El historiador Esteban Mira Caballos habló con SinEmbargo con motivo de Hernán Cortés: Una biografía para el siglo XXI (Crítica), un trabajo en el cual buscó dejar atrás las posturas que lo ven, o como un villano, mayoritariamente, al menos en México, o como un héroe, para entender a este hombre en su contexto histórico.
Ciudad de México, 19 de septiembre (SinEmbargo).– Esteban Mira Caballos ha llevado a cabo una exhaustiva biografía de uno de los personajes más polémicos de la historia: Hernán Cortés, el conquistador español que llegó a costas de lo que ahora es México en febrero de 1519, un acontecimiento que marcaría el choque de dos culturas a partir del cual nacería el mestizaje y sobre el cual aún perdura una herida en el país que a 500 años de estos sucesos no ha podido cicatrizar.
En ese sentido, Mira Caballos, doctor en Historia por la Universidad de Sevilla, destacó en entrevista con SinEmbargo cómo es “verdaderamente asombroso que se intente culpar a un personaje que murió hace cinco siglos de los males del México actual”.
“Sorprende, sobre todo para un historiador español que lo ve desde afuera, que cuando uno va a México continuamente se le acuse de todo a Hernán Cortés. Que si hay violaciones en México, que Hernán Cortés ya violaba; que si hay asesinatos en México, Hernán Cortés ya asesinó; que si hay corrupción en México, es que Hernán Cortés introdujo la corrupción económica porque robó”, comentó el autor de Hernán Cortés: Una biografía para el siglo XXI (Crítica).
En el trabajo de investigación que Esteban Mira Caballos llevó a cabo en su trabajo de investigación que daría pauta a este libro buscó dejar atrás las posturas que lo ven, o como un villano, mayoritariamente, al menos en México, o como un héroe, para entender a este hombre en su contexto histórico.
“La historia no justifica, yo no justifico porque la historia no está para eso. Solamente explico al personaje para tratar de que el lector pueda entender por qué se comportó así un conquistador como Hernán. Quién fue. Un héroe o un villano. Pues no, fue una persona de su tiempo con sus luces y con sus sombras”, abundó en ese sentido.
Su trabajo, además, tiene el objetivo de echar por tierra ciertos mitos que se han alzado en torno a la figura de Cortés, muchos de los cuales creó el propio conquistador.
“Hay muchos mitos que había perpetuado el propio Hernán Cortés a partir de sus cartas de relación, por ejemplo, el mito de sus estudios universitarios. Él nunca pisó las aulas de la Universidad de Salamanca y en mi trabajo queda desmontado [….] También el hecho de que haya sido un gran estratega militar yo lo desmonto en esta obra porque Cortés fue muchas cosas menos un militar”.
Mira Caballos explicó cómo en México hasta el siglo XVIII “se ensalzaba al personaje”. Precisó como el siglo XVII es el gran siglo de Hernán Cortés, donde se hacen representaciones teatrales y a partir del siglo XIX, de los precursores de la Independencia y durante la Independencia, el criollo que había ensalzado al personaje dio un viraje en su discurso.
El historiador español comentó que Cortés “forma parte integrante de lo que hoy es la nación mexicana y por tanto veo una figura importantísima, para bien y para mal, en la historia de México”.
“Hubo tragedia y hay que reconocerlo. También pudo haber hazaña por parte de un puñado de aventureros que se adentraron en un imperio como ese y tuvieron fe en que aquello podían ganarlo. En cualquier caso, el binomio de destrucción-creación ha estado presente a lo largo de miles de años en la historia. Se destruyó un imperio desgraciadamente. Sobre eso se creó otro mundo totalmente diferente”, expreso.
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—El planteamiento que haces en esta biografía, bien lo adviertes desde el inicio, es dejar atrás las posturas que lo ven, o como un villano, mayoritariamente, al menos en México, o como un héroe. En ese sentido iría mi primera pregunta. ¿Cómo entender entonces a Hernán Cortés?
—Hasta ahora se había interpretado su figura desde posiciones ideológicas, desde la literatura. Se veía en una buena parte como un genocida, un psicópata. Por otro lado, había una corriente también existente en México y más mayoritaria en España en la cual se ensalzaba como un héroe, un elegido por la Providencia, un pacifista, etc. Es tan sencillo como tratar de traer a Hernán Cortés al terreno de la historia. Si queremos llegar a entender cómo pensaba y cómo actuaba una persona como él, no lo podemos sacar de su contexto histórico y yo he hecho una biografía en ese sentido.
Una biografía que no es un obra literaria, no es una novela histórica, no es un ensayo, sino es una obra de investigación, de fondo, una obra realizada por un historiador y, por tanto, explica al Cortés histórico. La historia no justifica, yo no justifico porque la historia no está para eso. Solamente explico al personaje para tratar de que el lector pueda entender por qué se comportó así un conquistador como Hernán. Quién fue. Un héroe o un villano. Pues no, fue una persona de su tiempo con sus luces y con sus sombras.
—Hablas también que parte de tu trabajo es cubrir con evidencia científica y desmontar ciertos mitos que se han alzado en torno a la figura de este conquistador. ¿Podrías darme algunos ejemplos de estos mitos que se han construido y reforzado a lo largo del tiempo y que has contribuido a desmitificar?
