadas con plumón.
Pocas cosas de este hombre son habituales para la gente normal. Minutos antes de la entrevista, como a eso del mediodía, se ve cansado y desvelado pero con una lucidez al hablar pese a que suda un poco la fiesta de la noche anterior.
Su cabellera azabache combina perfecto con su pantalón y sin más protocolo se sienta y lanza un gesto para indicar que está listo para la serie de preguntas.
– ¿Cómo surge la necesidad de tratar el tema de la cultura de las drogas?
– Refiriéndonos a la mariguana, y en general a las demás sustancias, hay una vinculación con experiencias contraculturales y de perspectivas que priorizan la apertura de conciencia. Este tipo de cultura ha estado ligada a una serie de manifestaciones de la cultura alternativa y de la contracultura como la música, el arte, la literatura y desde luego las culturas ancestrales y toda su ritualidad.
– ¿Planteas la legalización de la mariguana o de todas las drogas?
– El principio del derecho que todo adulto tiene para consumir las sustancias que quiera no tiene que ver sólo con la mariguana. En general estoy de acuerdo con la despenalización de todas las sustancias prohibidas, aunque cada una de ellas tiene diferentes matices y riesgos que deben ser considerados. No es lo mismo fumarse un cigarro de mariguana que inyectarse heroína. Basta como ejemplo la época del escape español, durante la cual, la mitad de una generación de estudiantes murió por la adicción al llamado “caballo” (heroína).
Ahora, aun siendo una droga dura y tan mortal, el mismo principio de derechos humanos se impone. Como diría el filósofo español, Antonio Escohotado: “De mi piel para adentro mando yo”. En ese sentido, sí respaldo la legalización de cualquier sustancia, insisto, tomando en cuenta sus diferentes riesgos.
– En un país como México en donde el narcotráfico ha filtrado la mayoría de las instituciones. ¿Cómo llevar a cabo la legalización de la mariguana?
– Tenemos que partir de la posibilidad de la regulación, la producción, su distribución, venta y consumo. Aunado a esto, estar pendientes de lo que ocurre en Estados Unidos. Lamentablemente el gobierno norteamericano ha estado haciendo cálculos muy serios por la guerra fraticida que ha ido desarrollando Felipe Calderón. Ellos van avanzando en el proceso de garantizar su autoconsumo y la comercialización que por ahora se ha restringido al consumo médico, pero que en realidad es un eufemismo. Digo esto porque en 16 estados de la unión americana ya está despenalizado el consumo de la mariguana, y hasta existen plantíos legales. Como es el caso del estado de California.
En México debería ser un proceso similar al de EU y otros países en donde se tienen plantíos autorizados con una regulación estatal.
– Existen dos dinámicas. Una sería la tolerancia y la regulación del consumo y producción interna. El auto cultivo. Una dinámica que ya está haciéndose en España con los clubs canábicos, en donde se expide un permiso para cultivar ciertas cantidades y en donde la gente se inscribe para tener acceso y control a cantidades personales.
Posteriormente se abriría al mercado libre la producción de mariguana, así como la venta, en situaciones muy similares como lo que ocurre con el tabaco.
Hay que recordar que México ha tenido reconocimientos internacionales por la efectividad de la regulación del consumo de tabaco. Por ejemplo, en la Ciudad México hay una restricción para fumar en espacios cerrados y públicos como escuelas y hospitales. Incluso en los bares se necesita un espacio especial. Si se hace esto con una droga tan dura y mortal como es el tabaco por qué no con la mariguana. Es absurdo. No existe ningún argumento prohibicionista que se sostenga, al menos en relación a la mariguana, si consideramos que dos sustancias duras, mortales y altamente adictivas como lo son el tabaco y el alcohol son legales.
– ¿Qué pasaría con el interés de poder comercializar la mariguana?
– Las tabacaleras serían las primeras en entrar al negocio. En todo caso quienes perderían y quienes se opondrían son todas las autoridades corruptas que manejan el negocio. Qué van a hacer con tantos agentes policiacos y militares que viven del dinero del narco, y por otro lado con algunos funcionarios que están detrás de todo esto. Es un hecho que si no hubiera una gran complicidad institucional el negocio del narcotráfico no funcionaría.
– México, en su mayoría, es un país distribuidor de drogas que vienen de Sudamérica y que tienen como destino los Estados Unidos. ¿Qué sucede con el enfoque regional (americano) en torno a la legalización?
– Esto es un proceso que no es tan inmediato, pero pienso que se debe resolver pronto, al menos con la mariguana. En cuanto a la política de EU, considero que de ganar Obama esto va ir avanzando de manera rápida, hablo de la regulación en el consumo, producción y distribución de esta sustancia. Cabe recordar que hace tres años hubo un referéndum en California, en donde aproximadamente cuatro millones de personas votó a favor de la despenalización. El margen con el que perdió el “sí” fue muy bajo. Unos cuantos puntos.
