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María Rivera

19/09/2024 - 12:01 am

“Inverosímil”

“Así de inverosímil suena, pues, que en dos semanas López Obrador vaya a desaparecer de la vida pública, para retirarse en su rancho en Palenque”.

“Es difícil de creer que, ahora sí, cumplirá el sueño de sus enemigos al desaparecer del panorama, pero a decir verdad, querido lector, los últimos años han pasado tantas cosas inverosímiles, que cualquier cosa es posible”. Foto: Graciela López Herrera, Cuartoscuro.

Menos de dos semanas, querido lector, le quedan al presidente López Obrador en la presidencia. Parece inverosímil que el político  que ha causado un terremoto en la política mexicana desde hace casi dos décadas, sencillamente se vaya a retirar de la vida pública. Empezó en Tabasco, caminó al corazón del país, ganó la Ciudad de México cuando México se estrenaba en la democracia y Fox conquistaba la presidencia, hace veinticuatro años.

La Ciudad de México se convertiría, con el paso de los años, en el bastión de la izquierda, desde que Cuauhtémoc Cárdenas, en 1997, ganara la primera Jefatura de Gobierno de su historia. Pero aquel año, en el 2000, por poco y se pierde la Ciudad. Recuerdo estar en el zócalo celebrando esa victoria que casi se le escapa de las manos a la izquierda cuando ganó el tabasqueño.

Desde entonces, la división del país entre la izquierda que gobernaba la capital y la derecha gobernando el país, se convirtió en una realidad democrática. Era el inicio de la transición y según recuerdo todo era una fiesta. Al fin, el reinado del PRI se acababa, y para siempre. Poco nos duró el gusto: Fox decidió traicionar a la democracia, entre otros muchos descalabros, y en las siguientes elecciones hizo todo lo que pudo para evitar que el entonces Jefe de Gobierno, López Obrador, fuera candidato presidencial. El desafuero de López Obrador fue contraproducente: sembró la semilla del movimiento social más importante desde el zapatismo y que hoy gobierna en casi todo el país. Los acontecimientos de las elecciones del 2006, extremos y terribles para la izquierda y quienes con ella se identificaban, la humillación pública y mediática a toda una población, no hicieron sino darle fuerza a ese movimiento social, fuerza y determinación para enfrentar la adversidad, pero también resistencia. La polarización y el odio en aquellos años fue intensa; familias se dejaron de frecuentar, hubo pleitos irremediables entre amistades y no faltó quien le expidiera a López Obrador su acta de defunción política, cuando fue declarado ya por ese naciente movimiento como “Presidente Legítimo”.

Recuerdo la ácidas burlas que se vertieron entonces, el status quo lo daba por muerto, acabado. Calificaban el asunto como un suicidio político. Nadie, absolutamente nadie, hubiera creído entonces que el político tabasqueño se reharía a sí mismo, y construiría de un moviendo social, un partido político nuevo que ganaría dos sexenios consecutivos la presidencia de la república y conquistaría casi todos los estados y congresos del país, en una década. Nadie hubiera imaginado que sortearía los cercos mediáticos, que superaría un infarto, que llegaría a la presidencia doce años después con una votación inmensa y venciendo todos los “peligros para México” y los “Mesías tropicales”. Es más, muchos ni siquiera hubiéramos creído que la izquierda pudiera ganar las elecciones presidenciales, pensábamos que no lo permitiría un sistema que muy pronto pasó de transición a la democracia, a la democracia que no llegó, salvo para el prian (que en esos años afianzaría su unión). Sí era otro país, y luce tan lejano ahora, querido lector.

Una gesta de la izquierda, una izquierda extraña, lopezobradorista, logró lo que creíamos imposible y hace seis años llegó a la presidencia el político al que intentaron frenar con todo tipo de obstáculos, lo logró, como sabemos. El grito “es un honor estar con Obrador” y “No estás solo”, surgió en aquellos días negros del 2006 cuando era humillado pública y mediáticamente por periodistas y comunicadores, que nunca supieron que no solo lo humillaban a él, sino a una parte de la población que lo respaldaba y se consideraba igualmente humillada por ellos. Las heridas de aquellos años no solo no sanaron, se convirtieron en gasolina para el fuego de la resistencia y por ello, el presidente López Obrador continuó con su campaña contra sus adversarios una vez llegado a la presidencia, porque nunca se planteó un gobierno más de la transición, sino un cambio de regimen. La “cuarta transformación”, necesitaba cambios profundos y radicales imposibles de realizarse en un sexenio. Su lógica era otra y nadie en la oposición pudo vislumbrarlo con claridad. Hoy, parece ya demasiado tarde para detener una transformación que la mayoría de los mexicanos decidió llevar a cabo al darle su apoyo mayoritario a Morena.

La verdad, querido lector, uno tampoco hubiera creído, hace seis años, que Lopez Obrador le dejaría la silla presidencial a una mujer, parte de su movimiento; que Morena y sus aliados arrasarían en las elecciones y que conseguirían las mayorías calificadas en el Congreso y la mayoría de las gubernaturas y congresos de los estados. Es decir, una no hubiera imaginado nunca que el presidente conseguiría una victoria como la que consiguió el 2 de junio, sin estar en la boleta, que lograría que la gente votara por su candidata, por el Plan C y que conseguiría el 15 de septiembre firmar la reforma constitucional del Poder Judicial. Que el presidente terminara su presidencia con más poder del que empezó, no solo es anómalo, sino extraordinario y si nos lo hubieran contado, no lo hubiésemos creído.

Así de inverosímil suena, pues, que en dos semanas López Obrador vaya a desaparecer de la vida pública, para retirarse en su rancho en Palenque. Tan grande ha sido su presencia y tan determinante en la vida política del país, en las últimas décadas.

Es difícil de creer que, ahora sí, cumplirá el sueño de sus enemigos al desaparecer del panorama, pero a decir verdad, querido lector, los últimos años han pasado tantas cosas inverosímiles, que cualquier cosa es posible. Sobre todo, aquello que el político tabasqueño seguramente entrevió para sí mismo en alguna parte de ese viaje que duró casi veinte años, desde su hora más negra, cuando todos lo daban por muerto, salvo quienes extendieron su esperanza, junto con él, en lo imposible.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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