—Esto es un trabajo de investigación, un trabajo de fondo. La revisión de las fuentes primarias durante varios años me ha permitido corregir datos mal transcritos y mal interpretados. Hay infinidad de datos y pequeños detalles que estaban equivocados en torno a su biografía como sus orígenes familiares, su año de nacimiento, la fecha en que se embarca rumbo a América, etc.
Hay muchos mitos que había perpetuado el propio Hernán Cortés a partir de sus cartas de relación, por ejemplo, el mito de sus estudios universitarios. Él nunca pisó las aulas de la Universidad de Salamanca y en mi trabajo queda desmontado. El tema de los barcos de Veracruz. Todos sabíamos ya que no los quemó, sino los desguazó. Sin embargo, no lo hizo tanto como han dicho sus hagiógrafos por no dar un paso atrás, sino por el temor de que algunos amigos, que Diego Velázquez había puesto en su armada, pudiesen volver a informar al Gobernador de la decisión que estaba produciéndose en Veracruz. Son una serie de elementos que se habían perpetuado en su biografía y aquí quedan desmontados.
También el hecho de que haya sido un gran estratega militar yo lo desmonto en esta obra porque Cortés fue muchas cosas menos un militar. Él no tenía tradición militar, él no había luchado en ninguna guerra previa. El primer disparo lo realiza en Zentla. En La Española no entra en combate. En Cuba son cuatro escaramuzas, prácticamente nada. Él hasta 1519 no entra en combate porque no tenía ni información militar ni tampoco era militar. No había luchado nunca, por tanto no fue ese gran estratega militar que él sí que nos ensalzó en sus cartas de relación. La mitificación parte de él. Pero sí que era muy inteligente y muy tergiversado, y tergiversó la historia partiendo de él mismo. Entonces por qué conquistó. Bueno, simplemente todo el mundo sabía –también Hernán Cortés– la forma de combatir la guerra indiana. Se conocía desde Cristóbal Colón cuando lucha. Era el elemento sorpresa, el uso de la caballería y la captura del líder. Esos tres principios los conocían todos los conquistadores y él los pone en práctica. Hay que tener en cuenta también que el más mediocre de los estrategas españoles era más brillante que el más audaz de los estrategas mexicas y esto es obvio por los siete siglos que venía España luchando contra los musulmanes en la propia Península Ibérica.
—Mencionas que uno de los motivos que te lleva a hacer este árduo trabajo de investigación es el de responder al papel de este personaje a partir de la visión actual. ¿En qué momento Cortés pasó a ser repudiado y por qué se ha mantenido en el banquillo de los acusados?
—Planteo el libro como una biografía para el siglo XXI porque la historia la estamos continuamente reinterpretando y reescribiendo. La historia es una aproximación al pasado desde el presente. Trato de responder a las preguntas que me planteo como un escritor del siglo XXI y trato de dar respuesta a las inquietudes de una persona de mi tiempo. Dicho esto, al personaje hay que contextualizarlo en su tiempo. Trato de dar respuestas de preguntas de un lector del siglo XXI, pero si uno mira a cualquier personaje de la historia desde nuestro tiempo, carece totalmente de sentido.
En España los historiadores críticos con el personaje son almas contadas. Nicolás Salmerón, algún escritor, historiador y político de la primera República española; personas muy puntuales. En México, hasta el siglo XVIII, la historiografía fue hagiográfica, donde se ensalzaba al personaje. El siglo XVII es el gran siglo de Hernán Cortés, donde se hacen representaciones teatrales. En el siglo XIX, a partir de los precursores de la Independencia y durante la Independencia, el criollo que había ensalzado al personaje mientras le interesó, pensó que le interesaba justo lo contrario. Para sentar las bases de esa ruptura con España, ahora criticar a Hernán Cortés y fortalecer sus vínculos con la inocente América prehispánica. Se trata de una visión interesada.
Una cosa más, que no sé si los mexicanos lo conocen. La corriente hispanista dentro de la historiografía mexicana se ha mantenido hasta el siglo XXI. Hay una mayoría indigenista, pero hay una minoría hispanista que se ha mantenido después de la Independencia. Los principales hagiógrafos de Hernán Cortés son todos mexicanos como Lucas Alamán en el siglo XIX, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Carlos Pereyra. Incluso más reciente como José Luis Martínez y actualmente Rodrigo Martínez, Sandra Mayer y tantos otros que son grandes admiradores de su figura. La figura negrolegendaria es muy popular en las clases de a pie, de las calles, pero dentro de la academia se ha mantenido durante estos siglos una minoría hispanista que ha ensalzado siempre al personaje.
—En ese sentido, se ha ido reforzando, sobre todo aquí en México un discurso que busca condenarlo con el repudio de la historia. ¿Cómo entender el papel de un personaje como Cortés en una cultura mestiza que nació de un acontecimiento tan violento como fue la Conquista?