Mientras, en el lado mexicano esta guerra contra las drogas sólo ha servido para remarcar y demostrar que de nada ha servido la lucha contra el narco. En este sentido, hasta en los medios nacionales ya empezamos a ver que el tema de la despenalización empieza a ser considerado. Aunque por otro lado hay una postura injusta e idealista al pensar que con tan sólo despenalizar la mariguana se va a destrabar todo el problema delincuencial. Desde luego que no va a ocurrir así, pero es un paso que necesita darse.
– Hay muchas comunidades indígenas que le dan varios usos a las plantas psicoactivas…
– A la par de la despenalización de las mariguana, están los usos rituales de otras sustancias que son de las primeras cosas que hay que salvar. Por ejemplo, el peyote, los hongos, el ololihuqui. En Brasil está el uso de la ayahuasca. Por ello dentro de este paquete al camino de la despenalización tendrían que estar junto con la mariguana todas estas plantas enteogenas. Plantas que tiene una relación con rituales religiosos y que están vinculados a los usos y costumbres de muchas regiones y comunidades tanto de nuestro país como en Latinoamérica.
– La ley de Salud en la Ciudad de México permite la portación de dosis mínimas de drogas pero ha habido casos donde este derecho no se respeta por las autoridades como se menciona en tu libro.
– Tiene que ver con la discusión que tuvimos con Heriberto Yepez. Él decía que en un país tan corrupto no se podría resolver nada. Yo, precisamente le respondía que si lo veía así, nunca se iba a lograr nada. Regresando al ejemplo de la regulación del tabaco, yo pienso que ha funcionado. Todas las leyendas que se incorporan a las cajetillas permiten que la gente sea consciente de los riesgos. Es más, está el supuesto de que los menores de edad no pueden comprar cajetillas, pero lo hacen. Es el mismo caso con el alcohol. Es claro que se está violentando la ley de manera constante.
– En ese sentido, ¿consideras imprescindible la educación sustentada en el conocimiento de las drogas que están prohibidas?
– Si sustentamos la prohibición en el hecho de que la gente no tiene la educación suficiente para poder entender esta dinámica, entonces nunca lo vamos a ver. Ahora, un elemento fundamental en la prohibición es que si los recursos que hoy se destinan a reprimir y fortalecer los grupos policiacos en su guerra contra el narco, se destinan a difusión, información, educación y rehabilitación, tendríamos un panorama diferente.
Es decir, cualquier acción de legalización tiene que venir acompañada de educación y de un aparato de comunicación muy fuerte. Así como se hacen campañas en contra del alcoholismo y tabaquismo, se deben hacer con respecto a una droga como la mariguana, que también es preciso regular, para consumir con responsabilidad.
Por ello toda esta cultura que se establecería en torno al consumo de la mariguana, resultaría incluso benéfica para comprender otros aspectos que hasta ahora han estado vedados en la mayoría de los jóvenes y niños. También es cierto que muchos de estos jóvenes consumidores no tienen interés, ni conciencia por involucrarse en un movimiento a favor de la despenalización. Ven en ello un acto innecesario cuando ellos pueden conseguirla legal o no.
– ¿Cómo hacer frente a esta falta de conciencia?
– Para luchar con esta falta de conciencia, tenemos la ventaja de que el tema de la despenalización se empieza a difundir. En el momento en que el gobierno acepte que esta es la única vía, esto va ir ligado a una mayor información, al menos yo espero eso. Va ligada una cosa con la otra.
Al momento de que esta vía se empieza a generalizar, empezando por EU y por otros países que ya lo están considerando. Por ejemplo, en Uruguay y en Guatemala la iniciativa ya está en las cámaras. Esto se está dando de una manera acelerada.
Aquí mismo, Calderón lo planteó con sus declaraciones hechas ante la ONU. Pienso que EU le ha de haber dicho que tratara el tema por ese lado. Es decir ya le tiró línea para que busque otras alternativas, ¿y cuáles son éstas?, pues la despenalización y la regulación.
Esta política prohibicionista ya es más radical en México que en Estados Unidos. Parece una obsesión patológica en la cual Calderón es un enfermo en el sentido de mantener una postura ante la evidencia de su fracaso. Insulta a la inteligencia de todos los mexicanos.
– ¿Cuál es el rol de los medios?
Lo platicaba con (Javier) Sicilia. Si las drogas siguen prohibidas nunca se va a dar paso para acabar con otros problemas como la delincuencia y la violencia. De hecho en su recorrido por EU ya tuvo que pronunciarse de una manera más abierta.
De ahí la importancia de trabajos editoriales y académicos a favor de la despenalización, que empiecen a aportar en la apertura del debate. De alguna manera esto ya se logró. Las diferentes perspectivas en torno a la despenalización ya se discuten muchos más que hace seis años.
En el momento en que se regule y se le dé una dinámica de legalidad a toda la industria, se podrán priorizar los usos médicos, por encima de los lúdicos, y otras perspectivas que están olvidadas como son los usos rituales de otras plantas.
– Hablabas de un debate que parece generalizarse en los medios. En el caso español y chileno, la revista Cáñamo ha ayudado en la apertura del mismo, utilizando puntos de vista legales, médicos y culturales. Lo mismo comentabas en tu libro de la publicación argentina THC. ¿Es el rol que buscó, busca o buscaba tener Generación?
-En Generación hemos tenido una postura siempre muy abierta tratando de involucrar a personas especialistas en estos temas. Estamos cerrando una cuarta edición con material prácticamente nuevo. De hecho, se ha platicado que en México exista una publicación como Cáñamo.
– ¿Con quién lo has platicado?
– Hemos platicado, precisamente con la gente de Cáñamo de Chile. En ese sentido debo reconocer que es una pena que en nuestro país aún no podamos concretar una publicación de este tipo. Yo no quito el dedo del renglón en que se puede hacer una revista especializada en drogas como parte de Generación.
– ¿Cuáles han sido los impedimentos para tener este tipo de publicación?
– Sobre todo hace falta alguien que maneje una dinámica empresarial que busque anunciantes. En Cáñamo de España son personas que están trabajando en proyectos en relación a la despenalización. Hay empresas que te venden semillas y todos los utensilios necesarios para sembrar en tu casa. Además de una industria editorial, musical e infinidad de productos que en México con lo mucho habrá una o dos tiendas de productos que parten del uso industrial de la mariguana.
Asimismo, habría que tratar con la legislación. A Cáñamo la Secretaría de Gobernación le negó el permiso para ser distribuida en puestos de revistas.
–¿En en el caso mexicano, por qué no se considera a la plataforma digital para este proyecto editorial?
– Esa es una de las herramientas más útiles, de hecho las publicaciones ya comentadas pueden ser vistas en su edición por Internet. Sin embargo, en ese sentido nosotros hemos fallado. Somos parte de una generación a la que todavía no le cae el veinte de la importancia de las comunicaciones cibernéticas, pero desde luego que también es una asignatura pendiente.
Aun así, más allá de Generación, se presenta una problemática en algunos medios de comunicación en donde no se le da seriedad al tema. No se conoce toda la dinámica que he expuesto sobre la cultura de las drogas, y de todo el trabajo que se ha generado en México sobre el tema, que aún es muy incipiente.
A nivel internacional hay demasiadas fundaciones y movimientos que la gente no se imagina. Un ejemplo es el CUPIHD, (Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas, A.C.), que es el que más ha avanzado en el tema de la despenalización. Asimismo, hay otros casos como la organización de policías y expolicias estadounidenses que apoyan la legalización de la mariguana. Me parece que son unos 500 elementos de distintos estados americanos que se manifiestan abiertamente.
Otro ejemplo, es la Conferencia Latinoamericana de Drogas, en donde hubo un taller impartido por periodistas expertos en el tema, al cual se inscribieron algunos colegas mexicanos. Si tú analizas la información que se ventila en todos los medios, encontrarás periodistas muy valientes que se han atrevido a denunciar muchas problemas de narcotráfico, pero la parte de la despenalización no la contemplan. Sin embargo, se empieza a entrar cada vez más en el tema de la despenalización, aunque sólo es de manera coyuntural.
Como reseñó Sin Embargo MX de La Utopía Posible, el último libro de Carlos Martínez Rentería, su línea es la de siempre; en todo caso, denuncia de una injusticia farmacológica que se ensaña con ciertas drogas y en ciertos usuarios, quienes sirven de chivo expiatorio para las buenas conciencias y como escarnio para sus políticas moralistas.
Su denuncia, incómoda para muchos, no quita el dedo del renglón: no somos nosotros, usuarios de drogas, los causantes de la desgracia que en torno a ellas rodea: es la prohibición.
La utopía posible es una selección de textos periodísticos publicados a lo largo de más de una década. El autor dice que no pretende más que dejar un registro mínimo y personal del trabajo publicado en diversos medios en torno al tema, como un termómetro que permite medir el avance de la mencionada apertura mediática y constatar la vitalidad del movimiento despenalizador que han emprendido instancias independientes como la Asociación Mexicana de Estudios sobre Cannabis (AMECA), el Colectivo por una Política Integral Hacia las Drogas (CUPIHD), así como la Gaceta Cannábica.