—Es asombroso. Octavio Paz decía que odiar a Hernán Cortés es odiar una parte de ser mexicano. No es que venga un español a decirlo, ya hay muchos mexicanos que lo han dicho. José Vasconcelos lo situaba como el padre de la patria mexicana o Alfonso Reyes que llegó a decir que fue el primer mexicano. Sorprende, sobre todo para un historiador español que lo ve desde afuera, que cuando uno va a México continuamente se le acuse de todo a Hernán Cortés. Que si hay violaciones en México, que Hernán Cortés ya violaba; que si hay asesinatos en México, Hernán Cortés ya asesinó; que si hay corrupción en México, es que Hernán Cortés introdujo la corrupción económica porque robó. Es verdaderamente asombroso que se intente culpar a un personaje que murió hace cinco siglos de los males del México actual. Es para hacer un estudio sociológico. Por qué y cómo el mexicano no se ha reconciliado con su historia. En España también tenemos grandes problemas, pero estamos reconciliados con nuestro pasado, con nuestra historia.
En España, los franceses nos arrasaron hace dos siglos. Nos robaron, se llevaron todo. Y aquí no conozco a nadie que odie a los franceses. Tenemos esculturas de Moctezuma en los jardínes del oriente de Madrid, de los libertadores como Simón Bolívar, de San Martín. No tenemos ningún problema. El pasado pasado está, forma parte de la historia y no pasa nada. Hernán Cortés hizo lo que hizo, quizá no lo que nos hubiera gustado que hiciera, pero hizo lo que hizo y eso no se puede borrar. Forma parte de la historia de México y no se puede borrar. Cuando voy a México parece que está escondido Hernán Cortés, pero si no se puede esconder.
La historia fue la que fue y ahí está Hernán Cortés. Lo mismo que otros personajes históricos como Napoleón, Carlomagno o el propio Hitler. Forma parte de la historia de Alemania y no se puede esconder porque está ahí. Hernán Cortés igual. Llama la atención el intento de ocultamiento de una figura como él. Para bien y para mal; no oculto el drama y tragedia que pudo traer para la civilización mexica la llegada de Hernán Cortés. Ahí está.
—En México las autoridades han llevado a cabo un cambio de narrativa, consistente en renombrar ciertos episodios, de esta manera en vez de la Conquista se habla de la Resistencia de los Pueblos Originarios, y en vez de la Noche Triste, de la Noche de la Victoria. ¿Es este el camino para sanar heridas que aún siguen abiertas o es parte de no poder conciliar el presente con el pasado?
—La nomenclatura se puede cambiar todo lo que se quiera, pero la historia no se va a poder cambiar. Fue como fue y ahí está. Hay que hacer una labor de proselitismo, por parte de la academia. En parte la culpa la tenemos nosotros los historiadores porque hemos perdido la calle, la opinión pública y dejamos eso en manos de tertulianos, de políticos. Debemos recuperar la calle y tratar de trasladar a la calle lo que pensamos los historiadores porque me reuno frecuentemente en congresos con mexicanos, españoles, portugueses, franceses, estadounidenses y no hay grandes problemas para llegar a acuerdos. Llegamos a acuerdos porque somos historiadores y no hay grandes diferencias entre los historiadores mexicanos y los historiadores españoles al momento de interpretar a Hernán Cortés. Habría que hacer esa labor de divulgar una historia real para las nuevas generaciones de mexicanos, empezando por la educación primaria, donde creo que algo ahí está fallando.
—Por último, ¿a tu parecer qué lugar debe ocupar Hernán Cortés en la historia?
–No tengo la menor duda que Cortés forma parte integrante de lo que hoy es la nación mexicana y por tanto veo una figura importantísima, para bien y para mal, en la historia de México. En mi libro, e incluso me dicen que en este he estado muy suave porque en otros he estado muy radical, no niego el drama. Hernán Cortés llega y destruye todo un imperio tan legítimo o ilegítimo como el imperio de los Habsburgo. Por lo tanto, el drama y tragedia está ahí. Por supuesto que fue una tragedia. Mexicas que lucharon hasta el final, hasta el último aliento por defender su civilización y por defender su forma de pensar, de vivir, etc. Hubo tragedia y hay que reconocerlo. También pudo haber hazaña por parte de un puñado de aventureros que se adentraron en un imperio como ese y tuvieron fe en que aquello podían ganarlo.
En cualquier caso, el binomio de destrucción-creación ha estado presente a lo largo de miles de años en la historia. Se destruyó un imperio desgraciadamente. Sobre eso se creó otro mundo totalmente diferente. Exactamente como los mexicas habían destruido a los toltecas y no solamente los destruyeron físicamente, sino que también quemaron sus códices para borrar su memoria. Eso ha sido, ha formado parte de la historia. Si me tengo que quedar con la destrucción o con la creación, prefiero quedarme con la creación. Por qué no. Por qué siempre quedarnos con la destrucción. Por qué no quedarnos con la creación de esa gran América mestiza que todos admiramos y queremos. A mí me encanta pasearme por América y poder entenderme en castellano con millones de personas con las que comparto una lengua, unas costumbres, una cultura y una tradición. Reconozco la destrucción, el drama y también la creación. Por supuesto, me quiero quedar con la creación, no con la destrucción.